A diferencia de lo que pudiera pensarse, en estos ya casi 3 años de gobierno de la 4T, el gobierno federal no ha logrado escuchar, comprender ni atender las demandas del movimiento feminista.
Y digo esto, porque si algo caracterizó el proceso previo al triunfo de AMLO en 2018 era una supuesta “apertura” o supuesto “entendimiento” a lo que muchas mujeres estaban reclamando: justicia, igualdad, seguridad y respeto a sus derechos.
Los hechos nos dicen que, en realidad, nunca hubo una escucha activa, real e interesada por las mujeres. Por eso, la indignación sigue en aumento y podemos verlo expresarse de muchas formas en todo el país, pero sobre todo en las marchas del 8-M de 2019, 2020 y la ocurrida en días pasados. Esta última, caracterizada, además, por una abierta confrontación del Presidente; quien minimizó los problemas, descalificó a las mujeres, construyó un muro divisorio e defendió a un candidato cuestionado.
No se trata de un asunto sencillo de resolver, pero en lugar de descalificar e ignorar, lo que el gobierno debería hacer es reconocer los errores, pendientes y deficiencias institucionales para garantizar a las mujeres el acceso a una vida libre de violencia. Sin duda, existen muchas mujeres que están trabajando profesionalmente desde el gobierno poniendo su esfuerzo y conocimientos para hacer funcionar las cosas, pero no son suficientes.
También hay que reconocer que las mujeres han sido las grandes impulsoras de un marco jurídico promotor y protector de los derechos humanos, pero su reclamo está en una implementación que verdaderamente garantice sus derechos.
Por ejemplo, la Ley General para el Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, establece un Sistema Nacional para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres. Sin embargo, la coordinación entre la Federación, las entidades federativas, la Ciudad de México y los municipios, tiene múltiples deficiencias para ofrecer seguridad y justicia en su entorno de vida cotidiano.
Cada instancia tiene sus propias lógicas y resultados. A lo más, lo que se tiene es una sumatoria de acciones, pero no una efectiva coordinación. Sé que no es un asunto sencillo, lo hemos visto en política social o en materia de seguridad. Sin embargo, hay muchas buenas prácticas que ya existen y deberían replicarse. Pero este gobierno, las desconoció.
Como hombre me indigna la violencia hacia las mujeres, la injusticia, la inseguridad, el miedo y la desesperación que miles de mujeres sufren. Me indigna que las instituciones no sean empáticas, que sean omisas, que se burlen o minimicen sus problemas.
Me parece que la salida debe estar en sumarnos a las mujeres, porque su lucha también es la nuestra, codo a codo, no atrás ni adelante. Necesitamos cambiar la cultura machista y derribar los muros divisorios que este gobierno ya decidió instalar frente al movimiento feminista.
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