Fíjense, queridos lectores, que ustedes tal vez se pregunten por qué detenerse en un pequeño poblado morelense, habiendo temas, ciudades, que tal vez demanden más atención en estos momentos y les diré porqué. Cuernavaca, por su cercana ubicación a la antigua México-Tenochtitlan, es la capital de los estados que rodean a la gran megalópolis que se encuentra a menor distancia y sobre todo la que presume el mejor clima.
Hay algo que me sorprende de todos los recién llegados que se mudan a vivir a Cuernavaca, hablo desde 1985 cuando se suscitó el gran terremoto en la CDMX que hizo que incluso la dependencia Caminos y Puentes Federales de Ingresos, Capufe, mudara sus instalaciones a esta ciudad y con ello a todos sus empleados. Bueno pues desde entonces, no ha parado de alguna manera la migración hacia el estado morelense, pero fíjense que son muy pocos los que llegan a residir a nuestra entidad que realmente se preocupen por conocer su nueva ubicación. Pareciera que se hubieran mudado de una colonia a otra. Y cómo van a sentir realmente un apego a su nuevo terruño si desconocen su acervo no solo geográfico sino cultural.
Coatetelco con su hermosa laguna, que el hermano de un pescador “de allá” me acaba de detallar “acá”, en Cuernavaca lo que se pesca en sus aguas y son mojarras, lubinas y langostinos, no bagres, me dijo. Le dí muy cumplidamente las gracias por la aclaración. Adicionalmente de ser un pueblo mágico y uno de los más antiguos de todo Morelos, Coatetelco posee una de las particularidades que hacen único este yacimiento morelense y que es la manera en la que se fusiona lo arqueológico con el entorno natural, lo que indica la enorme proyección que tenía para nuestros antepasados indígenas. Por citar un ejemplo, preservan y respetan la vida de un árbol y lo cuidan y lo podan para que no crezca mucho y no dañe la estructura de la pirámide de la zona arqueológica tan valiosa para todos ellos. Y sus leyendas con todo lo relacionado al agua mezcladas a la vida en la madre tierra. Pero también verán porqué se sienten tan orgullosos.
Este lugar que si bien alude a lo relativo al agua y al cerro o las montañas, hay quienes aseguran que más allá del significado genérico de “Lugar de serpientes en los montículos de piedra”, su voz es un difrasismo (recurso literario náhuatl que consiste en expresar literariamente una idea usando dos vocablos que se complementan por ser sinónimos) y que por lo tanto su nombre también significa montaña de agua. Y por la cultura que han heredado de sus ancestros y conservado sus habitantes a lo largo de los siglos, bien se le puede asignar al lugar el vocablo Altépetl, uno de los conceptos culturales más importantes de Mesoamérica, que hace referencia no solo a las entidades étnicas, sino también a las políticas y territoriales en la forma como se organizaron los pueblos mesoamericanos en el Posclásico (1200-1521).
Abundo en la importancia de esta palabra, ya que el Altépetl fue la organización civil primordial de Mesoamérica y la que conocieron los españoles a su llegada en 1519. Cabe resaltar que a personajes como a Moctezuma Xocoyotzin, que dirigía varios Altepeme (plural de Altépetl), se les denominaba Huéy tlatoani. Incluso en los estudios históricos contemporáneos, este término es usado como sinónimo de los vocablos señorío o ciudad estado.
Su uso fue propuesto y defendido por el estadounidense James Lockhart (1933-2014) historiador, catedrático emérito en la Universidad de California en Los Ángles, UCLA y uno de los principales fundadores de la llamada escuela New Philology, la cual construye la historia en base al estudio de las fuentes escritas en lenguas indígenas de la época virreinal de México. En su obra principal “Los nahuas después de la Conquista”, publicada en 1992, Lockhart asegura que el Altépetl es el término más aceptado por los historiadores e investigadores sobre Mesoamérica y su uso es más correcto que el de los términos occidentales: ciudad, villa, pueblo e incluso reino o imperio. En el caso de los mexicas, estos constituyeron el Altépetl más poderoso de su tiempo, el conocido como Imperio Azteca, que dominó a otros altepeme menores mediante la tributación, el esclavismo y la aceptacipón religiosa obligada de aceptar a Huitzilopochtli como máxima deidad.
El área arqueológica de este lugar fue excavada por el arqueólogo Raúl Arana en la década de 1970 y parte de las piezas encontradas durante esos trabajos se exhiben en su Museo de Sitio, de la cuales varias revelan detalles de la práctica ritual de los sacrificios humanos, desarrollada en este sitio como sucedió en otras ciudades del México antiguo. Y fíjense todo lo que se derivó de un solo paseo mañanero por ese bello Altépetl llamado Coatetelco.
Hasta la próxima.