Por Andrés Azael Mayorga Lopez
La Organización Mundial de Propiedad Intelectual es un organismo afiliado a la ONU que busca incentivar la creatividad, fomenta la innovación y contribuye al desarrollo económico sin dejar de velar por el interés público, pero derivado del continuo aumento del número de solicitudes de patente en todo el mundo y el desarrollo constante de las tecnologías que plantean problemas a la hora de tramitar de forma eficaz y eficiente las solicitudes de patente y de lograr que las patentes que se conceden internacionalmente sean de alta calidad y contribuyan a la innovación y la difusión de la tecnología.
La Inteligencia Artificial es la combinación de algoritmos planteados con el propósito de crear máquinas que presenten las mismas capacidades que el ser humano. Una tecnología que todavía nos resulta lejana y misteriosa, pero que desde hace unos años está presente en nuestro día a día a todas horas (Rometty, 2020). El crecimiento de la Inteligencia Artificial en diversos ámbitos técnicos plantea una serie de cuestiones sobre las políticas en materia de Propiedad Intelectual; de lo que se trata, esencialmente, en lograr determinar si debe modificarse el sistema vigente a fin de prever una protección equilibrada de las obras e invenciones creadas por medio de la misma, y de los datos en los que se basa la IA para funcionar. La OMPI ha iniciado un proceso abierto para llevar adelante el diálogo sobre las repercusiones de las políticas de Propiedad Intelectual.
El continuo desarrollo de la inteligencia artificial ha sido enfocado principalmente para realizar tareas de una forma más eficiente que, de otro modo, se realizan manualmente: comunicaciones con clientes, identificación de patrones y resolución de problemas, logrando con el avance de la tecnología proporcionar una comprensión más completa de la abundancia de datos disponibles y automatizar tareas excesivamente complejas generando grandes avances en la tecnología y las empresas.
Es por eso que se ha llevado en la OMPI diversos estudios en donde expertos en Inteligencia Artificial han examinado las tendencias de la tecnología en donde se estableció una taxonomía para agrupar por categorías las tecnologías y aplicaciones de la IA que pueden utilizarse en futuras investigaciones. También proporciona una base común de información sobre la IA para los responsables políticos y los encargados de la toma de decisiones de gobiernos y empresas, así como para los ciudadanos interesados que están lidiando con esta novedosa y arrolladora tecnología.
De acuerdo al informe presentado de la OMPI en el 2019 señala que muchos sectores e industrias están explorando formas de aprovechar el potencial comercial de la IA. Entre ellos se incluyen la banca, el entretenimiento, la seguridad, la industria, la producción, la agricultura y redes sociales, planteando nuevos retos políticos a los gobiernos y a los reguladores que incluyen la utilización y la protección de los datos personales, el desarrollo de normas y la divulgación de datos, la forma de financiar la innovación y la regulación de las nuevas tecnologías e incluso el riesgo de que una IA altamente avanzada, lo que algunos han denominado “super inteligencia”, pueda suponer una amenaza para la existencia humana.
La pregunta que nos concierne respecto a la autoría y los derechos de autor en el contexto de la IA es compleja. La generación de obras como música, arte y literatura por parte de sistemas de IA plantea cuestionamientos sobre ¿si deberían ser consideradas objeto de protección legal?, ya que algunas jurisdicciones mencionan que carecen de la cualidad de originalidad inherente a la creatividad humana, sin embargo, en otros lugares, se están discutiendo cambios legislativos para abordar esta cuestión y reconocer la propiedad intelectual generada por IA. Es necesario encontrar un equilibrio entre la protección de los derechos del creador humano y el reconocimiento de las contribuciones de la IA. Una posible solución radica en adoptar un enfoque basado en la responsabilidad, donde las personas que utilizan la IA sean consideradas responsables de las creaciones generadas. Esto implica establecer claramente quién es el titular de los derechos y quién asume la responsabilidad en caso de infracciones o disputas legales. Además, se pueden implementar licencias específicas para la utilización de la IA en la creación, de modo que se establezcan los términos y condiciones bajo los cuales se puede utilizar la tecnología sin infringir los derechos de propiedad intelectual. Estas licencias podrán establecer limitaciones en el alcance de la protección, así como requisitos de atribución y compensación para los creadores de dichas obras según el autor (Fu Lee, 2023).
Esta es una cuestión que todavía no está resuelta en la normativa vigente, de modo que no existe un mecanismo de protección de los agentes creativos que han propiciado que una Inteligencia Artificial pueda desarrollar una obra artística determinada. Por ejemplo, un usuario que introduzca una palabra en una aplicación de IA que genera imágenes, con la actual legislación no pasaría a poseer los derechos sobre la obra generada. En última instancia, la colaboración entre la comunidad internacional y la OMPI es esencial para abordar estos desafíos de manera efectiva. La adaptación de las leyes de propiedad intelectual a nivel global, con el liderazgo de la OMPI, será crucial para fomentar la innovación y garantizar la protección adecuada de los derechos de propiedad intelectual en la era de la inteligencia artificial.
Aprovechar el potencial de la IA para el desarrollo y el crecimiento económico hace necesario generar políticas equilibradas que promuevan la innovación responsable y respetuosa de los derechos fundamentales. Esto implica prepararse para entender y enfrentar mejor los nuevos desafíos. Ante la proliferación de estándares y directrices éticas internacionales, un gran reto está en identificar una estrategia que responda a dicho marco global, pero sin perder de vista las necesidades y potencialidades del país. Sin perjuicio de las otras muchas preocupaciones que deben considerarse prioritarias en la agenda mundial, parece claro que la IA constituye una “tarea pendiente” que debe ser atendida primordialmente.
Andrés Azael Mayorga Lopez es alumno de la Licenciatura en Negocios Internacionales de la ESCA Santo Tomás.