En recientes entrevistas me han preguntado muy preocupados, si el descargar las aguas residuales sin tratamiento (como desafortunadamente ocurre comúnmente en México) representa un riesgo de propagación del coronavirus.
La respuesta es no, las aguas residuales no son un vehículo de contagio de Covid-19, pero eso no debe servir como argumento para no tratar las aguas. El descargar aguas residuales sin tratamiento siempre constituye un riesgo para la salud de la población y una afectación severa al medio ambiente y la economía. Ahondo un poco en el tema.
Ya he mencionado que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado diversos informes técnicos sobre la gestión del agua en relación con esta epidemia.
En ellos destaca que la principal vía de transmisión del virus es mediante el contacto o bien por la expulsión de saliva cuando una persona enferma tose o estornuda. De ahí las estrategias de distanciamiento social (#susanadistancia y #quédateencasa) y la invitación a estornudar en el codo (no en la mano), a lavarse frecuentemente las manos y a usar gel antibacterial como las principales medidas de prevención.
A la fecha, no hay evidencia de que los coronavirus humanos estén presentes en las aguas (tanto superficiales como subterráneas), ni en las redes de agua potable. Y tampoco hay ninguna prueba que establezca la posibilidad de que se transmita el virus a través de las aguas residuales.
Las altas temperaturas, un pH bajo, la luz del sol y los desinfectantes comunes facilitan la muerte de este virus. Por lo tanto, las medidas ya existentes para la gestión del agua potable y el saneamiento son suficientes y no es necesario llevar a cabo medidas adicionales.
Resalto, no se considera necesario llevar a cabo medidas adicionales, siempre y cuando se esté cumpliendo con los procesos de potabilización que establecen las Normas Oficiales Mexicanas.
Se considera que los procesos cotidianos de tratamiento del agua, como la filtración y la desinfección son suficientes para desactivar el coronavirus, pero las autoridades municipales, estatales y federales deben prestar especial atención a que se estén realizando correctamente.
Por otra parte, hay investigaciones que muestran que el rastreo de aguas residuales puede ser un método indirecto de detección del coronavirus y puede utiizarse como un posible método de detección temprana en el caso de que el virus vuelva a las comunidades, o como un método para estimar indirectamente la penetración del virus en una comunidad o en un área de influencia determinada.
Un grupo de científicos holandeses del Instituto de Investigación del Agua KRW, descubieron que el coronavirus deja un rastro genético (ARN) que se mantiene en el cuerpo de los infectados durante 20 días y que expulsan mediante heces y otros métodos de secrección, “cuando más personas se infectan en una ciudad, más virus ingresan a las alcantarillas a través de las heces”, declararon.
No obstante, para cuantificar la escala de infección, necesitarán investigar primero cuánto ARN viral se excreta en las heces. Después de ello, podrían extrapolar el número de personas infectadas a partir de las concentraciones de ARN viral de aguas residuales.
Estas mediciones podrían servir como alerta temprana ante el resurgimiento del virus entre la población, y además, podrían aportar información adicional acerca de la circulación real del virus, ya que en la mayoría de los casos solo los pacientes con síntomas graves son analizados en los laboratorios, las cifras reportadas subestiman el número real de pacientes con Covid-19.