/ jueves 15 de diciembre de 2022

¿Idolatría o amor?

En ocasiones, el amor es un cruel espejismo. Un grito desolador que no quieres escuchar, que te atrapa en cada oleada de aire que entra y sale de tu ser. A la modelo rubia más icónica de los años 60´s, Sharon Tate, la envolvió un amor destructivo y brutal.

Cuando conoció al productor de cine y guionista, Roman Polanski. Él era el centro del universo.

Tras el filme “El bebé de Rosemary” en 1968, su fama y su carrera cobraron mayor fuerza, pues la industria cinematográfica lo consideró como uno de los directores más respetados e importantes de su generación.

Desde que comenzó la historia de amor entre Sharon y Roman circularon un sinfín de rumores de infidelidad, promiscuidad y tríos forzados, aunque en aquella época, la sociedad estadounidense estaba inmersa en el movimiento hippie que profesaba entre tantas ideologías, una revolución sexual.

Así que, en ese tenor, las extravagancias y conductas sexuales de Polanski o de cualquier otro productor, actor o modelo de la gran era de oro hollywoodense, estaba permitido.

Ellos se conocieron en 1967, en un set mientras filmaban “The Fearless vampire killers” (Los asesinos de vampiros audaces”. Y pese a que las primeras conversaciones que sostuvieron no fueron del todo amistosas, los días que compartieron tras las cámaras fueron decisivos para que Sharon quedara hipnotizada de la personalidad de Polanski.

Tal vez su arrogancia, otro tanto su soltura para relacionarse con el círculo social de la industria. Así como su edad, influyeron para que Tate quedara completamente enamorada de Polanski, quien le llevaba casi 10 años.

De inmediato, el amor entre ambos subió de intensidad y trepidó, hasta llevarlos al altar el 20 de enero de 1968.

Después de la boda, la pareja se mudó de Londres a Los Ángeles. Convirtiéndose en uno de los matrimonios más célebres de Hollywood.

// Roman adoptó el estilo de vida del “amor libre”, pero Tate no //

Sharon Tate estaba perdidamente enamorada. O al menos ella pensaba que eso que sentía era un auténtico amor.

Era una mujer entregada por completo a Polanski, aun cuando realizaba actos que iban en contra de sus creencias o valores.

Roman tenía un control absoluto sobre su mujer. Le decía cómo vestirse, cómo maquillarse, e incluso, dejó de maquillarse para cumplir los deseos de su marido.

Y aunque no hay certeza de ello, existen versiones cercanas a la extinta modelo y actriz, que expresan que también la obligaba a complacerlo sexualmente con otras mujeres.

Pronto, las noches desenfrenadas, fiestas excéntricas y amor sin mesura terminaron. Tate quedó embarazada. Sin embargo, la noticia enfadó tanto a Polanski, que le pide que abortara. Pues parecía que al ilustre cineasta le causaba asco mantener relaciones sexuales con ella, en ese estado.

Durante esos meses, Roman pasó ausente y lejos de casa.

// Polanski vive su propio filme de ficción y terror //

La vida le cobra factura. Mientras Roman filmaba una película en Londres, Sharon estaba sola en su casa de Los Ángeles rodeada de sus amigos más cercanos.

Era 9 de agosto de 1969, cuando Tate recibió la visita de Jay Sebring, Abigail Folger, Wojciech Frykowski y Steven Parent.

Esa tarde ella se veía radiante, con ese brillo particular que destilan las mujeres en cinta. Precisamente, esa fue la última vez que Tate sonreía y gozaba de una cálida charla entre amigos.

Integrantes de la secta de Charles Manson irrumpieron en la casa Polanski para quitarle la vida a todos los ahí reunidos. El múltiple homicidio obedecía a cumplir con el culto dictado por su líder e iniciar una guerra racial denominada “Helter Skelter”.

Tanto Sharon Tate como sus invitados fueron apuñalados más de 10 veces y su sangre se usó para escribir en las paredes.

La escena del crimen recorrió todo el mundo. Fue así como este culto satánico se dio a conocer, destapando una serie de asesinatos y atrocidades cometidas por Manson.

Polanski estaba destrozado. No podía creer lo que estaba pasando. Y ante la mirada atónita de la tragedia, se desvaneció en un profundo dolor.

Roman estaba profundamente cubierto de un amor narcisista. Un amor que no lo dejó escuchar a su entonces compañera, uno que menospreció las necesidades de su joven pareja.

Porque el narcisista necesita al otro, y si el otro no está o si no le reflejan lo grandioso que es, buscará de cualquier manera ese refuerzo, por lo que en las relaciones íntimas pueden recurrir constantemente a la infidelidad.

¿Y qué hay de ella?, ¿estaba realmente enamorada?, muchos pensarán que sí lo estaba, pero lo que la mantuvo ahí fue una plena y total idolatría hacia Polanski. Hay señales claras: dejas que tu pareja tome todas las decisiones y el control de tu vida, tienes problemas para defender tus opiniones y hacerlas valer, dependes mucho de tu pareja o piensas en la vida sin él o ella, y enseguida te paralizas y sientes un vacío.

// El amor según Platón, Aristófanes y Sócrates //

Aristófanes, principal exponente de la comedia en Grecia, explica el amor a través de una historia: en la antigüedad los seres humanos estaban formados como si fueran una esfera que tenía cuatro brazos, cuatro piernas, dos cabezas y dos series de órganos sexuales, estos seres eran llamados andróginos debido a que poseían una parte masculina y una femenina. Estos seres se sentían completos y satisfechos. Eran hábiles y veloces, pues según Aristófanes, se podían desplazar como una especie de pelota, rodando con sus ocho extremidades.

Era tal el poder que alcanzaban estos seres que amenazaban el poder de los propios dioses, así que Zeus decidió dividirlos en dos, cortándolos por la mitad. Un factor que no sólo provocó debilidad física, al estar separadas en dos partes, una de ellas sentía la necesidad de buscar a la otra porción que perdió.

El mito del andrógino nos trata de exponer por qué hay atracción entre los seres humanos y por qué en ocasiones nos sentimos incompletos cuando estamos solos.

Hay otro mito que encontramos en la obra “El banquete” de Platón, es cómo Sócrates presenta el origen del dios Eros. Sócrates relata que Eros es hijo del dios de la abundancia Poros y que su madre es la diosa de la pobreza Penia, Eros al ser engendrado de la abundancia y de la pobreza se encuentra en una situación muy particular, porque Eros siempre se siente en carencia, siente que le falta algo. Como su madre que está en la pobreza. Por esta razón está en búsqueda de lo que tiene su padre, la riqueza. Y por ello, va al encuentro de las personas más bellas. Pero siempre experimentando que le falta algo.

Platón utiliza esta narración para presentar el carácter del amor, sin embargo, la caracterización del amor no termina ahí, ya que Sócrates opina que debemos amar a una persona que nos conduzca a lo más bello, es decir, la idea misma de la belleza que habita en el mundo de las formas o el mundo de las ideas, el amor físico debe inspirarnos a buscar lo más noble y debemos utilizar este sentimiento como una suerte de escalera que nos lleva del mundo sensible y físico hacia lo más espiritual.

Esto podemos hacerlo realidad, si buscamos a una persona que no solo sea bella en el exterior sino sobre todo en el interior. Y procurando este amor podemos alcanzar la belleza a la que tanto aspira el amor. Sin duda este tipo de reflexiones filosóficas nos ayuda a replantear el concepto del amor de una forma distinta, que no solo sea concebida como un mero placer físico sino algo que además nos haga ser mejores personas.

Lo cierto es que el amor transforma a las personas ordinarias en poetas, músicos y pintores. Pero también provoca seres tiranos, psicópatas y hasta asesinos que quieren controlar, poseer, lastimar y torturar a la persona que tanto creen amar.