A casi 1OO días del inicio y aún en los albores del entrante gobierno lopezobradorista, existen cosas claras y otras no tanto, es un gobierno distinto eso ni duda cabe, la forma de gobernar, su cercanía, abrumadora empatía con las masas; hay un liderazgo que en muchos sexenios nadie alcanzó, marca la agenda nacional en sus conferencias matutinas: AMLO habla, la prensa reacciona y el pueblo sabio lo ovaciona o justifica, esa es la mecánica del quehacer político actual.
Para la óptica popular, nada se ha hecho tan mal en esta administración que no haya sido peor en las anteriores; la culpa de todo lo malo existe y radica en el pasado, quizá hay cierta parte de verdad, pero es necesario despegarse de filias y fobias para dar un enfoque correcto del primer trimestre.
La inseguridad se ha recrudecido en todo el país, el arranque del nuevo gobierno tiene cifra de homicidios dolosos más alto en la historia, supera hasta al gobierno de EPN en esa incipiente etapa; lo anterior en medio de la polémica por la próxima instalación de la Guardia Nacional, a pesar de que la permanencia del ejército en las calles nunca fue bien vista por el actual mandatario.
La administración tuvo sus golpes de popularidad desde los primeros momentos: la cancelación del NAIM, el retiro de las pensiones a ex presidentes, la puesta en venta del avión presidencial ícono del derroche de la aristocracia política y el ataque frontal al huachicoleo pusieron al gobierno morenista en la cima de popularidad con un 78% de aprobación según encuestas publicadas en importantes diarios nacionales, lo anterior muestra claramente una imagen presidencial más fuerte, con todo y sus tropiezos.
Los opositores políticos quienes ahora de forma más que optimista se hacen llamar “el contrapeso”, han visto muchas áreas de oportunidad para tratar de contrarrestar la avalancha política con un presidente catalogado como uno de los 10 más queridos y mejor evaluados a nivel mundial; en contraparte, las muertes de 135 personas en el fatídico episodio de Tlahuelilpan sin duda significaron un trago difícil.
¿O qué decir de sus famosas consultas? Para muchos no cumplen con los básicos lineamientos ni representan certeza del sentir popular; tampoco podemos omitir la reducción del presupuesto a estancias infantiles que parece condenar al noble programa de beneficio a la niñez a su desaparición, esto por cierto, debió costarle varios puntos en el romance con su electorado y no ocurrió.
Ni siquiera con el combate al robo de combustible y corrupción en general, donde seguimos sin los nombres y apellidos esperados por muchos para las listas de procesados, aún no se leen, y no es para menos, pues día a día AMLO sigue hablando de nuevos “descubrimientos” en el elaborado andamiaje de la corrupción, demostrando la existencia de un sistema permeado por el saqueo y simulación, pero hasta hoy solo han pagado algunos inocentes beneficiarios de programas sociales.
Con un enorme respaldo popular, apoyo total de las cámaras alta y baja, el primer trimestre del gobierno de Andrés Manuel Lopéz Obrador, parece tener la mesa puesta para llevar a cabo la restructuración que venga a su mente; los únicos nubarrones en su cielo o la solitaria posibilidad de un fracaso parecen ser las altas expectativas generadas; hay amor pero no es gratis ni incondicional y un error puede traer sombras a un gobierno lleno de luces desde el primer día; el gobernante debe entender, su pueblo no quiere venganza pero exige justicia, porque sin culpables no hay delito.