/ martes 14 de enero de 2020

El famoso abrazo…

No fue cualquier abrazo el que se dieron ayer Cuauhtémoc Blanco y Antonio Villalobos. El gobernador y el alcalde de Cuernavaca no posaron solamente para una foto, sino se reconocieron y pactaron la paz por el bien de la capital de Morelos una deuda que gubernatura y alcaldía tenían con quienes viven en Cuernavaca desde hace varias décadas.

Si fue un abrazo sincero o no, ellos sabrán, pero hicieron todo lo posible para que se percibiera el ánimo de paz con que se acercaron quienes durante días que se convirtieron en semanas y meses, vivieron enfrentados e incapaces de construir acuerdo alguno. Por buena voluntad no quedó el episodio que, incluso, tuvo a un secretario de obras, quien era uno de los principales arietes del gobierno estatal contra el municipio, sometido por su gobernador a hacer las paces con el alcalde a quien querría relevar.

No hubo magia en el acto, preparado efectivamente para ser percibido como fumar la pipa de la paz habría funcionado en algún spaghetti western. Los operadores ocultos del encuentro entre el gobernador y el alcalde fueron muchos y los argumentos resultaron mucho más prácticos que espirituales. Porque si bien ninguno de los dos funcionarios recibe el respaldo que se supone podría tener de la ciudadanía, Cuauhtémoc Blanco está entre los gobernadores peor evaluados del país y Antonio Villalobos se ubica en el 32 de 50 alcaldes medidos por las encuestadoras; se reconoce que gran parte de la crisis de imagen de ambos deriva del conflicto entre ambos que ha mantenido las acciones a favor de Cuernavaca en absoluta descoordinación, por decir lo menos.

La crisis en la imagen de Cuauhtémoc Blanco y Antonio Villalobos afecta profundamente a sus partidos, y a la posibilidad de que se repita la coalición del PES y Morena para la ya bastante próxima elección intermedia (a 18 meses). En concreto, la idea es generar la percepción de armonía y trabajo con resultados para enfilarse a un proceso electoral que permita a los coaligados mantener el dominio político que se supone tendrían en Morelos luego del resultado electoral del 2018; estado que ha sido imposible de consolidar precisamente por los enfrentamientos entre los personajes beneficiarios de los sufragios ciudadanos. Es decir, gobernador y alcalde resolvieron una crisis que ellos mismos crearon y lo hicieron justo a tiempo para que resulte electoralmente significativo.

Pero es de reconocerse la voluntad porque, más allá de la conveniencia electoral, o de cualquier tipo que pudiera tener el acercamiento para sus personas y equipos, deberá redituar en resultados para los residentes de Cuernavaca que esperan mejoras en seguridad, infraestructura, desarrollo económico y social, empleos, y otras que no se logran con abrazos, pero a las que sí puede contribuir la coordinación entre las autoridades de todos los niveles del gobierno. La ventaja es que nos acercamos a la época en que las ambiciones políticas por fin pueden satisfacer las demandas ciudadanas por unos meses y hay que aprovechar y canalizar la urgencia ciudadana a quienes, ahora sí, parecen dispuestos a escuchar.


Twitter: @martinellito

Correo: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx