La Salud es sin lugar a duda el bien más preciado del ser humano. Es lamentable, sin embargo, que se pretenda aprovechar una circunstancia para obtener dividendos políticos, pero, peor aún, que se le mienta a la población, de manera particular a quienes no cuentan con los recursos económicos para enfrentar una enfermedad cualquiera que sea ésta.
La semana pasada en el Senado aprobamos en lo general con 67 votos a favor, 22 en contra y 14 abstenciones la creación del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) con lo que desaparece el Seguro Popular.
El Insabi brindará, para quienes no cuenten con seguridad social, servicios médicos de manera integral a toda la población y garantizará en forma gratuita, desde medicamentos hasta la atención de enfermedades crónico-degenerativas, incluidas la diabetes, el VIH-SIDA y el cáncer, entre muchas.
Sí, efectivamente, el cáncer. Este mal que representa una pandemia, por lo que es lamentable que el Partido Acción Nacional (PAN), haya pretendido usar como capital político a quienes viven momentos difíciles debido a los problemas de salud que padecen sus familiares para hacer creer a la población que el Insabi no contemplaba atender a quienes enfrentan enfermedades graves. Debe quedar claro, la atención habrá debe ser sin restricción alguna.
Los panistas en particular se dedicaron a regar un cúmulo de mentiras alrededor de la creación del Insabi. Aseguraban, por ejemplo, que iba a desaparecer el llamado Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos, creado para dar servicios de alta especialidad a pacientes con enfermedades de alto costo.
Contrariamente, se crea el Fondo de Salud para el Bienestar que tiene como fin destinar sus recursos a la atención de enfermedades que generan altos costos, ya sea para el Estado o para los familiares. Sin embargo, será el primero el que los asuma.
Es falso también que las y los empleados de salud se vayan a quedar sin empleo. Por el contrario, la reforma, en sus artículos transitorios, establece que los recursos humanos, financieros y materiales serán transferidos al Insabi, y respetados los derechos laborales.
Otro aspecto importante que la población debe de conocer es el hecho que la atención médica y los tratamientos que reciben los pacientes que estaban afiliados al Seguro Popular no serán interrumpidos.
De la misma manera regaron la versión de que los 60 millones de quienes estuvieron afiliados al Seguro Popular perderán ese derecho. Mentira. Quienes cuenten con la afiliación a dicho seguro seguirán contando con éste en el Insabi, más aún lo tendrán las y los mexicanos que no cuenten con los servicios del IMSS e ISSSTE, inclusive los extranjeros.
En la tribuna senatorial, las argumentaciones de las y los senadores panistas en contra del Insabi, simplemente fueron “rollos” propagandísticos para descalificar una reforma, no solamente porque el Seguro Popular fue una iniciativa panista, y es entendible que buscaran que prevaleciera, pero ésta no podía seguir conformando la política gubernamental de la actual administración en materia de salud, cuando dejó mucho que desear y estaba seriamente descalificada por quienes tuvieron acceso a dicho seguro.
En el fondo la acción del panismo forma parte de toda una campaña de golpeteo al gobierno de la 4T. Esta campaña no sólo es contra el Insabi, representa una cruzada de descalificación para crear un ambiente de rechazo social contra el gobierno.
Desde el triunfo del presidente Andrés Manuel López Obrador, el PAN se ha dedicado a tratar de traquetear al gobierno a partir de estrategias que, por cierto, no le han funcionado, pues tal vez como nunca el panismo de hoy está más alejado que de la gente.
En el fondo lo que los panistas estaban defendiendo no era el derecho universal de la población a la salud, sino un gran negocio que se significó desde el gobierno de Vicente Fox cuando éste instituyó el Seguro Popular, por eso la insistencia panista de que no desapareciera, pues, como señalaba, quienes se beneficiaron de las enfermedades fue el capital privado, poco o nada aliado con quienes menos tienen.
Como lo señaló el secretario de Salud, Jorge Alcocer Varela: “Aunque el Seguro Popular fue la propuesta para resolver los problemas de salud de la población desprotegida, las personas afiliadas a este programa y los millones de no afiliados carecen hoy de acceso a atención médica de manera oportuna y de calidad”.
Es por esto por lo que el presidente, como dirigente social y candidato, fue puntual cuando afirmaba que “el Seguro popular, ni es seguro, ni es popular”. Por eso ahora el Insabi sustituye el cuadro básico minimalista por el compendio nacional de insumos para la salud, además de que se incluye, ya que no estaban, las intervenciones quirúrgicas.
Con el Insabi, más de 69 millones de mexicanos que hoy se encuentran sin seguridad social podrán acceder a este derecho constitucional, que contrario a las versiones de la oposición, tendrán una mayor cobertura de padecimientos, además de considerar a la salud como un derecho humano.
Una nueva etapa en esta materia comienza en nuestro país. Desde luego la pendiente que se debe atacar no será fácil de escalarla debido, ya lo decía, a la corrupción que ha imperado en el sistema de salud, a las inercias en intereses que buscarán descalificar al Insabi.
Desde este espacio hago un reconocimiento a quienes buscaron hacerse escuchar, a quienes protestaron contra una iniciativa que no era tal, porque en ningún momento en su articulado pretendíamos negarles el acceso a medicamentos que por su alto costo son incansables para ellos, es decir, estoy hablando del Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos, por lo mismo lamento que por falta de sensibilidad social y política se les haya tratado de manera insulsa, sobre todo, como ya señalaba, porque fueron presa de quienes los engañaron diciéndoles que la reforma no les garantizaba el abasto de medicamentos para sus familiares con cáncer.
En la arena política, el debate, el intercambio de puntos de vista, siempre deben ser bien venidos; son saludables para la democracia. Sin embargo, no así, la mentira y la difamación como mecanismo para ganar cuando no se tienen los argumentos, ni la sabiduría para reconocer que el otro lo venció, pero peor cuando se le miente a la población, y más aún cuando la salud está de por medio.