Hoy estimado lector, deseo evocar el Diario Oficial número 21 del tomo LV, publicado el día viernes 26 de julio del año 1929, para ser exactos hace 95 años. En el cual, el Poder Ejecutivo a través del entonces presidente provisional de los Estados Unidos Mexicanos, el ciudadano Emilio Portes Gil, tuvo a bien expedir la Ley Orgánica de la Universidad Nacional Autónoma, nuestra UNAM.
Y para muchos, no significará algo relevante, sin embargo, dentro de sus considerandos, transcribo fragmentos que considero valiosos de mencionar, para conocimiento de nuestras nuevas generaciones universitarias en el país.
En los considerandos establecidos en el decreto de la Ley Orgánica de la Universidad, cito textualmente:
- 3º. Que ha sido un ideal de los mismos gobiernos revolucionarios y de las clases universitarias mexicanas, la autonomía de la Universidad Nacional.
- 6to. Que la autonomía universitaria debe significar una más amplia facilidad de trabajo, al mismo tiempo que una disciplina y equilibrada libertad;
- 7º. Que es necesario dar a los alumnos y profesores una más directa y real injerencia en el manejo de la Universidad.
- 8º. Que es indispensable que, aunque autónoma la Universidad, siga siendo una Universidad Nacional, por ende una institución de Estado, y contribuir dentro de su propia naturaleza al perfeccionamiento y logro de los mismos”.
Así mismo, en su artículo 2 de dicha ley, nos señalaba que:
La Universidad Nacional de México es una corporación pública, autónoma, con plena personalidad jurídica y sin más limitaciones que las señaladas por la Constitución General de la República.
Por lo anterior, podemos comentar que sin lugar a dudas, resulta de suma importancia que, a 95 años de movilizaciones de jóvenes universitarios, se dio la presente Ley Orgánica, lo que permitió al menos poder pensar en que las instituciones de nivel superior en México, pudieran desarrollar su actividad académica sin tener una subordinación a los gobiernos de los estados ni al ejecutivo federal.
Ahora bien, como se señala en el portal electrónico del Archivo Histórico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el año 1929, un conflicto estudiantil que inició por exámenes, que pasarían de ser anuales a semestrales. Generó el escenario propicio para la exigencia de la autonomía universitaria.
En ese año, a la par se detonó movilizaciones, así como huelga universitaria, que se extendió a lo largo del país. Emilio Portes Gil, acordó la autonomía para la Universidad, como una medida reconciliadora. Por lo que, en junio de ese año, el Congreso facultó al ejecutivo para emitir una nueva ley orgánica para la Universidad.
Hoy en día, la Autonomía Universitaria se constituye en tres esferas:
- A) Capacidad plena de la Universidad para gobernarse a sí misma, eligiendo a sus autoridades a través de sus propios instrumentos normativos.
- B) Posibilidad de administrar sus recursos financiero, humano y tecnológico de acuerdo con sus necesidades; así como la
- C) Libertad de cátedra para los académicos que incluye, libertad de los enfoques y metodología de sus plane de estudios, sin presiones del poder del Estado.
En esta tesitura, el pasado mes de abril el rector de la UNAM, Leonardo Lomelí Vanegas, señaló que la autonomía es “una conquista que hay que defender continuamente frente a tentaciones políticas, restricciones presupuestales y de los cuestionamientos que hay al conocimiento científico y la utilidad social de las ciencias, las humanidades y las artes”.
Como académicos inmersos en la esfera de la educación superior en México, debemos coincidir y tener claro, lo importante de la lucha ganada aquel 26 de julio de 1929.
Ya que, desde su creación la universidad a través de la gestión del gran maestro Justo Sierra, impulsor de la Universidad Nacional de México, en su discurso inaugural el 22 de septiembre de 1910, señaló “la importancia de la Universidad en la vida cultural de los mexicanos. Asimismo, la trascendencia de la educación pública, anhelante de justicia social a través de la educación…”
La autonomía es el complemento necesario para la educación superior, la autonomía debe seguir siendo el estandarte de cada universitario; que busca una justicia social, el derecho a la educación, pero, sobre todo el progreso de la sociedad a través de la generación y divulgación del conocimiento, mediante la extensión de la cultura.
Concluyo diciendo que la autonomía siempre permitirá emanar la libertad, sin subordinación de cualquier tipo. La autonomía de las universidades es ineludible para el estado mexicano, es un bien necesario; claro ejemplo son los 95 años, que hoy se cumplen. ¡Enhorabuena!
Seguimos trabajando, ¡nos leemos pronto!
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