Una parcialmente buena: la planta de Nissan Morelos tiene aún trabajo luego de los despidos que la manufacturera realizó en otros estados. Son 2 mil 876 trabajadores sindicalizados que mantienen su empleo aún, pese al recorte anunciado por la dirección general de la empresa desde diciembre pasado que anunció la disminución de plazas para las plantas de Aguascalientes y Morelos.
El problema en todo caso es que la amenaza de recorte se mantiene por lo menos todo el primer trimestre, es decir, hasta abril sabríamos realmente cuál es el futuro de por lo menos decenas de trabajadores.
La alta competencia en el cada vez más presionado mercado automotriz en México, genera condiciones de altísimo riesgo para la industria automotriz en general y si bien Nissan es una marca reconocida en México y con la más alta participación en el mercado (entre 22.1 por ciento) que representa más de 25 mil vehículos mensuales en promedio; en general las ventas de automóviles en el país en el 2018 cayeron en poco más del siete por ciento respecto al tampoco buen año de 2017, lo que golpeó a la armadora japonesa estrella en México, que también vio disminuido de 25.9 a 22.1 su participación en el mercado durante los últimos cuatro años, condición atribuible también a un mayor número de opciones para los consumidores.
No parece que en las próximas semanas las condiciones del mercado automotriz vayan a mejorar (mucho menos con el manejo que se ha dado a la crisis de la gasolina en el país), así que uno podría esperar que el anuncio de Nissan se cumpla tarde o temprano. Lo que tendría impactos no sólo en lo económico y social, sino hasta en lo simbólico, al ser la armadora de vehículos uno de los estandartes de la Ciudad Industrial del Valle de Cuernavaca, CIVAC; que realmente está en Jiutepec, municipio al que, junto con otras empresas, convierte en el más activo económicamente.
Por supuesto que un movimiento de ese tamaño en una planta de ese nivel tendrá implicaciones graves en un desarrollo económico que en sí mismo estaba ya comprometido por múltiples factores, inseguridad, depresión del consumo interno, conflictividad política y social, escasa diversificación de la producción y el mercado, entre muchas otras que repercuten en el aletargamiento terrible del desarrollo económico en Morelos y que, oh crueles círculos viciosos, es una de las causas de la crisis del mercado automotriz en el país.
En economía política se considera que la intervención del Estado en la actividad económica es deseable en ciclos como el que atraviesa Morelos; consumo deprimido por diversos factores que lleva a frenos en la producción que conducen a recortes de personal que llevan a desempleo que produce nuevas bajas en el consumo. En efecto, es responsabilidad del estado hacer lo posible porque las empresas locales fortalezcan sus ventas, porque inviertan en condiciones de seguridad, y porque generen todos los empleos de calidad que sean capaces de crear. Si el gobierno local fuera más puntual en cumplir con la lógica elemental de la proveeduría local, seguramente fortalecería los ciclos económicos locales y con ello podría contribuir a mejorar las condiciones económicas del estado, y de la región. No se trata de rescatar a una empresa por sí, sino de fortalecer el mercado interno para lograr la generación y conservación de empleos de los ciudadanos, esos que viven, consumen, pagan impuestos y votan aquí. Urge una postura mucho más activa positivamente del gobierno estatal y de los municipales por la proveeduría local.
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