/ lunes 21 de agosto de 2023

Una Política Exterior Feminista… ¿utopía o realidad?

Por Andrea Navarro de la Rosa

Adentrarnos en la discusión de si existe o no una -o varios tipos de- Política Exterior Feminista (PEF), requiere regresar al entendimiento de las bases de la misma.

Dado las diversas interpretaciones y mejoras en su conceptualización por parte de países como Canadá (2017), Francia (2019), México (2020), España (2021), Luxemburgo (2021), Alemania (2023) y Chile (2023), quienes decidieron seguir el ejemplo de Suecia (2014) al incluir un nuevo enfoque en su Política Exterior tradicional y declararse abiertamente feministas; entender qué representa tener una PEF y cuál es su importancia en la agenda multilateral, requiere bastante coherencia con y entendimiento profundo de la filosofía e historia feminista así como de conceptos clave en su construcción, como la ‘igualdad de género’, ‘interseccionalidad’ y ‘transversalidad’, al igual que de una constante observación de los movimientos feministas del Sur Global y de cuáles son sus principales motivadores.

Asumiendo que los y las tomadores(as) de decisiones cuentan con pleno conocimiento y entendimiento al respecto, repasemos ¿qué significa una Política Exterior Feminista?

En palabras de la ahora Canciller mexicana, Emb. Alicia Bárcena, durante el 2° Encuentro Cultural Mujer Migrante de México y el Mundo, “una política exterior feminista no solo significa que los Estados garantizan los derechos de las mujeres dentro y fuera de las fronteras de su territorio. También implica la promoción del multilateralismo con el fin de abordar de forma coordinada los nudos estructurales de la desigualdad de género, aspecto clave para lograr una recuperación transformadora con igualdad en la región”.

Sin embargo, al analizar los avances y retrocesos de la PEF de los “pioneros” en sus respectivos continentes y regiones, nos damos cuenta de que el significado de esta Política es, por demás, el resultado de un trabajo comprendido desde un enfoque del gobierno en turno y no tanto del Estado o, incluso, con un mayor peso desde lo institucional (como es el caso de México) y no necesariamente en línea con la Política Exterior (constitucionalmente hablando) de los países que buscan impulsarla.

Como ejemplo de ello tenemos el caso de Suecia, que si bien fue el país referente a nivel internacional al proponer por primera vez un método de trabajo con perspectiva de género, con base en la realidad de las mujeres de su territorio, el nuevo gobierno en turno ha declarado la eliminación de la PEF sueca (octubre, 2022), debido a que al etiquetar su política exterior como “feminista” se opaca el hecho de que dicha política deba basarse en los valores nacionales y en los intereses de sus ciudadanos (Tobias Billström, Primer Ministro de Suecia).

Por otro lado, hay países que realmente expresan toda su intención de adoptar un enfoque feminista en su Política Exterior, al priorizar la Cooperación (España) y el Desarrollo (Alemania) en su actuar bilateral y multilateral para ‘posicionar la igualdad de género como elemento transformador’ (Somos Iberoamérica, 2022) tanto de cada país como de sus relaciones internacionales. No obstante, aún carecen de un modelo de medición, auditoría y transparencia que permita conocer el verdadero impacto de las políticas, acciones y medidas tomadas tanto al interior como al exterior de sus Estados.

Basta observar los resultados del Índice de Política Exterior Feminista o Feminist Foreign Policy Index, que en el año 2022 llevó a cabo el análisis de una serie de indicadores como: el compromiso con la paz y seguridad de las mujeres, el desarrollo para la igualdad de género, la migración, protección laboral, justicia económica, representación política y marcos institucionales, y la respuesta climática con justicia de género, entre otros; para determinar quiénes son los Estados con mejores avances en esta materia.

Así, Suecia, Noruega, México, Finlandia, Costa Rica, Sudáfrica, Chile, Argentina, Luxemburgo, Portugal, Colombia, Bélgica y España, se colocaron como las naciones con mayor puntaje en el estudio, pese a que en el mismo se reconoce que, para evaluar los resultados de los indicadores contemplados, las metodologías utilizadas “a menudo no son suficientes” para saber el impacto real de las políticas públicas, las contribuciones por país y tener garantía sobre los avances en materia de igualdad de género.

Pero ¿cómo saber si existe, es útil y conviene o no adoptar una Política Exterior Feminista?

Además del reto en la comprensión y definición de una Política Exterior Feminista que realmente tenga como prioridad las necesidades y la realidad actual de las mujeres de manera interseccional y transversal, tanto al interior como al exterior de las naciones; es necesario tener claridad del impacto real de las políticas públicas con enfoque feminista y de género que resuelvan efectivamente los problemas sistemáticos y estructurales a los que se enfrenta el 49.7% de la población global (Banco Mundial, 2022).

Hasta ahora, el discurso político y la “transformación” de la Política Exterior a una con agenda feminista muchas veces evita contemplar abiertamente aquellos motivadores esenciales en los movimientos feministas del siglo XXI (Barrancos, 2020), como lo es un gran sentido de urgencia para erradicar todos los tipos de violencia hacia las mujeres que siguen afectando sus vidas, derechos y libertades, tales como la explotación sexual, el alza de feminicidios, la trata de personas, la prohibición del aborto, la desigualdad económica y laboral, la prevalencia de un discurso machista generalizado (en todos los niveles de gobierno), por mencionar algunos. Mientras el discurso político siga manteniendo un enfoque cortoplacista en este rubro, además de ser poco claro en lo que se pretende al incluir un “enfoque feminista” en su Política Interior y Exterior, poco servirá contar con una PEF como estandarte en foros regionales e internacionales.

ANDREA NAVARRO DE LA ROSA es Maestra en Marketing Digital y Comercio Electrónico. Licenciada en Relaciones Internacionales por la UNAM-FES Aragón. Actualmente es asociada del Programa de Jóvenes del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (PJ COMEXI) y miembro de la Fundación española Ciencias de la Documentación FD–Mujeres Líderes de las Américas. Sígala en Twitter como @andie_nr

Por Andrea Navarro de la Rosa

Adentrarnos en la discusión de si existe o no una -o varios tipos de- Política Exterior Feminista (PEF), requiere regresar al entendimiento de las bases de la misma.

Dado las diversas interpretaciones y mejoras en su conceptualización por parte de países como Canadá (2017), Francia (2019), México (2020), España (2021), Luxemburgo (2021), Alemania (2023) y Chile (2023), quienes decidieron seguir el ejemplo de Suecia (2014) al incluir un nuevo enfoque en su Política Exterior tradicional y declararse abiertamente feministas; entender qué representa tener una PEF y cuál es su importancia en la agenda multilateral, requiere bastante coherencia con y entendimiento profundo de la filosofía e historia feminista así como de conceptos clave en su construcción, como la ‘igualdad de género’, ‘interseccionalidad’ y ‘transversalidad’, al igual que de una constante observación de los movimientos feministas del Sur Global y de cuáles son sus principales motivadores.

Asumiendo que los y las tomadores(as) de decisiones cuentan con pleno conocimiento y entendimiento al respecto, repasemos ¿qué significa una Política Exterior Feminista?

En palabras de la ahora Canciller mexicana, Emb. Alicia Bárcena, durante el 2° Encuentro Cultural Mujer Migrante de México y el Mundo, “una política exterior feminista no solo significa que los Estados garantizan los derechos de las mujeres dentro y fuera de las fronteras de su territorio. También implica la promoción del multilateralismo con el fin de abordar de forma coordinada los nudos estructurales de la desigualdad de género, aspecto clave para lograr una recuperación transformadora con igualdad en la región”.

Sin embargo, al analizar los avances y retrocesos de la PEF de los “pioneros” en sus respectivos continentes y regiones, nos damos cuenta de que el significado de esta Política es, por demás, el resultado de un trabajo comprendido desde un enfoque del gobierno en turno y no tanto del Estado o, incluso, con un mayor peso desde lo institucional (como es el caso de México) y no necesariamente en línea con la Política Exterior (constitucionalmente hablando) de los países que buscan impulsarla.

Como ejemplo de ello tenemos el caso de Suecia, que si bien fue el país referente a nivel internacional al proponer por primera vez un método de trabajo con perspectiva de género, con base en la realidad de las mujeres de su territorio, el nuevo gobierno en turno ha declarado la eliminación de la PEF sueca (octubre, 2022), debido a que al etiquetar su política exterior como “feminista” se opaca el hecho de que dicha política deba basarse en los valores nacionales y en los intereses de sus ciudadanos (Tobias Billström, Primer Ministro de Suecia).

Por otro lado, hay países que realmente expresan toda su intención de adoptar un enfoque feminista en su Política Exterior, al priorizar la Cooperación (España) y el Desarrollo (Alemania) en su actuar bilateral y multilateral para ‘posicionar la igualdad de género como elemento transformador’ (Somos Iberoamérica, 2022) tanto de cada país como de sus relaciones internacionales. No obstante, aún carecen de un modelo de medición, auditoría y transparencia que permita conocer el verdadero impacto de las políticas, acciones y medidas tomadas tanto al interior como al exterior de sus Estados.

Basta observar los resultados del Índice de Política Exterior Feminista o Feminist Foreign Policy Index, que en el año 2022 llevó a cabo el análisis de una serie de indicadores como: el compromiso con la paz y seguridad de las mujeres, el desarrollo para la igualdad de género, la migración, protección laboral, justicia económica, representación política y marcos institucionales, y la respuesta climática con justicia de género, entre otros; para determinar quiénes son los Estados con mejores avances en esta materia.

Así, Suecia, Noruega, México, Finlandia, Costa Rica, Sudáfrica, Chile, Argentina, Luxemburgo, Portugal, Colombia, Bélgica y España, se colocaron como las naciones con mayor puntaje en el estudio, pese a que en el mismo se reconoce que, para evaluar los resultados de los indicadores contemplados, las metodologías utilizadas “a menudo no son suficientes” para saber el impacto real de las políticas públicas, las contribuciones por país y tener garantía sobre los avances en materia de igualdad de género.

Pero ¿cómo saber si existe, es útil y conviene o no adoptar una Política Exterior Feminista?

Además del reto en la comprensión y definición de una Política Exterior Feminista que realmente tenga como prioridad las necesidades y la realidad actual de las mujeres de manera interseccional y transversal, tanto al interior como al exterior de las naciones; es necesario tener claridad del impacto real de las políticas públicas con enfoque feminista y de género que resuelvan efectivamente los problemas sistemáticos y estructurales a los que se enfrenta el 49.7% de la población global (Banco Mundial, 2022).

Hasta ahora, el discurso político y la “transformación” de la Política Exterior a una con agenda feminista muchas veces evita contemplar abiertamente aquellos motivadores esenciales en los movimientos feministas del siglo XXI (Barrancos, 2020), como lo es un gran sentido de urgencia para erradicar todos los tipos de violencia hacia las mujeres que siguen afectando sus vidas, derechos y libertades, tales como la explotación sexual, el alza de feminicidios, la trata de personas, la prohibición del aborto, la desigualdad económica y laboral, la prevalencia de un discurso machista generalizado (en todos los niveles de gobierno), por mencionar algunos. Mientras el discurso político siga manteniendo un enfoque cortoplacista en este rubro, además de ser poco claro en lo que se pretende al incluir un “enfoque feminista” en su Política Interior y Exterior, poco servirá contar con una PEF como estandarte en foros regionales e internacionales.

ANDREA NAVARRO DE LA ROSA es Maestra en Marketing Digital y Comercio Electrónico. Licenciada en Relaciones Internacionales por la UNAM-FES Aragón. Actualmente es asociada del Programa de Jóvenes del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (PJ COMEXI) y miembro de la Fundación española Ciencias de la Documentación FD–Mujeres Líderes de las Américas. Sígala en Twitter como @andie_nr