La propuesta de reforma que llevaría al Congreso de Morelos a integrarse nuevamente con 30 diputados en vez de 20, como ahora, merece un análisis mucho más detallado e informado de lo que el encono de muchos sectores contra un órgano con larga tradición de inoperancia y breves momentos de gloria permite a tantos opinadores locales. Porque más relevante que los costos que muchos suponen tendría el aumento de legisladores, tendría que resultar la operancia institucional y los beneficios que podría generar para la población.
Incluso el tema de costos es debatible, hasta el 2018, el Congreso de Morelos tuvo 30 diputados, el presupuesto por diputado rondaba los 15 millones de pesos (en el 2016 hubo un incremento de 27.4% al gasto del Congreso estatal y un nuevo aumento de poco más del 20% se dio hasta 2023). En el mismo 2018, se dio una reducción de legisladores con fines que muchos calificaron de electoreros; los resultados demostraron que, más allá de cualquier otro calificativo, la reducción resultó poco funcional al sobrecargar a los legisladores con cargos en comisiones que se vuelven mucho más lentas en su operación, facilitar las parálisis legislativas mediante bloqueos hechos por pocos diputados (seis actualmente contra once en el modelo anterior), y ampliar la proporción de población representada por cada legislador.
El ahorro que se prometía entonces no se dio, de hecho, el presupuesto por diputado en el 2023 es de 24.4 millones de pesos, pero el año anterior también resultaba superior al del modelo de 30 diputados, con 20 millones de pesos por legislador. Pese al ahorro prometido, el presupuesto del Legislativo se ha mantenido en el mismo rango con 30 o 20 diputados, y por el contrario, por factores tanto internos como externos, las parálisis en el legislativo han sido más frecuentes que en el pasado reciente, sin importar si domina en el poder el oficialismo o la oposición.
Otro problema es el de la representatividad, de por sí complicada de cada legislador. Con 12 diputados de mayoría, cada uno asume la voz de 164 mil 293 morelenses en promedio, mientras que con 30, la proporción se reduce a 109 mil 529. Tal es importante porque entre mayor resulta el núcleo poblacional representado, las diferencias de los grupos que integran esa población suelen ser mayores y la probabilidad de que haya personas que queden marginadas de la representación se vuelve mucho más grande, incluso con las acciones afirmativas que suponen proteger a grupos vulnerables.
Los diputados no le resultan simpáticos a casi nadie, mucho menos en un sistema presidencialista autoritario en que los poderes Ejecutivos federal y estatales tienen una centralidad impresionante. Pedir que haya más legisladores suele ser impopular, sobre todo en un ambiente donde se asume que el ahorro en el gasto público necesariamente generará beneficios individuales a la población. Pero si reducir el legislativo no ha significado ahorro alguno y por el contrario, la frecuente inoperancia del Congreso detiene procesos políticos que tienen impacto directo en la economía y el desarrollo del estado, convendría revisar a fondo las alternativas para tener un legislativo más efectivo.
En la elección del 2024 contenderán 11 partidos políticos locales y es muy probable que todos ellos refrenden el registro, ello obligaría, de inicio a asignar un diputado local por la vía de representación proporcional a cada una de esas fuerzas. Con la proporción actual de apenas ocho diputados plurinominales, por lo menos tres fuerzas quedarían fuera de la repartición, lo que significaría que una proporción probablemente cercana al 10% de los morelenses quedaría sin representantes en el Congreso. En el 2021, con una elección mucho más atomizada el fenómeno alcanzó al Movimiento Alternativa Social (2.92%), Fuerza por México, (2.63%) , Verde Ecologista, (2.88%), Encuentro Solidario (2.76%), y estuvo a punto de ocurrirle al PRI, (2.93%). Entre todos ellos sumaron el 14% de los votos válidos.
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