/ jueves 13 de agosto de 2020

Escaramuzas del pánico

El propósito de los medios masivos no es tanto de informar sobre lo que sucede, sino más bien dar forma a la opinión publica de acuerdo a las agendas del poder corporativo dominante.

Noam Chomsky



El desafío de la humanidad de plantearse perspectivas alternativas para imaginar lo posible ante la nueva normalidad planteada, requiere la buena intencionalidad de las consciencias político-sociales.

El frenesí inoportuno de los intereses confabulados impide la reactivación de un vínculo fundamental para la rehabilitación social frente a la emergencia sanitaria; debemos por tanto, estar bien informados desde los diversos medios y buscar ante todo, referenciales éticos y accionar el sentido común, ante los choques políticos la mediatización informativa que se vuelve un arma poco decorosa para atrincherar las estrategias electorales.

No obstante, las nuevas generaciones están forjando su toma de decisiones desde las redes sociales, después del síntoma generacional apolítico de hartazgo partidista, las juventudes repuntan ahora desde una considerable reinserción a ser sujetos históricos de la vida pública de su país. A pesar de sus claros-oscuros de participación, no podemos negar la politización favorable de nuestros jóvenes, podemos o no estar de acuerdo con sus posturas, pero finalmente es positivo su integración al espacio de participación cívica desde sus diversas formas de libre expresión mediante la red social.

Lo que enfrentamos es un reacomodo de los bastiones piramidales de información, y quienes están siendo relegados por el tsunami de las redes sociales, están combatiendo a sangre fría con una radicalización, que sí genera la polarización social. Hay una batalla desleal de hacer de la pandemia una forma de choque político, creando una serie de escaramuzas insistentes y permisivas para llevarnos a un escenario de pánico, además de incitarnos a buscar chivos expiatorios, como si dicha crisis sanitaria mundial fuera solo responsabilidad de un gobierno.

Hagamos de este momento de cataclismo social un tiempo para hacernos maduros en toda nuestra integridad político-social-espiritual; convido para apostarle a la reconstrucción de la confianza, la vida tiene que ser reactivada, pero nos obnubila la constante información de terror. Es tiempo de cuidarnos pero no sólo con un cubre bocas, requerimos el replanteamiento de nuestros hábitos alimenticios, procurar el ejercicio y fortalecer nuestro sistema inmunológico. Emprendamos la nueva normalidad con anticuerpos axiológicos del cuidado de la vida, así como de dar un giro epistémico de pensarnos de otra forma posible y mejor de vivir.

No olvidemos recibir toda la información; y a la manera cartesiana, poner todo en la duda ético razonable para evitar la confusión informativa de una batalla campal de lo político-partidista. Lo que nos compete es fortalecer nuestro cuerpo-mente y espíritu para verdaderamente hacerle frente a esta pandemia, no desde el miedo mediático sino desde la capacidad de reinventarnos civilizatoriamente; porque los que están empecinados en sus rabietas partidistas no cesarán hasta el fin electoral del 2021, pero que esta lucha no arrolle la paz y confianza que tanto necesitamos para recomenzar a volver a vivir.

El propósito de los medios masivos no es tanto de informar sobre lo que sucede, sino más bien dar forma a la opinión publica de acuerdo a las agendas del poder corporativo dominante.

Noam Chomsky



El desafío de la humanidad de plantearse perspectivas alternativas para imaginar lo posible ante la nueva normalidad planteada, requiere la buena intencionalidad de las consciencias político-sociales.

El frenesí inoportuno de los intereses confabulados impide la reactivación de un vínculo fundamental para la rehabilitación social frente a la emergencia sanitaria; debemos por tanto, estar bien informados desde los diversos medios y buscar ante todo, referenciales éticos y accionar el sentido común, ante los choques políticos la mediatización informativa que se vuelve un arma poco decorosa para atrincherar las estrategias electorales.

No obstante, las nuevas generaciones están forjando su toma de decisiones desde las redes sociales, después del síntoma generacional apolítico de hartazgo partidista, las juventudes repuntan ahora desde una considerable reinserción a ser sujetos históricos de la vida pública de su país. A pesar de sus claros-oscuros de participación, no podemos negar la politización favorable de nuestros jóvenes, podemos o no estar de acuerdo con sus posturas, pero finalmente es positivo su integración al espacio de participación cívica desde sus diversas formas de libre expresión mediante la red social.

Lo que enfrentamos es un reacomodo de los bastiones piramidales de información, y quienes están siendo relegados por el tsunami de las redes sociales, están combatiendo a sangre fría con una radicalización, que sí genera la polarización social. Hay una batalla desleal de hacer de la pandemia una forma de choque político, creando una serie de escaramuzas insistentes y permisivas para llevarnos a un escenario de pánico, además de incitarnos a buscar chivos expiatorios, como si dicha crisis sanitaria mundial fuera solo responsabilidad de un gobierno.

Hagamos de este momento de cataclismo social un tiempo para hacernos maduros en toda nuestra integridad político-social-espiritual; convido para apostarle a la reconstrucción de la confianza, la vida tiene que ser reactivada, pero nos obnubila la constante información de terror. Es tiempo de cuidarnos pero no sólo con un cubre bocas, requerimos el replanteamiento de nuestros hábitos alimenticios, procurar el ejercicio y fortalecer nuestro sistema inmunológico. Emprendamos la nueva normalidad con anticuerpos axiológicos del cuidado de la vida, así como de dar un giro epistémico de pensarnos de otra forma posible y mejor de vivir.

No olvidemos recibir toda la información; y a la manera cartesiana, poner todo en la duda ético razonable para evitar la confusión informativa de una batalla campal de lo político-partidista. Lo que nos compete es fortalecer nuestro cuerpo-mente y espíritu para verdaderamente hacerle frente a esta pandemia, no desde el miedo mediático sino desde la capacidad de reinventarnos civilizatoriamente; porque los que están empecinados en sus rabietas partidistas no cesarán hasta el fin electoral del 2021, pero que esta lucha no arrolle la paz y confianza que tanto necesitamos para recomenzar a volver a vivir.