/ lunes 18 de febrero de 2019

Estancias infantiles, una bendición

El gobierno ha encontrado que las estancias infantiles también fueron infectadas por la corrupción, por lo que ha tomado medidas que pudieran parecer extremas

En días pasados una madre de un par de pequeños menores de seis años se me acercó para decirme: “Senadora, las estancias infantiles son una bendición”.

Coincido totalmente con esa señora que todos los días tiene que ir a trabajar igual que su esposo; y aunque ella no regresa de laborar muy tarde, las estancias infantiles son de suma importancia para su familia porque no tiene con quién dejar a sus hijos.

Lamentablemente el gobierno ha encontrado que las estancias infantiles también fueron infectadas por la corrupción, por lo que ha tomado medidas que pudieran parecer extremas, pero sin embargo, coincido, son necesarias como también es necesario, que no se recule en la determinación de enfrentar este problema sino que tomen otras medidas para que dichos espacios sigan funcionando y den un servicio a miles de madres y padres de familia.

Por fortuna, en un comunicado, el gobierno de México ha señalado que las estancias infantiles “seguirán operando bajo nuevos estándares de máximo cuidado y bienestar para niñas y niños mexicanos (y) que se trabaja en esquema de coordinación entre Secretaría de Salud, Sistema DIF y gobiernos locales”.

Como ya señalaba, hoy en día las parejas necesitan de trabajar para llevar los recursos necesarios para su familia, y por lo tanto requieren dejar a sus hijos en manos de otra persona para su cuidado, y qué mejor de personas que estén capacitadas.

Si bien los abuelitos, por más que amen a sus nietos y les den los mejores cuidados, es excelente que estén en una estancia infantil, porque además de favorecer su proceso de socialización, dichas escuelas contribuyen en su estimulación y desarrollo a temprana edad, les permiten afinar sus habilidades, a tener la alimentación adecuada y la estimulación correcta, según su edad. En una palabra se les prepara a ser independientes.

Esto mismo se señala en un comunicado de la Secretaría de Bienestar donde se precisa que las estancias infantiles deben de “operar bajo estándares de máximo cuidado y bienestar para las niñas y los niños beneficiarios”.

Lamentablemente las estancias infantiles han sido carcomidas también por la descomposición, y no sólo de esto ha dado cuenta el presidente Andrés Manuel López Obrador. En distintas partes del país se han hecho acusaciones en este mismo sentido.

El pasado domingo 10 de este mes, la reportera San Juan Martínez, en el diario La Jornada, entrevistó a Patricia Duarte Franco, madre de un pequeño de los 48 bebés que murieron el 5 de junio del 2009 en la guardería ABC de Hermosillo, Sonora.

Afirmó que a aquellas niñas y niños, “no los mataron el fuego y el humo sino la corrupción en las adjudicaciones directas de guarderías y estancias infantiles para allegados a las cúpulas del poder político”. Por ello “aplaude la decisión del nuevo gobierno de recortar el presupuesto al programa de estancias infantiles donde, dice, han muerto más de 80 niños por graves fallas del sistema”.

La Auditoría Superior de la Federación, como resultado de una Auditoría de Desempeño 2017-2018 aplicada al programa de Estancias Infantiles, señala que “la Sedesol no acreditó la debida admisión de más de 300 estancias; no atendió a su población objetivo; no acreditó la debida capacitación a más de 20 mil responsables de estancias y tampoco acreditó que 659 estancias (7 por ciento del total) contaran con el documento que formaliza la entrega de subsidios”.

Sin lugar a dudas es entendible la preocupación, particularmente de miles de mujeres, por no tener dónde estar sus hijas e hijos, como también entendible la importancia de acabar con la corrupción.

Es necesario por lo tanto hacer a un lado a quienes aparentan estar “irritados” y que sólo buscan seguir haciendo negocios económicos y políticos abanderando preocupaciones entendibles.

Por lo pronto es necesario aterrizar acuerdos entre los directivos de esas escuelas, las y los padres de familia y el gobierno para dejar reglas claras que permitan sigan funcionando dichas estancias infantiles, y sigan, sin lugar a dudas, siendo una bendición.

En días pasados una madre de un par de pequeños menores de seis años se me acercó para decirme: “Senadora, las estancias infantiles son una bendición”.

Coincido totalmente con esa señora que todos los días tiene que ir a trabajar igual que su esposo; y aunque ella no regresa de laborar muy tarde, las estancias infantiles son de suma importancia para su familia porque no tiene con quién dejar a sus hijos.

Lamentablemente el gobierno ha encontrado que las estancias infantiles también fueron infectadas por la corrupción, por lo que ha tomado medidas que pudieran parecer extremas, pero sin embargo, coincido, son necesarias como también es necesario, que no se recule en la determinación de enfrentar este problema sino que tomen otras medidas para que dichos espacios sigan funcionando y den un servicio a miles de madres y padres de familia.

Por fortuna, en un comunicado, el gobierno de México ha señalado que las estancias infantiles “seguirán operando bajo nuevos estándares de máximo cuidado y bienestar para niñas y niños mexicanos (y) que se trabaja en esquema de coordinación entre Secretaría de Salud, Sistema DIF y gobiernos locales”.

Como ya señalaba, hoy en día las parejas necesitan de trabajar para llevar los recursos necesarios para su familia, y por lo tanto requieren dejar a sus hijos en manos de otra persona para su cuidado, y qué mejor de personas que estén capacitadas.

Si bien los abuelitos, por más que amen a sus nietos y les den los mejores cuidados, es excelente que estén en una estancia infantil, porque además de favorecer su proceso de socialización, dichas escuelas contribuyen en su estimulación y desarrollo a temprana edad, les permiten afinar sus habilidades, a tener la alimentación adecuada y la estimulación correcta, según su edad. En una palabra se les prepara a ser independientes.

Esto mismo se señala en un comunicado de la Secretaría de Bienestar donde se precisa que las estancias infantiles deben de “operar bajo estándares de máximo cuidado y bienestar para las niñas y los niños beneficiarios”.

Lamentablemente las estancias infantiles han sido carcomidas también por la descomposición, y no sólo de esto ha dado cuenta el presidente Andrés Manuel López Obrador. En distintas partes del país se han hecho acusaciones en este mismo sentido.

El pasado domingo 10 de este mes, la reportera San Juan Martínez, en el diario La Jornada, entrevistó a Patricia Duarte Franco, madre de un pequeño de los 48 bebés que murieron el 5 de junio del 2009 en la guardería ABC de Hermosillo, Sonora.

Afirmó que a aquellas niñas y niños, “no los mataron el fuego y el humo sino la corrupción en las adjudicaciones directas de guarderías y estancias infantiles para allegados a las cúpulas del poder político”. Por ello “aplaude la decisión del nuevo gobierno de recortar el presupuesto al programa de estancias infantiles donde, dice, han muerto más de 80 niños por graves fallas del sistema”.

La Auditoría Superior de la Federación, como resultado de una Auditoría de Desempeño 2017-2018 aplicada al programa de Estancias Infantiles, señala que “la Sedesol no acreditó la debida admisión de más de 300 estancias; no atendió a su población objetivo; no acreditó la debida capacitación a más de 20 mil responsables de estancias y tampoco acreditó que 659 estancias (7 por ciento del total) contaran con el documento que formaliza la entrega de subsidios”.

Sin lugar a dudas es entendible la preocupación, particularmente de miles de mujeres, por no tener dónde estar sus hijas e hijos, como también entendible la importancia de acabar con la corrupción.

Es necesario por lo tanto hacer a un lado a quienes aparentan estar “irritados” y que sólo buscan seguir haciendo negocios económicos y políticos abanderando preocupaciones entendibles.

Por lo pronto es necesario aterrizar acuerdos entre los directivos de esas escuelas, las y los padres de familia y el gobierno para dejar reglas claras que permitan sigan funcionando dichas estancias infantiles, y sigan, sin lugar a dudas, siendo una bendición.

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