No es que quiera ser ave de mal agüero y tampoco que no lo sepamos ya a estas alturas del partido…

Los contagios -otra vez- se abarataron y parece que vienen de nuevo a recordarnos que ni la navidad ni el año nuevo le importa al cochino virus.

Hace una semana se comenzó a notar en mi círculo social. Leí un mensaje de "estoy bien pero otra vez me contagié". Dos días después un amigo llamó para decir que también iniciaba cuarentena, y si, ya le habían puesto sus dos dósis al momento.

Luego un familiar cercano lo confirmó también: me siento bien, aunque ahora me está dando síntomas más fuertes, el dolor de cabeza y de cuerpo es rudo, pero ya estoy medicado.

Y así por lo menos otras tres personas que conozco. ¿Dónde pudo haber sido el contagio? Donde sea, porque siendo realistas, todos relajamos las medidas preventivas.

El poderoso licor del fin de año nos embriagó y nos hizo sentir una normalidad que, quién sabe, a lo mejor no volvemos a sentir.

Ya en las escuelas aplazaron una semana el regreso y hasta se especuló que el semáforo podría cambiar. En la CDMX dan cuenta del aumento significativo de los contagios pero se dicen tranquilos porque las hospitalizaciones se muestran en índices controlables.

En Europa y Asia las cifras están rompiendo los techos y allá si, ya endurecieron medidas… ojalá no nos vaya tan mal está vez.

Por lo pronto a cuidarse, a cuidar más a los niños y otra vez a nuestros ancianos y a hacer todo de nuestra parte para evitar el círculo vicioso que parece nunca acabar.