/ martes 23 de julio de 2024

Los partidos, elementos permanentes del juego político

Desde mediados del siglo XVII las violentas guerras de sucesión en Inglaterra lograron ser sustituidas por acuerdos políticos que controlaban el acceso pacífico y ordenado de la aristocracia al poder. Doscientos años después, una naciente clase media, burguesa y plebeya, que aspiraba a una mejor representación y mayor poder polarizó el ambiente dando lugar a los primeros partidos políticos: el conservador que representaba a la aristocracia y el liberal que representaba los intereses de la clase media.

Este esquema bipartidista fue exportado al resto de Europa y después al resto del mundo hasta constituirse en el mecanismo más frecuente de representación política. En el México del siglo XIX se crearon dos partidos, los liberales y los conservadores. La subsecuente aparición de una clase trabajadora diversificó la oferta política mediante la constitución de partidos obreros.

Los partidos políticos se convirtieron en elementos permanentes del juego político, reconocidos como sujetos de interés público al representar los intereses de los ciudadanos organizados y ser los vehículos con los que se postulan candidatos y se ganan elecciones.

En una clasificación de mediados del siglo pasado, Duverger distribuyó los partidos políticos existentes en tres grupos: de cuadros, de masas o de militantes. Los partidos de militantes son más abiertos que los de cuadros porque, en principio, todo el que se presente puede convertirse en militante. Pero son más cerrados que los partidos de masas, porque los militantes tienen que demostrar su valía, su importancia, interés y compromiso con la organización política; no solamente deben acudir a votar por el partido, tienen que trabajar para él.

Los partidos tradicionales mexicanos surgieron dentro de estas clasificaciones. Quizá el PAN más cercano a uno de cuadros, el PRD a uno de masas y el PRI a uno de militantes, reflejando el contexto social en el que desenvolvían.

En los últimos años hemos sido testigos de cómo la ideología de los partidos políticos se ha ido diluyendo, concentrándose cada vez más en la propaganda y desplazando su fortaleza de sus afiliados a los grupos de interés. La ideología dentro de los partidos es importante porque representa un conjunto de ideas, creencias, valores, principios y actitudes que se vinculan entre sí. La dilución ideológica ha debilitado la identidad partidista y modificado el comportamiento electoral.

Cuando la intención principal de los partidos políticos se desplazó de representar los intereses de sus afiliados a solamente ganar elecciones, las diferencias entre ellos comenzaron a suavizarse hasta presentar programas electorales cada vez más parecidos entre sí. Fortalecer la ideología de los partidos, tan diversa como sea necesario, recuperaría la coherencia, contraste, estabilidad y dirección del sistema político.

El debilitamiento de los partidos convencionales sumado a su mal desempeño abrió la puerta para la creación de una cuarta clasificación, los partidos “atrapa todo” o profesionales electorales. Los partidos profesionales electorales se especializan en la planeación y ejecución de campañas electorales. En este tipo de partidos los militantes son solamente cuadros que se encargan de difundir los planteamientos y convocar al voto, anteponiendo la popularidad a la capacidad o la lealtad para la asignación de candidaturas.

Los partidos profesionales electorales cuentan con los medios de comunicación para transmitir sus planteamientos y llegar a los votantes más que con redes formales. Su desempeño más importante se da durante las campañas políticas y el momento culminante es la jornada electoral. Para este tipo de partidos su único objetivo es atrapar todos los votos que le sean necesarios para ganar las elecciones y consolidar el poder. En ésta última clasificación se enmarcan el Partido del Trabajo, el Partido Verde, Movimiento Ciudadano y Morena.

Independientemente de su clasificación, en un régimen democrático las principales funciones de los partidos son la articulación de demandas sociales, la agregación de intereses, el reclutamiento político, movilización y participación y la socialización política. Los partidos políticos son los vínculos que ejercen la representación política entre electores y elegidos.

Una democracia sin partidos es impensable, los recientes intentos de desmantelamiento de la figura de representación proporcional en la Cámara de Diputados, así como la popularización de consultas públicas sobre temas complejos como es la composición del poder judicial, son intentos de acabar con la esencia de nuestro sistema político para convertirlo en un país desorientado, desorganizado, desmovilizado, de un solo partido, de una sola voz.

Desde mediados del siglo XVII las violentas guerras de sucesión en Inglaterra lograron ser sustituidas por acuerdos políticos que controlaban el acceso pacífico y ordenado de la aristocracia al poder. Doscientos años después, una naciente clase media, burguesa y plebeya, que aspiraba a una mejor representación y mayor poder polarizó el ambiente dando lugar a los primeros partidos políticos: el conservador que representaba a la aristocracia y el liberal que representaba los intereses de la clase media.

Este esquema bipartidista fue exportado al resto de Europa y después al resto del mundo hasta constituirse en el mecanismo más frecuente de representación política. En el México del siglo XIX se crearon dos partidos, los liberales y los conservadores. La subsecuente aparición de una clase trabajadora diversificó la oferta política mediante la constitución de partidos obreros.

Los partidos políticos se convirtieron en elementos permanentes del juego político, reconocidos como sujetos de interés público al representar los intereses de los ciudadanos organizados y ser los vehículos con los que se postulan candidatos y se ganan elecciones.

En una clasificación de mediados del siglo pasado, Duverger distribuyó los partidos políticos existentes en tres grupos: de cuadros, de masas o de militantes. Los partidos de militantes son más abiertos que los de cuadros porque, en principio, todo el que se presente puede convertirse en militante. Pero son más cerrados que los partidos de masas, porque los militantes tienen que demostrar su valía, su importancia, interés y compromiso con la organización política; no solamente deben acudir a votar por el partido, tienen que trabajar para él.

Los partidos tradicionales mexicanos surgieron dentro de estas clasificaciones. Quizá el PAN más cercano a uno de cuadros, el PRD a uno de masas y el PRI a uno de militantes, reflejando el contexto social en el que desenvolvían.

En los últimos años hemos sido testigos de cómo la ideología de los partidos políticos se ha ido diluyendo, concentrándose cada vez más en la propaganda y desplazando su fortaleza de sus afiliados a los grupos de interés. La ideología dentro de los partidos es importante porque representa un conjunto de ideas, creencias, valores, principios y actitudes que se vinculan entre sí. La dilución ideológica ha debilitado la identidad partidista y modificado el comportamiento electoral.

Cuando la intención principal de los partidos políticos se desplazó de representar los intereses de sus afiliados a solamente ganar elecciones, las diferencias entre ellos comenzaron a suavizarse hasta presentar programas electorales cada vez más parecidos entre sí. Fortalecer la ideología de los partidos, tan diversa como sea necesario, recuperaría la coherencia, contraste, estabilidad y dirección del sistema político.

El debilitamiento de los partidos convencionales sumado a su mal desempeño abrió la puerta para la creación de una cuarta clasificación, los partidos “atrapa todo” o profesionales electorales. Los partidos profesionales electorales se especializan en la planeación y ejecución de campañas electorales. En este tipo de partidos los militantes son solamente cuadros que se encargan de difundir los planteamientos y convocar al voto, anteponiendo la popularidad a la capacidad o la lealtad para la asignación de candidaturas.

Los partidos profesionales electorales cuentan con los medios de comunicación para transmitir sus planteamientos y llegar a los votantes más que con redes formales. Su desempeño más importante se da durante las campañas políticas y el momento culminante es la jornada electoral. Para este tipo de partidos su único objetivo es atrapar todos los votos que le sean necesarios para ganar las elecciones y consolidar el poder. En ésta última clasificación se enmarcan el Partido del Trabajo, el Partido Verde, Movimiento Ciudadano y Morena.

Independientemente de su clasificación, en un régimen democrático las principales funciones de los partidos son la articulación de demandas sociales, la agregación de intereses, el reclutamiento político, movilización y participación y la socialización política. Los partidos políticos son los vínculos que ejercen la representación política entre electores y elegidos.

Una democracia sin partidos es impensable, los recientes intentos de desmantelamiento de la figura de representación proporcional en la Cámara de Diputados, así como la popularización de consultas públicas sobre temas complejos como es la composición del poder judicial, son intentos de acabar con la esencia de nuestro sistema político para convertirlo en un país desorientado, desorganizado, desmovilizado, de un solo partido, de una sola voz.