/ jueves 11 de julio de 2024

Charlatanes autoritarios

La aprobación presidencial de Andrés Manuel López Obrador se mantiene estable y por encima de la mayoría de los presidentes de la época, llamémosla así, democrática de México. Ello a pesar de imponer su santa voluntad, por ejemplo, en la forma de la reforma al Poder Judicial. La elección que vivimos hace mes y chachito fue otra prueba de lo cómodos que están una parte importante de mexicanos con una figura política como AMLO, que ha reducido el papel de secretarios de Estado y Gobernadores a meros mandaderos de su voluntad. ¿Los mexicanos somos felices con liderazgos tan autoritarios?

Ese grito de guerra moderno de “¡Es un honor estar con Obrador!” es un adiós a la autonomía del Poder Legislativo y próximamente del Poder Judicial. Se nos van a caer los calzones el día que lo veamos pegado en la calle en la publicidad de un “candidato” a Juez de Distrito. Esta columna es escrita, pero si fueran imágenes, la de hoy sería un Photoshop de la cara de Andrés en esa clásica de Napoleón vestido de rey sentado en una silla imponente.

A muchos puede parecernos una atrocidad, pero a ese grupo de mexicanos electoralmente relevante no les molesta, particularmente a los que se identifican con ideas como “Primero los pobres”. Pero como si no fueran suficiente legitimación los índices de aprobación presidencial o los resultados electorales pasados, ahora los partidos de la llamada “Oposición” le dan aún más legitimación a la idea de concentrar el poder de regreso en una persona. Tanto Alito como Markito, respectivamente, están sumergidos en batallas a muerte por controlar oligárquicamente sus partidos y perpetuarse en ellos a pesar de los resultados que han dado en el último sexenio electorales, fiscales, legislativos, políticos. Desde el ángulo que quieras verlo, cualquier jefe serio ya los hubiera corrido. Pero en el sistema de partidos mexicano son premiados con espacios en el Senado y el control de los otroras partidos más importantes del país. Digo otrora, porque hoy son una burla. Pero ¿qué podemos reclamarles, si esa fórmula le resultó a Andrés? Ellos evidentemente no buscan controlar el país. Prefieren ser la cabeza de ratón que cola del león. Sobre todo cuando el ratón tiene acceso a cientos de millones de pesos con poca rendición de cuentas.

¿Qué futuro tiene el México democrático? ¿Cómo podemos seguir construyendo democracia si las instituciones partidarias están en contra de ella y tienen la ley como herramienta a su favor? Leyes que desde un origen están construidas para que el poder sea vertical y en manos poco transparentes de los menos.

Bien reconozco no es un problema solo de México. En todo el mundo los proyectos electorales más exitosos son los más polarizantes y hegemónicos: Trump en USA, Milei en Argentina, Bukele en El Salvador. Aunque no ganó la derecha en Francia este fin de semana, Marine LePenn y los suyos se fortalecieron ¡están en camino al Palacio del Eliseo! Tarde o temprano.

El reto que tenemos como generación que comulga con la democracia es analizar lo que estamos habiendo mal en esta primera etapa de democracias y no permitir que poblaciones decepcionadas vuelvan a voltear a ver a charlatanes autoritarios.

La aprobación presidencial de Andrés Manuel López Obrador se mantiene estable y por encima de la mayoría de los presidentes de la época, llamémosla así, democrática de México. Ello a pesar de imponer su santa voluntad, por ejemplo, en la forma de la reforma al Poder Judicial. La elección que vivimos hace mes y chachito fue otra prueba de lo cómodos que están una parte importante de mexicanos con una figura política como AMLO, que ha reducido el papel de secretarios de Estado y Gobernadores a meros mandaderos de su voluntad. ¿Los mexicanos somos felices con liderazgos tan autoritarios?

Ese grito de guerra moderno de “¡Es un honor estar con Obrador!” es un adiós a la autonomía del Poder Legislativo y próximamente del Poder Judicial. Se nos van a caer los calzones el día que lo veamos pegado en la calle en la publicidad de un “candidato” a Juez de Distrito. Esta columna es escrita, pero si fueran imágenes, la de hoy sería un Photoshop de la cara de Andrés en esa clásica de Napoleón vestido de rey sentado en una silla imponente.

A muchos puede parecernos una atrocidad, pero a ese grupo de mexicanos electoralmente relevante no les molesta, particularmente a los que se identifican con ideas como “Primero los pobres”. Pero como si no fueran suficiente legitimación los índices de aprobación presidencial o los resultados electorales pasados, ahora los partidos de la llamada “Oposición” le dan aún más legitimación a la idea de concentrar el poder de regreso en una persona. Tanto Alito como Markito, respectivamente, están sumergidos en batallas a muerte por controlar oligárquicamente sus partidos y perpetuarse en ellos a pesar de los resultados que han dado en el último sexenio electorales, fiscales, legislativos, políticos. Desde el ángulo que quieras verlo, cualquier jefe serio ya los hubiera corrido. Pero en el sistema de partidos mexicano son premiados con espacios en el Senado y el control de los otroras partidos más importantes del país. Digo otrora, porque hoy son una burla. Pero ¿qué podemos reclamarles, si esa fórmula le resultó a Andrés? Ellos evidentemente no buscan controlar el país. Prefieren ser la cabeza de ratón que cola del león. Sobre todo cuando el ratón tiene acceso a cientos de millones de pesos con poca rendición de cuentas.

¿Qué futuro tiene el México democrático? ¿Cómo podemos seguir construyendo democracia si las instituciones partidarias están en contra de ella y tienen la ley como herramienta a su favor? Leyes que desde un origen están construidas para que el poder sea vertical y en manos poco transparentes de los menos.

Bien reconozco no es un problema solo de México. En todo el mundo los proyectos electorales más exitosos son los más polarizantes y hegemónicos: Trump en USA, Milei en Argentina, Bukele en El Salvador. Aunque no ganó la derecha en Francia este fin de semana, Marine LePenn y los suyos se fortalecieron ¡están en camino al Palacio del Eliseo! Tarde o temprano.

El reto que tenemos como generación que comulga con la democracia es analizar lo que estamos habiendo mal en esta primera etapa de democracias y no permitir que poblaciones decepcionadas vuelvan a voltear a ver a charlatanes autoritarios.