La rectoría de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos se renovará los primeros días de diciembre y es probable que, en el espíritu de los tiempos, la Junta de Gobierno de la UAEM envíe una terna que incluiría exclusivamente a mujeres para que el Consejo Universitario seleccione a quien sucederá a Gustavo Urquiza en la administración universitaria. No se trataría, por cierto, de solo cumplir una cuota de género. Entre los inscritos, Viridiana León Hernández, Lorena Noyola Piña y Fabiola Álvarez Velasco, tienen los méritos académicos y administrativos suficientes para asumir la rectoría de la institución y llevar por buen cauce a la universidad los próximos seis años que para nada serán fáciles, aunque en términos financieros resultarían menos complicados que los cinco anteriores.
El consenso en la UAEM es que Gustavo Urquiza cumplió una buena administración, hizo frente a los retos financieros y laborales que se le presentaron y la reingeniería administrativa en la universidad resultó un éxito mayor. En contraste, la universidad mantiene rezagos laborales importantes que podrían empezar a impactar en la calidad académica de sus programas y los cambios de lineamientos federales para la asignación de recursos vía la Secretaría de Educación Pública y el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencia y Tecnología, presentan un escenario incierto para los ingresos de la institución. El escenario se vuelve más complejo si se reconoce que, a pesar de los esfuerzos de la comunidad universitaria, la crisis económica pegó en los proyectos para llevar a la UAEM al futuro.
Hace casi tres décadas, la UAEM se debatía sobre el perfil deseable de la rectoría. Algunos apostaban por políticos que pudieran hacer importante a la institución en los círculos rojos estatal y federal, y otros por académicos que encauzaran a la universidad por la senda de la calidad que dejara a los resultados hablar por la institución. Entonces se decidió por lo segundo, Gerardo Ávila García, René Santoveña Arredondo, Fernando Bilbao Marcos y Alejandro Vera Jiménez, rectores entre el 1995 y el 2018, tenían un perfil mucho más académico que político (en el caso de Ávila García y Vera Jiménez, tampoco parecían manejar de forma efectiva lo administrativo al grado que que el primero fue sujeto a proceso penal por la llamada “estafa maestra”; y el segundo por peculado y enriquecimiento ilícito).
Gustavo Urquiza también llegó a la rectoría con un perfil más académico pero las circunstancias lo obligaron a construir relaciones políticas que le ayudaran a sacar a la UAEM de la crisis en que la dejó la licenciosa (por decir lo menos) administración de su antecesor. El actual rector tuvo que pedir ayuda a los poderes Ejecutivo y Legislativo estatales, a los ayuntamientos, tocar puertas en la Federación, para poder enfrentar la cantidad de adeudos que hoy aún no han sido saldados del todo, pero se han reducido a montos mucho más manejables por la administración. Igual debió hacer trabajo político al interior de la universidad para negociar con los sindicatos, la base estudiantil y el funcionariado, medidas de austeridad que permitieran a la institución superar la crisis financiera. No era político, pero las circunstancias lo volvieron uno bastante efectivo, aunque sumamente discreto (a diferencia de la generalidad de quienes se dedican a esa actividad).
El debate entre si el rector debe tener un perfil puramente académico o político está superado por la circunstancia. Si bien es deseable que el líder de una comunidad académica de alta calidad como la UAEM, tenga un perfil compatible con ello, también lo es que la rectoría tenga influencia en los círculos políticos y en todos los espacios sociales. Cada una de las mujeres inscritas en el proceso de relevo de rector parece tener esa posibilidad en mayor o menor medida, lo que el Consejo Universitario seguramente valora desde ya, porque los universitarios, sin estar demasiado ansiosos por el relevo en la rectoría, sí llevan un par de semanas hablando del tema y conocen bien a quienes se registraron la semana anterior para buscar la rectoría.
Por cierto, la primera aduana está en los siete integrantes de la Junta de Gobierno: José Antonio Gómez Espinoza, presidente; y Jaime Eugenio Arau, Leonor Orduña Cano, Gabriela Navarro Macías, Javier Siqueiros Alatorre, Iván Elizondo Cortina y Mario Fernández Zertuche.
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