A 104 años del artero asesinato del general, Emiliano Zapata, se tiene que reflexionar sobre sus ideales y objetivos que lo llevaron a liderear la Revolución Mexicana, en el sur del país, sobre todo en estos momentos de total incertidumbre que se vive en Morelos.
La historia nos ha dicho que Emiliano Zapata no buscaba democracia, ni la no relección. Su lucha, se enfocó en la justicia social para los campesinos y para los más desprotegidos. Bajo el principio de Justicia, Tierra y Ley, el caudillo del sur planteo un reparto agrario, para que los campesinos fueras dueños de las tierras que trabajaban con sus manos.
15 años después de su muerte, el general Lázaro Cárdenas, entonces presidente de la República, decretó el ansiado reparto agrario que siempre planteo y propuso Emiliano Zapata. Ahí empezó la justicia social para los hombres y mujeres del campo mexicano.
Hoy, en la Cuarta Transformación, concebimos esos principios e ideales zapatistas como el impulso al sector agrícola y agropecuario, sobre todo porque en estos momentos, el campo de Morelos lleva 30 años de abandono y de injusticias sociales.
En las últimas tres décadas, se ha dejado de apoyar a los productores, los han desarticulado bajo intereses que no son los de cultivar y cosechar. El llamado sector primario agoniza con las importaciones de cultivos, incluso de maíz.
El ideario zapatista: “La tierra volverá a quienes la trabajan con sus manos”, se empieza a desgarrar. La falta de apoyos al campo ha obligado a campesinos a vender sus tierras y a rentarlas a los mejores postores. Es decir, a la burguesía neoliberal que se ha aprovechado de las crisis.
Lamentablemente, como hace más de 100 años la tierra agrícola vuelve hacer acaparada por unos cuantos. Las reformas salinistas al artículo 27 Constitucional, han permitido que el campo de Morelos se empiece a privatizar de manera silenciosa.
El campesino y el productor necesitan de apoyos bien dirigidos para garantizar que sus tierras productivas sean sembradas y cosechadas, de lo contrario, dentro de poco tiempo se regresará al pasado. La acelerada mancha urbana, es otro de los factores que ha obligado a los hombres del campo a comercializar sus tierras.
Por ello, advertimos que los ideales y los principios de Emiliano Zapata recobran vigencia y más ahora que observamos un rompimiento de las líneas de producción agrícola, una desorganización campesina y una cooptación para obligara a ejidatarios y comuneros a desincorporar sus tierras.
Senadora Lucía Meza Guzmán
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