/ lunes 25 de noviembre de 2019

La estrategia de Gene Sharp

Desde el Senado

Estamos a unos días de cumplirse el primer año de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Es evidente que, aquí y en China, hay aciertos y equivocaciones en el ejercicio de gobierno, por lo que es importante hacer un análisis, una autocrítica del nivel de los logros, pero particularmente de los errores que por ningún motivo se deben minimizar y sí, por el contrario, llevar a cabo una revisión profunda para revertir los fracasos, y esto lo planteo no sólo por lo que corresponde al gobierno, sino también por lo que toca al poder legislativo e, incluso, al partido que gobierna, es decir, a Morena.

Sin embargo, desde la llegada del gobierno de la Cuarta Transformación (4T) y, desde luego, desde la campaña electoral, hemos estado presenciando una cruzada que los analistas la llaman: “Golpe blando”.

Si bien, ante el triunfo arrollador del presidente los llamados “factores de poder” no tuvieron otra salida que reconocer el resultado de las elecciones y mostrarse abiertos en apoyo al gobierno que llegaba; también es cierto, como he señalado arriba, ante la pérdida de privilegios, derivado de un verdadero cambio de régimen, dichos factores de dominio han iniciado una “guerra” contra el gobierno que pareciera soterrada, pero sin embargo es visible.

Estas organizaciones, ya sea empresariales, sindicales, sociales, partidos políticos o personajes en lo individual, es decir, “grupos de presión”, pretenden constituirse en un “gobierno subterráneo”, en un “poder oculto” para tratar de someter a su arbitrio a quien se ha convertido para ellos en algo más que una piedra en el zapato.

Durante este año, efectivamente, ha habido errores que no debieron haberse cometido, pero que, sin embargo, es cierto, están siendo bien aprovechados por estos grupos de poder para descalificar al gobierno. Su estrategia no busca llegar a acciones extremas, porque le sería contraproducente para sus fines, digámoslo claro, para sus negocios, pero sí, para ir diezmando a la administración que gobierna; quitarla y volver al pasado.

Una investigación realizada por el Canal 6 de Julio, ha identificado indicios de que la extrema derecha ha puesto en marcha una estrategia para intentar dar un “golpe suave” -o “golpe de Estado blando” en contra del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Carlos Mendoza Aupetit, director del “Canal 6 de Julio”, quien ha documentado, a través de reportajes, diversos fraudes como aquel que se llevó a cabo precisamente el 6 de julio de 1988 contra el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, y esa fecha insigne le dio nombre a su empresa.

A penas en julio pasado, el ex militante del desaparecido Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT) que encabezó Heberto Castillo, advirtió que la derecha mexicana, “mediante la difusión de campañas y mensajes en los medios de comunicación y las redes sociales, motiva la organización de grupos opositores y la promoción de movilizaciones de protesta, provoca a la autoridad, propaga noticias falsas y rumores, entre otras maniobras, a fin de deslegitimar primero, y derrocar después al gobierno de la 4T”, una acción similar como ha sucedido en algunos países latinoamericanos, y apenas en días pasados en Bolivia.

Efectivamente, lo que podría sonar como una teoría de la conspiración, es claro que está ahí de una u otra manera visible. En este primer año del gobierno del presidente López Obrador, hemos presenciado la puesta en práctica de diversas estrategias que si bien pareciera no le están apostando a medidas extremas, pero sí a acciones, a estrategias que le han llamado “revoluciones no violentas” que se le imputan al politólogo estadunidense, Gene Sharp.

Este hombre es a quien se le atribuye la autoría de la estrategia detrás del derrocamiento del gobierno egipcio en 2013, y para tirar a otros gobiernos como el derrocamiento de Milosevic, en Serbia, en el año 2000. Su estrategia sirve por igual contra administraciones de derecha, de izquierda o dictaduras.

Durante estos meses es claro que los grupos conservadores, unos identificados plenamente de ultraderecha como el Yunque, cercanos al panismo, incluso aquellos que se identifican como de izquierda, o abiertamente enfrentados con López Obrador como es el caso de algunos perredistas, se han dedicado a tratar de deslegitimar al gobierno de la 4T.

Si revisamos con cuidado las acciones que se han llevado a cabo, encontramos que el ABC de Gene Sharp se parecen mucho a las que se han provocado en el país: generar factores de malestar, intrigas; campañas de prensa y violación de derechos humanos, acusaciones de totalitarismo; exigencias políticas y sociales; guerra sicológica, además de tratar de provocar un clima de ingobernabilidad.

En su propósito de “ablandamiento”, gracias a varios medios comunicación, está el de generar malestar y desesperanza y, de manera concatenada, la desmoralización y, por lo mismo la inmovilización de quienes han simpatizado con El Peje.

Las “benditas redes sociales”, también están siendo utilizadas como la punta de lanza, de una guerra mediante noticias falsas, insultos disfrazados, descalificaciones, rumores, que son promovidos por líderes de opinión que tienen cierta credibilidad entre algunos sectores de la clase media que por igual se siente afectada porque ha dejado de tener privilegios que antes tenía, es decir, lo que les “salpicaban” quienes se llevaban la “tajada grande”.

Los grupos de poder están reacios a un cambio profundo en el país, pero particularmente la ultraderecha, muy señaladamente el PAN que le está apostando a revertir el triunfo de un gobierno que ganó democráticamente y de manera arrolladora pero que le estorba y, lamentablemente, no están midiendo los costos de echarlo, aun así, sea mediante un “golpe blando”.

Estos promotores del caos deberían de reflexionar, lo expuesto por el periodista Joaquín López Dóriga que los conoce bien, y sabe de los peligros que significa, como él advirtió, que “haya quienes quieren traer lo que hemos visto en las calles de Ecuador, Chile, Venezuela, Nicaragua, lo que se tiene que impedir, porque México no es Ecuador, Chile, Venezuela, Nicaragua ni Bolivia”. Sí, deben pensarlo más de dos veces.

Estamos a unos días de cumplirse el primer año de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Es evidente que, aquí y en China, hay aciertos y equivocaciones en el ejercicio de gobierno, por lo que es importante hacer un análisis, una autocrítica del nivel de los logros, pero particularmente de los errores que por ningún motivo se deben minimizar y sí, por el contrario, llevar a cabo una revisión profunda para revertir los fracasos, y esto lo planteo no sólo por lo que corresponde al gobierno, sino también por lo que toca al poder legislativo e, incluso, al partido que gobierna, es decir, a Morena.

Sin embargo, desde la llegada del gobierno de la Cuarta Transformación (4T) y, desde luego, desde la campaña electoral, hemos estado presenciando una cruzada que los analistas la llaman: “Golpe blando”.

Si bien, ante el triunfo arrollador del presidente los llamados “factores de poder” no tuvieron otra salida que reconocer el resultado de las elecciones y mostrarse abiertos en apoyo al gobierno que llegaba; también es cierto, como he señalado arriba, ante la pérdida de privilegios, derivado de un verdadero cambio de régimen, dichos factores de dominio han iniciado una “guerra” contra el gobierno que pareciera soterrada, pero sin embargo es visible.

Estas organizaciones, ya sea empresariales, sindicales, sociales, partidos políticos o personajes en lo individual, es decir, “grupos de presión”, pretenden constituirse en un “gobierno subterráneo”, en un “poder oculto” para tratar de someter a su arbitrio a quien se ha convertido para ellos en algo más que una piedra en el zapato.

Durante este año, efectivamente, ha habido errores que no debieron haberse cometido, pero que, sin embargo, es cierto, están siendo bien aprovechados por estos grupos de poder para descalificar al gobierno. Su estrategia no busca llegar a acciones extremas, porque le sería contraproducente para sus fines, digámoslo claro, para sus negocios, pero sí, para ir diezmando a la administración que gobierna; quitarla y volver al pasado.

Una investigación realizada por el Canal 6 de Julio, ha identificado indicios de que la extrema derecha ha puesto en marcha una estrategia para intentar dar un “golpe suave” -o “golpe de Estado blando” en contra del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Carlos Mendoza Aupetit, director del “Canal 6 de Julio”, quien ha documentado, a través de reportajes, diversos fraudes como aquel que se llevó a cabo precisamente el 6 de julio de 1988 contra el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, y esa fecha insigne le dio nombre a su empresa.

A penas en julio pasado, el ex militante del desaparecido Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT) que encabezó Heberto Castillo, advirtió que la derecha mexicana, “mediante la difusión de campañas y mensajes en los medios de comunicación y las redes sociales, motiva la organización de grupos opositores y la promoción de movilizaciones de protesta, provoca a la autoridad, propaga noticias falsas y rumores, entre otras maniobras, a fin de deslegitimar primero, y derrocar después al gobierno de la 4T”, una acción similar como ha sucedido en algunos países latinoamericanos, y apenas en días pasados en Bolivia.

Efectivamente, lo que podría sonar como una teoría de la conspiración, es claro que está ahí de una u otra manera visible. En este primer año del gobierno del presidente López Obrador, hemos presenciado la puesta en práctica de diversas estrategias que si bien pareciera no le están apostando a medidas extremas, pero sí a acciones, a estrategias que le han llamado “revoluciones no violentas” que se le imputan al politólogo estadunidense, Gene Sharp.

Este hombre es a quien se le atribuye la autoría de la estrategia detrás del derrocamiento del gobierno egipcio en 2013, y para tirar a otros gobiernos como el derrocamiento de Milosevic, en Serbia, en el año 2000. Su estrategia sirve por igual contra administraciones de derecha, de izquierda o dictaduras.

Durante estos meses es claro que los grupos conservadores, unos identificados plenamente de ultraderecha como el Yunque, cercanos al panismo, incluso aquellos que se identifican como de izquierda, o abiertamente enfrentados con López Obrador como es el caso de algunos perredistas, se han dedicado a tratar de deslegitimar al gobierno de la 4T.

Si revisamos con cuidado las acciones que se han llevado a cabo, encontramos que el ABC de Gene Sharp se parecen mucho a las que se han provocado en el país: generar factores de malestar, intrigas; campañas de prensa y violación de derechos humanos, acusaciones de totalitarismo; exigencias políticas y sociales; guerra sicológica, además de tratar de provocar un clima de ingobernabilidad.

En su propósito de “ablandamiento”, gracias a varios medios comunicación, está el de generar malestar y desesperanza y, de manera concatenada, la desmoralización y, por lo mismo la inmovilización de quienes han simpatizado con El Peje.

Las “benditas redes sociales”, también están siendo utilizadas como la punta de lanza, de una guerra mediante noticias falsas, insultos disfrazados, descalificaciones, rumores, que son promovidos por líderes de opinión que tienen cierta credibilidad entre algunos sectores de la clase media que por igual se siente afectada porque ha dejado de tener privilegios que antes tenía, es decir, lo que les “salpicaban” quienes se llevaban la “tajada grande”.

Los grupos de poder están reacios a un cambio profundo en el país, pero particularmente la ultraderecha, muy señaladamente el PAN que le está apostando a revertir el triunfo de un gobierno que ganó democráticamente y de manera arrolladora pero que le estorba y, lamentablemente, no están midiendo los costos de echarlo, aun así, sea mediante un “golpe blando”.

Estos promotores del caos deberían de reflexionar, lo expuesto por el periodista Joaquín López Dóriga que los conoce bien, y sabe de los peligros que significa, como él advirtió, que “haya quienes quieren traer lo que hemos visto en las calles de Ecuador, Chile, Venezuela, Nicaragua, lo que se tiene que impedir, porque México no es Ecuador, Chile, Venezuela, Nicaragua ni Bolivia”. Sí, deben pensarlo más de dos veces.

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