Este es mi artículo número 117 en estos cuatros años que llevo escribiendo en El Sol de Cuernavaca, y es el más importante que he publicado, porque quiero tratar sobre lo que es lo más valioso en la vida, que es el amor, y lo escribí con el corazón y lágrimas en los ojos.
No podría, en un primer momento, tener una definición concisa de qué es el amor porque se estaría limitando, ya que es tan amplio este bello sentimiento; sin embargo, puedo abordarlo desde lo que dice mi corazón, porque el amor se siente, no se determina. El amor brota de lo que se siente en el corazón como si fuese un capullo de la más bella flor (una hermosa estrella de belem), pero también surge de lo que tu alma te dice, es decir, sale de los más profundo de tu ser, y cuando emana logra ese equilibrio en tu vida.
El amor es esa luz que conforta al ver a esa personita especial, es verla desde lejos y saber que está allí, saliendo de su escuela (al cuadrado), y que al verse el uno al otro, las sonrisas son inevitables.
El amor es no querer separarse de esa personita al llegar la noche, pero al hacerlo, desear que estuviera allí (wish you were here). El amor es ese deseo de que al amanecer de cada mañana lo primero en ver sea su dulce rostro esperando que abran sus ojitos como dos solecitos que derraman miel, miel que sana todo.
El amor es que al caer la noche, lo último que quieres ver es esa hermosa carita bronceada, esperando soñar con ella en noches infinitas en el paseo a la luz de la luna.
El amor es todo el tiempo, esperanza y oportunidad, oportunidad de amanecer en el nido.
El amor es querer a la infinita potencia, hora a hora, día tras día, semana a semana, así hasta el final de los tiempos, y trascender las vidas, para volverla a conocer, una y otra vez hasta el omega.
El amor es escuchar de su voz femenina, única e inteligente los “buenos días” y las “buenas noches”.
El amor es sentir una emoción profunda al despertar en estos tiempos de posmodernidad y leer en el celular sus “buenos días”, sus “buenas noches”, su bonito mensaje de “ten buen inicio de semana”. Es también abrir el correo electrónico y ver su mensaje expresando su amor infinito.
El amor es sentir no solo sus labios sino también su piel suave deslizando los dedos como si fuese seda, y abrazar su cuerpo menudito.
El amor es deleitarse tocando su cabello sedoso y cafecito por el resto de los días.
El amor es soñar con esa personita formado un hermoso hogar con un jardín divino lleno de helechos, el más hermoso de todos los hogares.
Pero también podemos decir que el amor se puede configurar como verbo, por ello, amar es derretirse al ver los dos soles que tiene por ojos de miel que iluminan la existencia.
He aquí lo que sucedió un 10 de enero, el inició de un viaje de amor, y que a pesar de las tormentas, seguirá este dulce desfile, el más hermoso de todos.
Por lo tanto, el amor es un BELEM.