/ jueves 18 de enero de 2024

La necesidad humana del trabajo forzado

Por: Jeysol Joanna Gaspar Espinosa

Lamentablemente la esclavitud sigue vigente y es un problema real del siglo XXI, está es un acto de lesa humana, termino acuñado al sistema en el que las personas son tratadas como propiedad a un tercero, asociada a la idea colectiva de las cadenas, grilletes y privación de la libertad, así como, a víctimas con determinadas características como el color de piel, origen, religión, etc. Pero la esclavitud contemporánea o moderna se manifiesta de formas más complejas, como el trabajo forzoso, matrimonios forzados, trabajo infantil, trata de personas, servidumbre por deudas y la explotación sexual siendo cada una significativa.

La desregulación de los mercados laborales, la reducción de los costes de transporte y las nuevas tecnologías han facilitado la explotación de trabajadores en países con regulaciones laborales débiles o inexistentes. Con un estimado de 25 millones de personas víctimas de trabajo forzoso que tan solo en el sector privado, 16 millones de personas en todo el mundo son víctimas de estos trabajos. El trabajo forzoso implica trabajar sin consentimiento, bajo amenaza, coerción o engaño, y a menudo implica largas horas de trabajo, bajos salarios y condiciones de trabajo peligrosas aumentando el riesgo de accidentes laborales graves, y efectos en la salud mental como la depresión, el trastorno de estrés postraumático, la ansiedad y otros problemas de salud mental, sin mencionar las afectaciones físicas. El trabajo forzoso genera ganancias anuales en el mundo de 150 mil millones de dólares la mayoría de las ganancias ilegales son generadas en la región Asia Pacífico, seguida por Economías Desarrolladas y la Unión Europea

Las industrias que más utilizan el trabajo forzoso son aquellas que requieren una gran cantidad de mano de obra y donde la demanda de producción es alta. Entre ellas se encuentran la agricultura, la construcción, la minería, la manufactura textil. Esto es una preocupación crítica para muchas empresas sobre todo aquellas multinacionales pues el riesgo aumenta aún más en la cadena de suministro, en especial cuando las empresas se abastecen en países con un elevado nivel de pobreza y de desigualdad, una economía informal potente, corrupción, falta de protección jurídica, escasa aplicación de la ley y en los que es práctica común recurrir a agencias de contratación y proveedores de mano de obra que no están registrados o están sujetos a una regulación deficiente.

Por mencionar la industria de la moda, cuántas veces no se ha escuchado de la explotación en países como Bangladesh o Nepal con la famosa fast-fashion. Donde millones de personas son víctimas de este tipo de explotación, que ha aumentado en los últimos años según estimaciones de la OIT. El 12% son niños y niñas y las mujeres representan el 80% de la fuerza laboral de este sector a nivel mundial, se cree que ellas son expuestas a estos trabajos debido a factores de género, bajo nivel educativo, discriminación y falta de oportunidades laborales.

El trabajo forzado también es frecuente en la India, donde los niños extraen habitualmente mica, el mineral que da brillo a la sombra de ojos y a la pintura de los coches; en la República Democrática del Congo, donde los trabajadores contratados trabajan para extraer cobalto para las baterías de los coches eléctricos; en Japón, donde los trabajadores de las prisiones ensamblan consolas de videojuegos y en Tailandia, siendo el tercer exportador de mariscos del mundo, ha sido acusado de formar las tripulaciones de sus barcos con birmanos y camboyanos que fueron forzados a trabajar como esclavos. De acuerdo con un birmano que escapó de sus traficantes indicó que lo forzaron a abordar un pequeño barco en mar abierto donde tenía que pescar durante 20 horas al día sin recibir un pago haciendo mención que “La gente decía que a cualquiera que trataba de escapar le rompían las piernas, le rompían las manos o incluso lo mataban”, pareciera que se retoman las viejas prácticas.

Respecto a México, las ofertas de empleo es una de las formas más usadas para enganchar a las víctimas con fines de explotación laboral, por lo general se dan a través de redes sociales como Facebook y WhatsApp se presentaron principalmente en Baja California y Sonora que iban dirigidas a trabajadores de maquilas y cosecha, así mismo las mujeres pertenecientes a grupos étnicos son doblemente discriminadas y explotadas en los grandes campos agrícolas del noroeste del país, ambos grupos reciben sueldos bajos, sin equipo de trabajo, amenazados e incluso aumentando su deuda por el consumo de alimentos, agua, luz y hospedaje.

En cuanto a los productos que llegan a México fabricados por personas en condiciones de esclavitud moderna, los cinco principales son: electrónicos (computadoras y celulares), ropa, paneles solares, telas y maderas estás últimas provienen de Rusia, Perú y Brasil. La ropa se importa de China, India, Bangladesh, Vietnam y Malasia. Los textiles llegan desde China, también los paneles solares.

La esclavitud no es inevitable o natural, sino que es una institución creada por los humanos. Y no se justifica que está exista, simplemente ha estado en la historia de la humanidad desde hace siglos y si se desea erradicarla o al menos aminorarla será necesario abordar los factores estructurales que la facilitan, como la desigualdad social y económica, la impunidad, la globalización, la cooperación política, los derechos humanos e igualdad de género.

Asimismo, es importante concientizar a la población sobre la esclavitud y sus formas contemporáneas. Esto ayudará a crear conocimiento sobre el problema y a promover la empatía hacia las víctimas, en el caso de los empresarios o emprendedores deberán asegurarse que sus trabajadores cuenten con un ambiente óptimo para su desarrollo, que se respeten sus derechos y beneficios, incorporando buenas prácticas verificando que tanto sus propios sitios de trabajo como los sitios de los proveedores tengan sistemas sólidos de gestión laboral, dirigir las actividades de abastecimiento a ubicaciones de menor riesgo y finalmente, como consumidores, identificar el origen de productos para evitar en mayor medida su consumo si provienen de países vulnerables a condiciones de esclavitud moderna.

Jeysol Joanna Gaspar Espinosa alumna de la Licenciatura en Negocios Internacionales de la ESCA Santo Tomás


Por: Jeysol Joanna Gaspar Espinosa

Lamentablemente la esclavitud sigue vigente y es un problema real del siglo XXI, está es un acto de lesa humana, termino acuñado al sistema en el que las personas son tratadas como propiedad a un tercero, asociada a la idea colectiva de las cadenas, grilletes y privación de la libertad, así como, a víctimas con determinadas características como el color de piel, origen, religión, etc. Pero la esclavitud contemporánea o moderna se manifiesta de formas más complejas, como el trabajo forzoso, matrimonios forzados, trabajo infantil, trata de personas, servidumbre por deudas y la explotación sexual siendo cada una significativa.

La desregulación de los mercados laborales, la reducción de los costes de transporte y las nuevas tecnologías han facilitado la explotación de trabajadores en países con regulaciones laborales débiles o inexistentes. Con un estimado de 25 millones de personas víctimas de trabajo forzoso que tan solo en el sector privado, 16 millones de personas en todo el mundo son víctimas de estos trabajos. El trabajo forzoso implica trabajar sin consentimiento, bajo amenaza, coerción o engaño, y a menudo implica largas horas de trabajo, bajos salarios y condiciones de trabajo peligrosas aumentando el riesgo de accidentes laborales graves, y efectos en la salud mental como la depresión, el trastorno de estrés postraumático, la ansiedad y otros problemas de salud mental, sin mencionar las afectaciones físicas. El trabajo forzoso genera ganancias anuales en el mundo de 150 mil millones de dólares la mayoría de las ganancias ilegales son generadas en la región Asia Pacífico, seguida por Economías Desarrolladas y la Unión Europea

Las industrias que más utilizan el trabajo forzoso son aquellas que requieren una gran cantidad de mano de obra y donde la demanda de producción es alta. Entre ellas se encuentran la agricultura, la construcción, la minería, la manufactura textil. Esto es una preocupación crítica para muchas empresas sobre todo aquellas multinacionales pues el riesgo aumenta aún más en la cadena de suministro, en especial cuando las empresas se abastecen en países con un elevado nivel de pobreza y de desigualdad, una economía informal potente, corrupción, falta de protección jurídica, escasa aplicación de la ley y en los que es práctica común recurrir a agencias de contratación y proveedores de mano de obra que no están registrados o están sujetos a una regulación deficiente.

Por mencionar la industria de la moda, cuántas veces no se ha escuchado de la explotación en países como Bangladesh o Nepal con la famosa fast-fashion. Donde millones de personas son víctimas de este tipo de explotación, que ha aumentado en los últimos años según estimaciones de la OIT. El 12% son niños y niñas y las mujeres representan el 80% de la fuerza laboral de este sector a nivel mundial, se cree que ellas son expuestas a estos trabajos debido a factores de género, bajo nivel educativo, discriminación y falta de oportunidades laborales.

El trabajo forzado también es frecuente en la India, donde los niños extraen habitualmente mica, el mineral que da brillo a la sombra de ojos y a la pintura de los coches; en la República Democrática del Congo, donde los trabajadores contratados trabajan para extraer cobalto para las baterías de los coches eléctricos; en Japón, donde los trabajadores de las prisiones ensamblan consolas de videojuegos y en Tailandia, siendo el tercer exportador de mariscos del mundo, ha sido acusado de formar las tripulaciones de sus barcos con birmanos y camboyanos que fueron forzados a trabajar como esclavos. De acuerdo con un birmano que escapó de sus traficantes indicó que lo forzaron a abordar un pequeño barco en mar abierto donde tenía que pescar durante 20 horas al día sin recibir un pago haciendo mención que “La gente decía que a cualquiera que trataba de escapar le rompían las piernas, le rompían las manos o incluso lo mataban”, pareciera que se retoman las viejas prácticas.

Respecto a México, las ofertas de empleo es una de las formas más usadas para enganchar a las víctimas con fines de explotación laboral, por lo general se dan a través de redes sociales como Facebook y WhatsApp se presentaron principalmente en Baja California y Sonora que iban dirigidas a trabajadores de maquilas y cosecha, así mismo las mujeres pertenecientes a grupos étnicos son doblemente discriminadas y explotadas en los grandes campos agrícolas del noroeste del país, ambos grupos reciben sueldos bajos, sin equipo de trabajo, amenazados e incluso aumentando su deuda por el consumo de alimentos, agua, luz y hospedaje.

En cuanto a los productos que llegan a México fabricados por personas en condiciones de esclavitud moderna, los cinco principales son: electrónicos (computadoras y celulares), ropa, paneles solares, telas y maderas estás últimas provienen de Rusia, Perú y Brasil. La ropa se importa de China, India, Bangladesh, Vietnam y Malasia. Los textiles llegan desde China, también los paneles solares.

La esclavitud no es inevitable o natural, sino que es una institución creada por los humanos. Y no se justifica que está exista, simplemente ha estado en la historia de la humanidad desde hace siglos y si se desea erradicarla o al menos aminorarla será necesario abordar los factores estructurales que la facilitan, como la desigualdad social y económica, la impunidad, la globalización, la cooperación política, los derechos humanos e igualdad de género.

Asimismo, es importante concientizar a la población sobre la esclavitud y sus formas contemporáneas. Esto ayudará a crear conocimiento sobre el problema y a promover la empatía hacia las víctimas, en el caso de los empresarios o emprendedores deberán asegurarse que sus trabajadores cuenten con un ambiente óptimo para su desarrollo, que se respeten sus derechos y beneficios, incorporando buenas prácticas verificando que tanto sus propios sitios de trabajo como los sitios de los proveedores tengan sistemas sólidos de gestión laboral, dirigir las actividades de abastecimiento a ubicaciones de menor riesgo y finalmente, como consumidores, identificar el origen de productos para evitar en mayor medida su consumo si provienen de países vulnerables a condiciones de esclavitud moderna.

Jeysol Joanna Gaspar Espinosa alumna de la Licenciatura en Negocios Internacionales de la ESCA Santo Tomás