Hace algunos días, escribía sobre los registros de políticos asesinados en el actual proceso electoral, luego de acuerdo a la consultora Etellek, hay cifras a niveles dramáticos con casi 100 muertos entre precandidatos, candidatos, funcionarios y políticos en general.
Como ha sido la historia desde Septiembre de 2017 estos números tienen que actualizarse, más sangre se ha derramado y en una semana llegamos a 110. Adicionalmente datos que no deben pasarse por alto, el 72% por ciento de esos homicidios fueron contra candidatos de oposición, con respecto a los partidos gobernantes en cada Estado.
¿Cómo entonces puede decirse que se garantiza un proceso electoral limpio, si ya está manchado de sangre? Resulta utópico con autoridades que de forma evidente han sido incapaces en salvaguardar a los participantes.
En días recientes nos enteramos los homicidios de Rodrigo Salado Agatón, candidato a regidor de San Marcos, Guerrero, o Juana Iraís Maldonado, candidata a diputada, la regidora Éricka Cázares, en Puebla, así como Pamela Terán Pineda, regidora con licencia y candidata a segundo consejal en la planilla del PRI por la alcaldía en Juchitán, Oaxaca.
Los homicidios de los actores que participan directa o indirectamente en esta Obra disfrazada de democracia siguen a la alza, sin considerar a quienes han sido amenazados y por esto renunciado a sus campañas.
Pero, parece ser que nadie está interesado en darle la difusión necesaria, todo esto ante la realidad distinta de los candidatos a la presidencia de México, López Obrador enfocándose más a una especie de transición anticipada, Jaime Rodríguez “El Bronco” tratando de elevar de rango su absurda y bárbara propuesta del "moche de manos", Ricardo Anaya preocupado por su descenso en las encuestas ha exonerado de toda responsabilidad en la inseguridad atroz en Guanajuato, a su amigo y compañero de partido Miguel Márquez Márquez, le echa la culpa al gobierno federal por “haberlo abandonado” y jura implementar la estrategia mágica para revertir tal circunstancia, sin especificar el ¿cómo?
Por último José Antonio Meade Kuribreña, quién ya azuzado por nuevos asesores (entiéndase Carlos Alazraki) literalmente grita con toda la capacidad puesta por natura en sus pulmones, ataques al puntero, pero sin duda tendrá momentos de distracción ahora que los fantasmas brasileños de Odebrecht han llegado a tocar a su puerta, por lo tanto la terrible situación no parece figurar en prioridades de los competidores, al menos no fuera de la obligada discursiva.
Al dejar muy “valiente” Margarita Zavala sus aspiraciones presidenciales, el INE apuntó que ya no era posible cambiar las boletas para suprimirla por considerarse un gasto excesivo, así pues tampoco sería factible hacerlo con las boletas para elecciones de Estados y municipios, pero debido a la rapidez de avance en las cifras rojas de nuestra golpeada democracia, acaso habremos de preguntar a los funcionarios de casilla antes de emitir el voto, ¿disculpe mi candidato aún vive? Infame realidad, sacada de algún relato apocalíptico.