Este fin de semana concurren dos fechas importantes para México y Morelos: los comicios en que la ciudadanía elegirá alcaldes, diputados locales y federales (y en algunos otros estados, gobernadores); y el día del medio ambiente, ése al que tanto hemos vapuleado. Las fechas guardan una relación si entendemos que el cuidado del medio ambiente depende, en gran medida, del trazo de políticas públicas que permitan el crecimiento demográfico ordenado, la apuesta por cierto tipo de energías y prácticas industriales, comerciales y sociales en lugar de otras y los equilibrios necesarios entre la preservación del entorno y el desarrollo.
Las políticas desordenadas, ideologizadas y hasta en no pocas ocasiones simuladas por los gobiernos de todos los niveles y colores han sido una constante en el deterioro del medio ambiente y han provocado consecuencias graves en el paisaje, en las posibilidades de desarrollo y en la salud pública. La cantidad de hectáreas de bosque perdidas por incendios, tala inmoderada y el avance de la mancha urbana es de espanto y, a pesar de los nobles esfuerzos de minorías ciudadanas que apuestan a la restauración y conservación del entorno, la falta de políticas con base científica para la conservación del medio ambiente y la biodiversidad en el estado hacen que esos esfuerzos ciudadanos sean insuficientes, desordenados y a menudo resulten en afectaciones peores a las que se busca combatir.
Los fracasos en materia ambiental son evidentes en los problemas, cada vez más graves, que enfrentan las ciudades y el campo (en ese orden). La contaminación del aire en Cuernavaca ha provocado niveles de riesgo a personas sensibles cada vez más días del año; la contaminación de ríos y barrancas en la misma ciudad, y en Cuautla, Yautepec, ha generado condiciones insalubres y de alto riesgo para la salud y seguridad de miles de personas; el clima ha cambiado de forma lenta pero constante y sensible; la flora y fauna está en constante peligro.
Y más allá de las elecciones, la agenda ambiental se impone para la viabilidad de prácticamente cualquier proyecto turístico, industrial, habitacional. Pero fue soslayada en las campañas locales.
El abandono de los temas ambientales es de tal gravedad que la Comisión Estatal de Biodiversidad, por ejemplo, no publica datos de aprovechamiento forestal desde el 2013; superficie reforestada por tipo de suelo desde 2016; y desde el 2017 no hay información disponible sobre denuncias ambientales recibidas, denuncias concluidas, incendios forestales y superficie afectada, plantas forestales producidas y establecidas, superficie reforestada por municipio y superficie forestal afectada por plagas.
De hecho, pese a la complejidad del tema medioambiental, la página de COESBIO sólo reporta dos estrategias para actuar en la conservación de la biodiversidad, mismas que se enuncian sin objetivos mensurables: conservar la diversidad biológica y fomentar las capacidades de producción, transformación y consumo de los productos y servicios elaborados bajo lineamientos de sustentabilidad. Aparentemente en eso y los recaudatorios verificentros, tendríamos que reducir la política de protección ambiental y de biodiversidad en Morelos.
Daniel Martínez Castellanos
@martinellito
dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx