El Día de muertos es una de las tradiciones más bonitas y representativas de México. Más allá de cómo nuestros espacios públicos y familiares se llenan de colores, flores, dulces, panes, comida, luces y sombras, la cantidad de personas que salimos a celebrar a nuestros muertos es lo más impresionante. Ayer por la tarde transité de la Antonio Barona hacia Vista Hermosa y por todo el camino topé cientos de personas en la calle. Hace mucho tiempo que no veía las calles de Cuernavaca con tanta vida. Fui a la ofrenda de una familia amiga, y la misma familia aprovechó la excusa de ponerle el altar a sus antepasados para juntarse como hace tiempo no lo hacían. Es más, desde el fin pasado ellos se fueron en grupo a Jonacatepec, la casa de su difunta mamá, a ver a sus familiares y comprar el pan que le gustaba a ella para poner en la ofrenda.
¿Qué pasaría si aprovechamos esta fiesta nacional para revolucionar la economía local? Si, ayer vino Molotov al centro y hoy los que venden flores van a hacer su agosto en los panteones, pero qué pasaría si construimos una fiesta alrededor de toda la ciudad, conectando las colonias y poblados para celebrar el Día de Muertos, atrayendo no solo el turismo local, sino de otras partes. A los extranjeros, por ejemplo, les parece una gran idea viajar a México en estas fechas para presenciar el Día de Muertos que en últimos años, gracias a películas como Coco y James Bond, se ha mostrado hacia afuera como una gran celebración. Imagínate si en Cuernavaca estuviéramos preparados para celebrarla en grande, y que así como ayer yo pude recorrer en mi coche toda la colonia Antonio Barona, la calle San Diego y hasta Reforma acompañado de ofrendas a pie de calle, celebraciones en las glorietas con velas, música y gente caminando con disfraces y echando fiesta; que tuviéramos una idea de continuidad, un orden y una distribución para que el Ayuntamiento fomente y apoye estas tradiciones, las comunique e invite a los turistas a acompañarnos.
El actual gobernador de california, Gavin Newsome, tiene un libro que se llama “Citizenville” donde se hace la pregunta ¿qué pasaría si la relación del ciudadano con su ciudad fuera como Farmville (aquel juego viral de Facebook hace unos años)? Una relación moderna, aprovechando la tecnología a nuestro alrededor entre gobierno y gobernado en la que se fomentara a través de incentivos positivos y negativos que se involucren los ciudadanos en participar en el cuidado de los espacios públicos. En este juego, así como en Farmville, si el ciudadano limpia su calle y la mantiene sin basura y las jardineras con vida, el ayuntamiento le daría puntos, que sirven para disminuir su pago de predial anual, o descuentos en multas, o inclusive comprar más accesorios para su calle. Todo, dice Newsome, administrado a través de una sencilla aplicación en donde también se hace cualquier trámite con el Ayuntamiento, desde pagar las multas, consultar información o conseguir citas con alguna autoridad.
Yo sé que una app. hoy en día suena muy lejos de nuestra realidad, pero imagínense que la policía vial trazara una ruta para hacer peatonal solo por ese día, que además vigilara para asegurar no pase nada malo y donde el mismo ayuntamiento pudiera rentar espacios comerciales, para vender desde comida, hasta flores o juguetes. Imagínense que, sobre ese camino, a quienes pongan sus ofrendas, casas de sustos, talleres de pan de muerto y cualquier otra actividad relativa a la celebración el ayuntamiento les diera descuentos en sus trámites.
No solo estaríamos celebrando en grande nuestras fiestas y atrayendo turismo de manera creativa y divertida, también estaríamos fomentando la formalidad económica y el cumplimiento de obligaciones municipales. Digo, con eso de que el dinero nunca alcanza en el Municipio, creo que pensar en alternativas como estas es mejor opción que andar mendigando afuera de las oficinas federales. Una alternativa moderna en la que usamos nuestras tradiciones arraigadas como principal producto.