Por Daniel Morales Ruvalcaba
En el interregno hegemónico en curso (https://bit.ly/3NEA7om), han surgido tres iniciativas globales que reflejan los esfuerzos de las potencias para afirmar su influencia y promover sus agendas.
En primer lugar, la Iniciativa de la Franja y la Ruta (一带一路 o BRI, por sus siglas en inglés), lanzada por China en 2013 bajo el liderazgo del presidente Xi Jinping, ha movilizado más de 1.05 billones de dólares para proyectos en infraestructura, transporte, energía y telecomunicaciones. Los principales objetivos de la BRI incluyen la creación de una vasta red de comercio e inversión que conecte Asia, África, Europa y América Latina, fortaleciendo los lazos comerciales y políticos de China con dichas regiones.
En segundo lugar, la Asociación para la Infraestructura y la Inversión Global (Partnership for Global Infrastructure and Investment o PGII), liderada por Estados Unidos y respaldada por los demás países del G7 (Canadá, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Japón), surgió en junio de 2021 con el nombre de Build Back Better World (B3W) como una respuesta de la administración Biden a la BRI. La PGII busca movilizar 600 mil millones de dólares en préstamos y subvenciones para el desarrollo de infraestructura -energética, física, digital y contra el cambio climático- al tiempo que promueve la transparencia, la gobernanza y las medidas anticorrupción.
En tercer lugar, la Global Gateway (GG) de la Unión Europea, presentada en diciembre de 2021 con un fondo de 300 mil millones de euros, destaca no solo como una de las principales iniciativas en materia de cooperación internacional del bloque, sino también como un proyecto de redefinición de su política exterior. La GG se enfoca en fomentar conexiones inteligentes, limpias y seguras en los sectores digital, energético y de transporte, además de fortalecer los sistemas de salud, educación e investigación en los países involucrados.
Si bien dichas iniciativas comparten similitudes y potencialidades, el año 2024 se presenta como una coyuntura crucial para dos de ellas.
La GG enfrenta desafíos tanto externos como internos que ponen en riesgo su continuidad. A nivel externo, las prioridades geopolíticas del bloque europeo han cambiado considerablemente desde el lanzamiento de la “operación militar especial” de Rusia contra Ucrania el 24 de febrero de 2022, lo que ha alterado de manera significativa las dinámicas de cooperación internacional de la UE. A nivel interno, los ciudadanos de los 27 países de la Unión Europea están llamados, del 6 al 9 de junio de 2024, a elegir un total de 720 representantes del Parlamento Europeo y, una vez conformada la X legislatura, ésta tendrá que nombrar al Colegio de Comisarios y al presidente de la Comisión Europea (cargo actualmente ejercido por Ursula von der Leyen). Todo esto genera mucha incertidumbre sobre el destino de la GG, ya que los nuevos líderes europeos no solo deberán evaluar las futuras prioridades de la política exterior y seguridad común (PESC), sino también tomar decisiones sobre la continuidad de la iniciativa y su financiamiento.
En una situación similar se encuentra la PGII, que también enfrenta importantes desafíos en este año. Dado que es una iniciativa concebida e impulsada por la administración Biden, una eventual victoria de Donald Trump en las próximas elecciones presidenciales plantea serias interrogantes sobre su continuidad: ¿Puede la PGII ser integrada en la visión de “Make America Great Again!” y en la política exterior de Trump? Parece poco probable. Lo que sí está claro es que, incluso si Biden resulta reelegido el 5 de noviembre, la PGII deberá mostrar resultados concretos para mantener la confianza de sus socios internacionales, ya que su desempeño, hasta ahora, no ha sido completamente satisfactorio.
En contraste con las iniciativas europea y estadounidense, la renovación del liderazgo de Xi Jinping para un tercer mandato presidencial por parte de la Asamblea Nacional de China en marzo de 2023 ha allanado el camino para la continuidad y el fortalecimiento de la BRI. A pesar enfrentar críticas, como las expresadas por Biden, quien señaló que “la Iniciativa de la Franja y la Ruta ha terminado en deudas y una trampa para la mayoría de los pueblos que la han firmado”, la BRI ha movilizado más de 1,300 millones de dólares en inversiones y, hasta el momento, ha contribuido al desarrollo de infraestructura en los países del Sur Global. En términos realistas, la BRI ha permitido a China establecer una sólida base de relaciones bilaterales y multilaterales con los países en desarrollo, un logro que Global Gateway y PGII aún están tratando de alcanzar.
En este contexto, surge una importante reflexión sobre el papel de América Latina. ¿Se mantendrá nuevamente como una región pasiva y observadora ante estas iniciativas globales? O, más bien, ¿tendrá América Latina la capacidad de coordinar acciones y, finalmente, superar los impasses experimentados en la integración regional de los últimos años? La capacidad de América Latina para responder de manera efectiva a las iniciativas en pugna dependerá de su habilidad para fortalecer la integración regional y definir una agenda propia basada en necesidades comunes. Esto requiere superar divisiones internas y renovar el compromiso con la construcción de un proyecto sólido y compartido, sustentado en instituciones capaces de mediar entre los intereses nacionales y promover un interés regional unificado.
DANIEL MORALES RUVALCABA es profesor asociado de la Sun Yat-sen University (China) y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (México). Publicación más reciente: National Power and International Geostructure (Springer), coeditado con Alberto Rocha. Twitter: @moralesruvalcab.