Hoy en día, la política vista desde cualquier ángulo y estilo, resiente la presencia de los empresarios en los temas públicos, tiene la visión de que el inversionista privado es más un problema o infiltrado, que un activo para aprovechar y potencializar las políticas públicas que verdaderamente generen valor, no es una idea de antaño, hoy lo palpamos y vemos que para López Obrador, la empresa privada es el espacio del enriquecimiento de unos cuantos a costa de la explotación de nuestros trabajadores, es el mal llamado imperio del egoísmo sobre el altruismo y la solidaridad responsable.
El presidente promueve el falso discurso y señala con un increíble conocimiento del tema, que los empresarios somos una casta pequeña, poderosa y envidiosa; la realidad es que quienes nos dedicamos a actividades empresariales somos cientos de miles de personas, empresas pequeñas, medianas y grandes, que vivimos y padecemos las dificultades, la incertidumbre y en algunos casos, lo peor de la delincuencia que azota a nuestro país y estado.
Resulta fundamental señalar que 9 de cada 10 empleos formales los genera el sector privado. Por eso es que urge insistir que los avances alcanzados no se deben revertir; el simple intento generaría incertidumbre grave en la economía nacional, como ya se empieza a reflejar en los indicadores económicos. La idea de regalar dinero con subsidios indiscriminados genera votos y gana conciencias, sobre todo, cuando se enfatiza y exagera el tema de la corrupción y falta de transparencia haciendo a la iniciativa privada la “principal” responsable de tales actos, pero las finanzas nacionales no lo resisten. Prometer inversiones, becas, beneficios indiscriminados, precios de garantía a productos, aumentar sueldos, congelar los precios de energéticos y toda la serie de propuestas sin fundamento estadístico provoca que los actuales responsables de la administración pública (en su mayoría), se regocijen con un futuro a mediano plazo casi imposible. Las amas de casa, expertas en el manejo de las finanzas del día a día, saben que ese escenario no existe, por eso en ese segmento la “motivación” populista de López Obrador no tiene éxito y seguramente, en muchos empresarios que entienden que gasto que no se soporta con ingreso y eso puede llevarnos a una debacle en el PIB Nacional, el tema económico de AMLO afecta la iniciativa empresarial y pone en riesgo la economía nacional, los empleos, los ingresos y el bienestar de los hogares, hoy, el futuro económico es incierto.
En el periodo posrevolucionario, las organizaciones y los grupos empresariales más importantes del país han dedicado buena parte de sus esfuerzos a luchar por un esquema de relaciones políticas mucho más acorde con el liberalismo conservador, esta orientación de las cúpulas empresariales ha tenido algunas excepciones notables, como la de Canacintra, que agrupa a empresarios surgidos del proceso de industrialización iniciado en 1941 y que aunque dependieron en gran medida del Estado para desarrollarse, hoy en día, somos los principales responsables de generar empleos bien remunerados y sin lugar a dudas, de calidad. El reto es hacer equipo con el gobierno para analizar y crear políticas públicas que fortalezcan las verdaderas necesidades de nuestro país y estado, que logremos la empatía para lograr un resultado basado en las exigencias de los municipios y poder maximizar el talento de las ideas diseñadas con el conocimiento de las necesidades reales de ellos, hoy, los empresarios somos parte de la ecuación para fomentar y lograr un crecimiento sostenido en el mediano y largo plazo, debemos de exigir una verdadera reforma en temas de deducibilidad que nos ayuden a poder amortizar la carga fiscal que es una gran desventaja de inicio, para los emprendedores, quienes son el motor de la economía nacional y estatal.
Hagamos la tarea, Identifiquemos el potencial regional de nuestro estado, trabajemos en conjunto y pongamos sobre la mesa nuestro empeño, dedicación y profesionalismo en beneficio de nuestro querido, pero muy lastimado estado de Morelos.
¡Que así sea!