A la fecha, en lo que va del año, casi 3 mil mujeres perdieron la vida en nuestro país, en diversos espacios en que se puede resumir la enorme violencia que respiramos a diario, que nos llega de todos lados, y de la cual todos somos responsables.
A su vez, en Morelos hemos tenido 935 feminicidios en 32 municipios de la entidad, lo cual configura una cifra por lo demás dramática, ya que se ha percibido claramente como reflejo de la saña con la que se persigue a las mujeres en Morelos, por el solo hecho de serlo.
Es claro que este mecanismo de muerte y destrucción no se construyó de golpe, ni a instancias de nadie en especial. Después de vendidas las plazas a los delincuentes, cuando las autoridades privatizaron la seguridad de los ciudadanos y el asunto se convirtió en negocio de bandas del crimen organizado, aliadas con el gobierno, el objetivo de matar, herir o humillar a las mujeres es un mecanismo que surgió de las mismas raíces de la impunidad, como fruto envenenado del caos social.
Mientras exista la exclusión social. Mientras haya miles de niños y niñas que crecen en las condiciones más miserables. Mientras la cultura del machismo siga tan arraigada en las mentes y los corazones de miles de familias, de padres y madres, mientras las jóvenes no reciban atención a sus problemas, seguirá existiendo la semilla de la violencia social, que se manifiesta de múltiples formas y que jamás descansa.
Para las mujeres mexicanas no hay tregua. Si bien los hombres también están sujetos a ciertas reglas de conducta social, a las mujeres se les discrimina y se les pagan menores salarios por el mismo trabajo. Y a esta condición no escapan ni las mujeres de origen campesino, ni las que se han graduado en escuelas superiores.
En Morelos hay varios organismos que atienden específicamente a las mujeres. Tierra de paso en la ruta Acapulco-Cuernavaca-México para el tráfico de toda clase de sustancias prohibidas. Por lo tanto, toda la población se contaminó –activa o pasivamente-- a consecuencia de esa realidad, que pone a los criminales en oportunidad de hacer negocios a costa de la salud, la vida y la seguridad de toda la población.
Hay una miríada de grupos feministas que atienden diversos aspectos del problema. Pero esto ya rebasó a todos. Hoy los grupos más radicales han tomado la ofensiva, lo cual solo ha sido rechazado por algunos de sus excesos, pero en la memoria colectiva se ha registrado como una protesta justa, que nos habla del hartazgo femenino acerca de la violencia que todas las mujeres del pueblo sufren a manos de los agresores, y la impunidad de los mismos.
Básicamente, es un llamado a las autoridades para que recuperan el papel central del estado, proporcionando paz, tranquilidad y el disfrute de los bienes de cada quien, además del bienestar que el avance cultural de la sociedad nos brinda a todos. Para eso, se requiere que el gobierno cuente con los recursos necesarios para atender a las mujeres. A la fecha, en Morelos no hay presupuesto para contener la violencia de género.
Hay una medida que urge tomar: las mujeres deben capacitarse y organizarse para resistir mejor. Capacitarse para la defensa personal: hay muchas maneras de evadir una agresión si las mujeres están capacitadas para resistir, si cuentan con los conocimientos y la preparación suficientes para escapar de ellas sin daño.
Pero finalmente lo que importa es la organización. Defender a las mujeres cuando es posible, o al menos crear una organización elemental que abarque vecinos, amigos, tíos, primos y otras personas que en un momento puedan hacerse cargo de la seguridad de las mujeres agredidas, llevarlas al hospital, etc.
Esa función puede ser realizada por refugios –como hasta la fecha se sigue haciendo—que resguarden a las mujeres de nuevas agresiones, al menos mientras reconstruyen su entorno familiar.
También, las universidades del país están implementando programas de protección a los estudiantes, en diversos campus, incluyendo el de la capital de Morelos. Es sin duda una preocupación central de los mexicanos.
LOS FEMINICIDAS, DESATADOS
Los feminicidios se han desatado en Morelos, a pesar de que hace 4 años fue decretado por las autoridades estatales la Alerta de Violencia de Genero (AVG) la cual establece diversos protocolos de operación que a la fecha no se han aplicado, básicamente porque no es un tema que interese a la autoridad política estatal.
Tal es el resumen que se puede hacer del informe presentado por la Comision Independiente de Derechos Humanos de Morelos (CIDHM) donde sus voceros dan a conocer las cifras de las agresiones contra las mujeres por su condición de género. De esos datos se concluye que, a pesar de la Alerta, el número de mujeres muertas en Morelos ha tenido un aumento incesante.
En el informe presentado por José Martínez Cruz y Juliana Quintanilla, voceros de esa organización, se detalla que, del 10 de agosto de 2015, cuando se decretó la AVG, a julio del presente, o sea unos 4 años, el avance de la violencia contra las mujeres se dio de la siguiente manera
- De agosto a diciembre de 2015, 27 feminicidios
- En 2016 fueron 47.
- En 2017 fueron 74.
- En 2018 fueron 88.
- En lo que va del 2019, se han producido 65 muertes de mujeres.
Las edades de las mujeres que más sufren las agresiones son: De 20 a 30 años, 218. De 31 a 40 años fueron 151 y 101 casos entre 11 y 20 años.
En 19 años -de comienzos del siglo a la fecha- se han producido 1 mil feminicidios, de los cuales la mayoría se concentra en la zona conurbada de Cuernavaca. De ellos:
- Cuernavaca 197 feminicidios.
- Jiutepec 90.
- Temixco 74.
- Xochitepec 46.
- E. Zapata 41.
- Tepoztlán 32.
Lo anterior nos da un subtotal de 480 feminicidios en la principal zona habitada del Estado.
Se añaden a la lista 59 feminicidios de Yautepec, 58 de Cuautla, 41 de Puente de Ixtla y 36 de Jojutla. Con esos datos queda claro el mapa de las agresiones a mujeres de Morelos en las zonas de referencia.