De un momento a otro, la polarización en el Congreso del estado se tornó diametral, al grado que la noche de este viernes, los diputados reanudaron la sesión -no en secreto pero sin avisarle a nadie- dicen, con la intención de modificar la integración de las comisiones legislativas.
Algo los detuvo y recularon. Ahí mismo solo unos minutos más tarde, volvieron a mandar la plenaria a receso. Quizá la falta de votos para lo importante, quizá alguna voz sensata que los convenció de no escalar la confrontación, quizá que si llegaban a eso no habría marcha atrás para pensar en acuerdos posteriores.
En el pasillo escuché que la decisión de no quitarle a Morena las principales comisiones sería una muestra de voluntad, un acto de misericordia, para volver a la negociación sobre una base distinta, pero eso también me sonó demasiado pretensioso.
La historia iba así hasta la tarde:
Pues resulta que los números en el Congreso de Morelos finalmente están dibujando el extremo de lo que podría ser la composición de los bloques que le dan al Poder Legislativo un "equilibrio de fuerzas".
Es que del -por cierto- muy bien visto bloque inicial 20 de 20 en el que se mostraron los diputados durante el primer mes de la Legislatura para desatorar temas añejos y proyectar armonía, no queda nada ya.
El desgaste inicial de ese mega bloque lo generaron temas como la despenalización del aborto, la designación de la próxima titular del Instituto para la Mujer, y también por supuesto, la forma de hacer política de cada grupo parlamentario, donde se escucharon quejas por la forma de unos y otros de hacer valer las mayorías.
Luego, los intereses encontrados en la desaparición o permanencia de la Entidad Superior de Auditoría y Fiscalización.
Pero sin duda -y debemos decir que ya se esperaba- ha sido el tema de los dineros, el que parece que finalmente hizo mella y fracturó el "todos unidos". Es que el diseño del presupuesto del próximo año, refleja para cada fuerza política, la consolidación de sus proyectos, sobre todo electorales, y parece que es ahí donde nadie piensa sacrificar su capital político.
Las promesas fueron muchas y costosas: la autonomía presupuestal de la Universidad, el cinco por ciento extra de Participaciones Federales a los municipios, las cirugías reconstructivas para cáncer de mama, además por supuesto del apuntalamiento urgente para seguridad y salud.
También desdibujaron su proyecto original las resoluciones de la Corte sobre no frenar más el incremento de presupuesto para otorgar la autonomía financiera al Poder Judicial y la Comisión de Derechos Humanos.
Total que del 20/20, de un momento a otro pasaron al 11/9 y parece -solo hasta este instante- que de aquí al 15 de diciembre cuando tendrían que aprobar el presupuesto, si acaso llega a ocurrir, las cosas podrían moverse hacia el 13/7, que no le sirve a nadie para conseguir los 14 votos indispensables para impulsar alguna aprobación por la vía de la "mayoría calificada". De la unanimidad... yo veo ya muy complicado hablar.
La luna de miel duró poco.