/ lunes 23 de septiembre de 2024

Termina un sexenio perdido

Son los últimos días del mandato constitucional del ignorante futbolista que vino a Morelos contratado para ser candidato a la presidencia municipal de Cuernavaca por un partido local que deseaba conservar el registro; para ello decidió contratar a un futbolista famoso que se prestara a seguir la farsa. Dicen los que saben que vieron varias propuestas, al final Cuauhtémoc Blanco aceptó el trato, sin importarle realmente el tema de Cuernavaca ni interés alguno por el estado de Morelos.

Ganó la elección con amplio margen y asumió el cargo el 1 de enero del 2016. A los que lo trajeron poco les duró el gusto de disfrutar del presupuesto de Cuernavaca y de los negocios, un buen día el futbolista y su manejador se dieron cuenta que no tenían porqué compartir el botín con nadie y rompieron con los hermanos mencionados.

La gestión en Cuernavaca fue desastrosa, la ciudad entró en un deterioro que habría de continuar por seis años. Hicieron del SAPAC, organismo encargado del agua y alcantarillado de Cuernavaca, su caja chica; los que trabajan ahí comentan que entregó el manejo del organismo a grupos delincuenciales. En el periodo del futbolista empezó el deterioro acelerado del SAPAC y el saqueo del mismo.

Seguramente viendo que el experimento de entrar a la política resultaba un buen negocio, decidió contender por la gubernatura. Morena y el entonces candidato López Obrador le abren la puerta; con ese pragmatismo que ha caracterizado al todavía presidente de la República, le da la bienvenida a su partido y desplaza a un morelense, exalcalde de Jiutepec, que por méritos propios era el candidato natural. Conste que la traición no es lo suyo.

Como gobernador se trajo gente de Veracruz, a uno de sus abogados lo hizo secretario de Gobierno, por cierto, de lo menos malo del gabinete, y todos bajo el mando de aquel español que era su representante en el futbol, bueno, muy bueno para los negocios. Se modificó la Ley Orgánica para otorgarle facultades extraordinarias a la oficina de la gubernatura y un presupuesto obsceno por la magnitud.

En la primera reunión de gabinete, cuentan los que ahí estuvieron, el español les ordenó a los flamantes secretarios de despacho que su primera tarea era levantar denuncias en contra de los exfuncionarios del gobierno de Graco, hubiera o no elementos, el tema era presentar muchas denuncias para justificar la única narrativa que en campaña el futbolista pudo articular: meter a la cárcel al exgobernador. Narrativa que mantuvo hasta el día que pidió licencia para irse de diputado de Morena. Así los legisladores actuales de Morelos.

El desgaste de algunos miembros del gabinete fue muy rápido, algunos y algunas salieron porque no estaban de acuerdo con las condiciones que les imponían desde la oficina de gubernatura y no se prestaron a acciones de corrupción; otros en cambio entendieron cuales eran los resortes que había que accionar para el interés del futbolista, uno de ellos y el principal: dinero.

Parte de la descomposición del gobierno se dio a partir de las investigaciones que la Unidad de Inteligencia Financiera realizó y que involucraban al encargado y mandamás de la gubernatura y del propio gobernador; de los pleitos y divisiones con el secretario de gobierno, de la intromisión del hermano del futbolista en el gobierno operando buenos asuntos desde el Registro Público de la Propiedad, entre otros. En la segunda parte de la farsa hubo un nuevo mandamás que además se hizo de la dirigencia de Morena, desplazando a los verdaderos fundadores de ese partido, dicen que hasta vivía en la residencia oficial.

Un gobierno que no hizo ninguna obra pública relevante, que abandonó la red carretera hoy devastada, que no tuvo ningún programa de apoyo a sectores productivos y lo peor de todo es que dejó al estado a merced de los grupos delictivos.

El gobierno se sostuvo por el apoyo del presidente de la república a pesar de los escándalos de corrupción, de las fotografías que se hicieron públicas del futbolista con líderes delincuenciales, del nepotismo, del saqueo y de la simulación. En una mañanera el presidente llegó a afirmar que Cuauhtémoc Blanco era un muy buen gobernador. De ese tamaño son las mentiras en esta nueva era de la 4T.

Acaba la gestión de un gran farsante, de un personaje que se prestó a ocupar un cargo sin estar preparado, sin conocer al estado ni su problemática, desde ahí empezó la corrupción.

Cuauhtémoc Blanco deja a Morelos en los primeros lugares en feminicidio, homicidios dolosos, violencia, sin crecimiento económico, con el campo abandonado, infraestructura deteriorada y lo peor de todo, con el tejido social roto.

PD: Un gran reto para la próxima gobernadora será qué hacer con toda la corrupción de su antecesor, ese será tema de otro análisis.

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