Por Arturo Liceaga Ancer
¿Por qué el nuevoleonés coquetea tanto con separarse de la República?
Fuera del estado, la plática y el rumor de una independencia no deberían ser interpretados como un afán antimexicano por parte de la gente de Nuevo León. Uno puede observar que en realidad no es un malinchismo lo que motiva esta actitud; es la inhabilidad del sistema democrático mexicano de representar al nuevoleonés. Si Nuevo León es solamente una entidad administrativa, carente de identidad, historia y objetivos propios, entonces su futuro es sombrío. De lo que se habla es de una separación en función a un cambio de sistema político, pues el actual es sostenido por la República y no funciona. Una separación no significa que los norteños sean menos mexicanos que otros. No se aspira a ser parte de Estados Unidos, se aspira a una soberanía e identidad propia.
La República ha demostrado su inhabilidad de respetar los valores tradicionales del estado. Con desprecio, las fuerzas centralistas como la SCJN detestan la visión nuevoleonesa de la vida. Un ejemplo de ello es la invalidación del derecho a la vida desde la concepción en la Constitución del estado, por mayoría de 10 votos, esa fue la decisión del “inmaculado” poder judicial.
¿Qué tan valiosa es la democracia nuevoleonesa?
Esa dama del narcotráfico, que consistentemente erosiona la confianza del empresario pequeño, el agricultor, la persona de servicios y aquellos que simplemente quieren una mejor vida y buscan construirla de manera recta. Elección tras elección, los llamados actores democráticos juran que el voto es sagrado (tan sagrado que los narcotraficantes movilizan votos cada vez que hay elecciones). Los demócratas compuestos por las ONG, académicos, medios, figuras públicas y élites empresariales consideran que la democracia nuevoleonesa es así de valiosa y que poco a poco se puede ir mejorando. ¡Con mucha sustentabilidad, inclusión, entusiasmo, diversidad y equidad todo será posible!
Tan valiosa es la democracia que gracias a ella se le paga una fortuna a los diputados que andan holgazaneando en el Congreso; después de dos semanas de lucha de grupos de interés, hubo sesión hasta el 17 de septiembre 2024 en el Congreso. ¡Después de 7 meses de inacción! Otro ejemplo es cuando el 26 de junio de este año aprobaron vacaciones de un mes con 1738 pendientes de dictaminar. Esto solo irá empeorando con el tiempo.
Tan valiosa es ella que la crisis de agua no se ha solucionado; la movilidad ha colapsado; Nuevo León tiene el tercer lugar nacional en trata de personas; la calidad de aire es cancerígena (Pulmonary Center); la inseguridad ruge en deleite ante la ausencia de las autoridades y un ejército que los combata. Las mujeres viven con miedo de ser violentadas (ENVIPE, 2021). Tan valiosa es esta misteriosa democracia que no contamos con integridad territorial, ya que hay zonas del estado que son controladas por los cárteles (Asmann y Newton, 2023). Nuevo León está bajo asedio. Los baches constantes y las calles mal hechas; el transporte público decadente (reflejado en las filas interminables) y totalmente desorganizado; la carencia de planeación urbana; la abominable obra de astronautas que costó 16 millones de pesos sobre la Loma Larga, todos estos son actos constantes de traición, intriga y desorden. Son producto de la democracia posmoderna, y esta es incompatible con la realidad de Nuevo León.
Año tras año, las promesas se hacen más espectaculares por parte de la viciosa clase política y el votante es invariablemente arrastrado para tomar una decisión entre lo menos peor; la democracia es la convivencia y celebración de un acto colectivo de autoengaño. La República tiene su modelo; Nuevo León debe tener el suyo.
¿Tiene derecho un regiomontano —demócratas— a levantar la mano y decir lo siguiente? “Señores, esto no está bien, creo que no estamos de acuerdo con el sistema de partidos”. De inmediato van a llover las acusaciones de que el autoritarismo asciende en Nuevo León. Sin olvidar el adjetivo más común e insignificante de nuestros tiempos: “ultraderecha”.
Los demócratas fracasaron, su sistema de partidos está en bancarrota y lo saben; evidencia de ello sobra: chapulines comprados y planes estratégicos a imagen y semejanza de agendas extranjeras, avalados por los diputados.
Cualquier Estado requiere fronteras. Entre enero y noviembre de 2023, las autoridades mexicanas identificaron a 41,705 migrantes haitianos en situación irregular, de acuerdo con datos de la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación (Segob), un incremento significativo del 1333% en comparación con el mismo periodo del año anterior. ¿Qué cantidad de esta gente pasó o sigue en Nuevo León? ¿Quiénes son estas personas? ¿Qué valores tienen? Las calles están repletas de migrantes que vienen de Honduras, Salvador, Nicaragua, Venezuela, etc. Si el Instituto Nacional de Migración no hace su trabajo, entonces Nuevo León tiene derecho a hacerse cargo de su propio destino.
Nuevo León no tiene ni siquiera para proporcionarle a sus hijos bancos en las escuelas públicas y muchas de estas mismas ni siquiera cuentan con agua. Definitivamente, los “asilados” se tienen que regresar, pues el mismo nuevoleonés se ha convertido en un asilado en su propio estado. La gente de este estado debería de estar siempre en primer lugar en la mente de cualquier líder político aspirante a cualquier puesto público. Solamente a través del sistema de partidos se pueden dar este tipo de circunstancias grotescas y sin sentido.
Las preguntas que cada persona consciente puede hacerle a sus regidores, alcaldes, diputados y senadores son las siguientes: ¿Qué tal si no estamos de acuerdo con tu sistema político? ¿Qué tal si no nos identificamos con tus valores de hegemonía liberal (Mearsheimer)? ¿Qué tal si no queremos agenda 2030? Queremos una agenda de Nuevo León primero. ¿Qué tal si un día nos hartamos de tus murmullos detrás de las puertas del Congreso, que incesantemente producen aberraciones antipatrióticas? En definitiva, ¿qué tal si un día no aceptamos tu República y buscamos la independencia?
ARTURO LICEAGA ANCER es escritor y analista político. Es licenciado en Ciencia Política y Gobernanza por la Universidad de Monterrey. Sígalo en @arturoliceagaa