/ jueves 23 de febrero de 2023

Una Cuernavaca habitable

Después de dos pésimas administraciones municipales, y una que sobrevive tratando de corregir las crisis recurrentes que generan errores y vicios heredados, los habitantes de Cuernavaca han empezado a disfrutar una serie de pequeños placeres que antes se consideraban bastante normales: escuchar el chorro de agua llenando un tinaco, cisterna o tanque de almacenamiento, pasar por una calle recién pavimentada, ver la calle liberada de bolsas enormes de basura cada tercer día, pasar de noche por una calle iluminada. No es mucho, pero eso hay.

Por fortuna el cambio climático no ha azotado tan drásticamente a la capital de Morelos como ha ocurrido en otras regiones del país, porque eso acabaría con la viabilidad de una Cuernavaca que, además de los retos anteriores, padece los efectos de la violencia e inseguridad y de las constantes crisis políticas que le significa ser la sede de los poderes locales. Pero el asunto es que bajo el esquema político que rige a la ciudad desde hace por lo menos treinta años, Cuernavaca ha dejado de ser viable.

Y no es un asunto sólo de corrupción, aunque las prácticas deshonestas de las administraciones municipales ciertamente han acelerado el colapso. El problema es mucho más profundo y tiene que ver con el tamaño de la ciudad, la escasa productividad que impacta en una bastante mediocre recaudación, y un balance financiero casi eternamente deficitario que ha comprometido la dotación de servicios públicos y con ello deteriorado la calidad de vida en una ciudad que antes resultaba no del todo envidiable, pero sí bastante acogedora.

El colapso de los servicios públicos es un asunto que llegará tarde o temprano por el diseño jurídico y administrativo de la autoridad municipal, el proyecto de gasto centralista del gobierno federal, la posibilidad de usar discrecionalmente los recursos públicos en el plano estatal, y la escasa contribución de los ciudadanos para el desarrollo.

Y probablemente se dirá que la descrita en el párrafo anterior es la misma realidad que viven todos los municipios de Morelos, y tendrán razón y habrá que aprender de lo que ocurre en Cuernavaca porque probablemente en diferentes tiempos y dimensiones, pero todo apunta a que cada uno de los 36 municipios de Morelos colapsará eventualmente a no ser que se replantee profundamente el pacto hacendario, las políticas públicas orientadas al desarrollo económico y la promoción turística, se refuerce la seguridad pública, y se establezcan tarifas más cercanas a la realidad por los servicios públicos.

El tema es políticamente incorrecto, porque advierte lo poco que han hecho autoridades y sociedad para adaptar las instituciones a una realidad que nos está rebasando. Significa en breve admitir que por lo menos durante las últimas dos décadas hemos hecho las cosas bastante mal.

Si se ve positivamente, la crisis de Cuernavaca nos puede ayudar a repensar el modelo de ciudad que nos urge, uno que se base en la sustentabilidad de cada proyecto, idea y política pública, de cada negocio que se establezca. No se trata sólo de aumentar impuestos y tarifas, mejorar la recaudación y replantear el pacto fiscal para hacer llegar más dinero a los ayuntamientos, esas acciones aisladas sólo aplazarían la repetición de la crisis, que volvería aún más grave, por cierto. Se trata de una reforma integral que permita el desarrollo económico, la generación de empleos, la convivencia armónica con la sociedad y el medio ambiente, la dotación más eficiente de servicios públicos; que evite las lagunas que permiten que la corrupción persista y trascienda a cualquier gobierno municipal. La tarea es enorme pero debe hacerse y Cuernavaca puede ser el ejemplo para que los otros municipios del estado eviten pasar por el purgatorio que la capital del estado ha vivido los últimos días. Materiales para pensarle hay muchos, proyectos de ciudades inteligentes, ideas de sustentabilidad, urbanismo y desarrollo producidas por morelenses, voluntad de organización ciudadana; sólo falta la convicción de que al ritmo actual, la ciudad tiene fecha de caducidad, y es muy cercana.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx