Por Mariana Elizabeth Recoder Luna
En los últimos años, la educación socioemocional ha atravesado, a nivel nacional e internacional, un proceso de deconstrucción de su objeto de estudio, sus fines, sus estrategias metodológicas y sus campos de intervención. Los jóvenes se encuentran en una nueva etapa de su vida en la que deben afrontar numerosos cambios que son consecuencia del proceso de resocialización que experimentan.
El alumnado debe asumir las características, actitudes y comportamientos que conllevan este nuevo período y que nunca habían asumido. Es por ello el interés en que los jóvenes de primer grado de secundaria aprendan a manejar sus emociones por medio de actividades guiadas que les ayuden a hacerlo y tener como resultado un alumno responsable de sus emociones, de sus acciones y de su mejora personal, así como colaborativo con los demás y con una sociedad cambiante llena de retos. De hecho, la Articulación de la Educación Básica se centra en los procesos de aprendizaje de las alumnas y los alumnos al atender sus necesidades específicas para que mejoren las competencias que permitan su desarrollo personal.
Los Programas de estudio 2017 contenían los propósitos, enfoques, Estándares Curriculares y aprendizajes esperados, manteniendo su pertinencia, gradualidad y coherencia de sus contenidos, así como el enfoque inclusivo y plural que favorece el conocimiento y aprecio de la diversidad cultural y lingüística de México; además, se centraban en el desarrollo de competencias con el fin de que cada estudiante pueda desenvolverse en una sociedad que le demanda nuevos desempeños para relacionarse en un marco de pluralidad y democracia, en un mundo global e interdependiente.
Creo que no podemos dejar a un lado como la sociedad y el ambiente cultural repercuten en esto, ya que nos invitan a reprimir ciertas emociones, pues “no es bueno molestarse, sentir celos o expresar frustración”. Es por esto por lo que el punto clave para ayudarle a los alumnos, es enseñarles a reconocer, comprender y expresar sus emociones; pero para poder ayudarles, primero habrá que entender las propias.
La conciencia emocional requiere el desarrollo de competencia a través de la observación, de nuestro comportamiento y el de las personas que nos rodean. Esto implica la comprensión de la diferencia entre pensamientos, acciones y emociones; comprender las causas y consecuencias de las emociones; evaluar la intensidad de las emociones; reconocer y utilizar el lenguaje de las emociones, tanto en comunicación verbal como no verbal. Y es que muchas veces reaccionamos ante la emoción del otro. Si lográramos tener consciencia de cuando nuestras emociones “nos dominan”, podríamos gestionarlas de forma que seamos nosotros quienes llevamos el mando de nuestra vida.
Así mismo, es importante reconocer las emociones en los demás y no tomar sus reacciones como algo personal, logrando así una empatía y comprensión; amén de apoyar y brindar nuestra terapia de manera objetiva y clara. Esto se dice fácil, pero es un trabajo que realizar día con día pues se requiere valor y humildad para identificarla, pero especialmente reconocerlas y comenzar a manejarlas a favor de nuestra vida cotidiana, para finalmente lograr una buena calidad de vida.
Por ello, es importante reconsiderar que en la educación secundaria no sólo se atienda el aspecto cognitivo, sino todas las potencialidades con las que cuenta el alumno, optimizando el desarrollo emocional, desarrollando sus habilidades de expresión y comunicación, respetando a los demás en un ambiente de relación positiva continua que le permita indagar e investigar a través de estrategias variadas que propicien la autoconfianza, la motivación, el trabajo colaborativo y la creatividad.
El docente debe ser un profesional reflexivo, capaz de atender las necesidades y motivaciones de los alumnos, además de propiciar que lo aprendido sea significativo y lo proyecten más allá de los patios de las escuelas, así como hacer del movimiento un estilo de vida saludable.
La educación basada en las estrategias para el manejo de emociones conduce al docente hacia su actualización y perfeccionamiento en esta área para favorecer los aprendizajes esperados ya que un alumno emocionalmente preparado obtiene como resultado un ser humano capaz de enfrentarse a las adversidades de manera resiliente. Es así que la función del docente requiere empleo de tiempo, esfuerzo y dedicación al mejoramiento personal y profesional para comprender las necesidades de los alumnos.
La participación en eventos relacionados con el reconocimiento de emociones despierta el sentido creador y docente durante las interacciones en los espacios de trabajo y el manejo de estas actividades, conducido como acción espontánea y natural, mejora el establecimiento de las relaciones personales a través de la comunicación alumnos–docentes.
Entonces, sugiero las siguientes recomendaciones para alcanzar los objetivos planteados al inicio del texto:
- Los docentes deben conducir el manejo de emociones en las aulas tomando en cuenta las áreas del desarrollo de los jóvenes y la orientación futura que la proyecte para la vida.
- Los docentes deben proponer las estrategias para que los alumnos logren favorecer el desarrollo integral en los espacios de aprendizaje.
- Los conocimientos adquiridos por los educadores deben permitirles manejar una serie de criterios a fin con el proceso enseñanza – aprendizaje para mejorar las estrategias metodológicas empleadas a través de las actividades que promuevan el reconocimiento y manejo de emociones para la vida diaria y en sociedad.
- Las necesidades deben ser comprendidas por los docentes quienes suplirán dichas carencias mediante la introducción de adecuadas estrategias metodológicas para favorecer el desarrollo integral de los alumnos.
- Planificar actividades motivantes y detonantes por medio del juego para manejar y reconocer las emociones de nuestros estudiantes, dirigidas por los docentes como forma de aprovechar el tiempo libre desarrollando estrategias metodológicas durante las horas de instancia dentro del aula, de la institución y fuera de ella.
- Participar activamente en eventos relacionados con el manejo de emociones, como una forma de adquirir conocimientos y conducir estrategias relacionadas para la autorregulación, autocontrol, conocimiento y reconocimiento de emociones de los jóvenes para la construcción de un proyecto de vida emocional que coadyuven a un ser social para manejarse en equilibrio y dar como objetivo un ser preparado en todos los aspectos de su vida.
MARIANA ELIZABETH RECODER LUNA es Licenciada en Contabilidad y Maestra en Educación por la UNAM. Actualmente estudia el doctorado en Planeación, Evaluación y Gestión educativa en el Centro Universitario Humanista en Educación (CUHE) y es docente frente a grupo y subdirectora en Telesecundaria.