Es increíble la inundación en Chalco, Edomex, desde hace casi 20 días, y apenas comenzaron a trabajar; en serio y ojalá que sea en forma definitiva, o sea, que realmente acaben con la amenaza de inundaciones en el lugar cada temporada de lluvias. Sin embargo creo que sí es verdad que el problema fue provocado por la basura que tapó el colector general; el problema es grave, porque tanto los vecinos contribuyen tirando basura en las calles, pero tampoco han puesto remedio las autoridades mexiquenses.
Y aunque Chalco esté muy lejos, aunque no sea plano Cuernavaca como lo son las colonias inundadas y aquí tengamos la suerte de que la mayoría de las calles son subidas y bajadas con preciosas barrancas que atraviesan y dan el clima único a nuestra ciudad, no es posible que la gente siga tirando basura en las calles.
Recuerdo hace muchos años, en mi luna de miel en Hawaii, era tan limpia Honolulu, su ciudad capital, que se podía caminar descalzo por cualquiera de las calles. Nadie, pero nadie, tiraba una basura al piso.
Y se preguntarán el porqué del título que le puse a estas letras, si Cuernavaca no tiene las mismas características de Chalco, pues es por la sencilla razón de que aquí también hay desbordamiento de ríos, calles que les tocó ser columpio y pueden quedar anegadas igual.
Como recuerdo a mi querido amigo, el antropólogo y navegante Santiago Genovés (RA I, RA II, estos viajes en balsas de papiro cruzando océanos con el explorador y etnólogo noruego Thor Heyerdahl y en Acali, un verdadero laboratorio donde Genovés -1923-1913- estudió durante poco más de cien días, anclados en mitad del Atlántico, el comportamiento humano en ese lugar donde no había escapatoria), alguna vez me llegó a decir, en preciosas tardes de interminable e interesante conversación en su biblioteca: “Ya no somos Homo Sapiens, nos convertimos ya en Homo Faber”, -o sea los que hacen y fabrican- y por lo mismo, somos generadores de toda esa basura.
Cuántos vecinos sacan sus bolsas de basura desde la noche anterior y si no son los hambrientos perros callejeros, es la torrencial lluvia lo que las arrastra, así que gran parte de sus contenidos van directo a las coladeras y de ahí… al desastre. Vean el horror de Chalco. Tan solo en Cuernavaca hay decenas de barrancas, las más famosas, la de Amanalco al poniente y la de Analco al oriente, pero ni esas se salvan de la basura.
Para hacer un poquito de historia. Busco información y encuentro que la antigua Grecia fue una de las cunas del Homo Sapiens: el pensador surgido de la capacidad de asombrarse ante el misterio del mundo y de la vida. En cambio la antigua Roma, por el contrario, fue cuna del Homo Faber, de quienes hacen, organizan y transforman el mundo sin preguntarse por sus consecuencias.
Yo les pregunto a ustedes queridos lectores: ¿A cuál de los dos nos asemejamos más? Si no saben la respuesta, ¡agárrense!, todo indica que cada día dejamos de ser sujetos pensantes para convertirnos en personas que solo hacen, fabrican y elaboran y ese frenesí de auto-consumo, compras compulsivas, lo que luego se convertirá en basura, nos está llevando al caos.
Y en ese delirio, arrebato, casi casi locura por las adquisiciones perdimos ya la capacidad de reflexión que es lo único que nos hace diferentes de los otros animales. Nótese, escribí de los “Otros Animales”. Esto, además de Genovés que me lo narró hará unos 40 años, también lo asegura actualmente el pensador surcoreano, nacido en Seúl en 1959 Byung-Chul Han, filósofo, ensayista y profesor en la Universidad de las Artes de Berlín. Él analiza en su libro La Sociedad del Cansancio, los cambios que han ocurrido en la sociedad moderna y cómo el sujeto se ha vuelve una máquina de rendimiento, casi autista donde la tecnología nos domina, en lugar de nosotros a ella.
Aquí en Cuernavaca tenemos un presidente municipal que ama su ciudad y conoce bien cada uno de sus doce pueblos y ocho antiguos barrios amén de los asentamientos y nuevas colonias surgidas en las últimas décadas, así es que ahora es cuando podemos trabajar conjuntamente vecinos y autoridades municipales para devolver su belleza de antaño a nuestra ciudad, lo que necesitamos es solo echarle ganas y abandonar la apatía.
Y hasta la próxima.