Colocar la mirada en la actividad delictiva o en las zonas donde se perpetra con mayor frecuencia es una oportunidad para disuadirla y perseguirla.
Las grandes urbes tienen en la videovigilancia un factor de cambio en materia de seguridad. Facilita el monitoreo a distancia, la toma de decisiones y, con inteligencia policial, incrementa las probabilidades de detención de los delincuentes. Además de contribuir de manera central a la confianza ciudadana.
Sin embargo, la tecnología no es suficiente, es un apoyo el cual requiere de factores humanos como 1) la capacitación y habilidades de quienes están al frente de los monitores y 2) estrategias operativas y de coordinación para el seguimiento en el territorio.
En la medida que se agiliza la activación de un protocolo de seguimiento se fortalece el combate a la delincuencia. De ahí la importancia de la colaboración entre la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana de Morelos, a cargo de Miguel Ángel Urrutia, y la Secretaría de Protección y Auxilio Ciudadano de Cuernavaca, bajo el mando de Alicia Vázquez.
El acercamiento entre ambas corporaciones permitirá a los operadores del C4, dirigido por Manuel Pedraza, reintegrarse a la operación desde las instalaciones del C5 estatal a cargo de José Luis Castro.
El trabajo coordinado permite responder de manera más eficaz y oportuna a las llamadas de emergencia y contribuye a las posibilidades de mejorar la seguridad pública.
Morelos es una de las cuatro entidades del país que en el periodo enero-septiembre de este año registra incremento en la incidencia delictiva de alto impacto, en comparación con los mismos meses de 2019. Los datos oficiales revelan un aumento del 25 por ciento. Las otras tres son Campeche, Nayarit y Nuevo León.
En la videovigilancia hay elementos para contribuir a la construcción de espacios seguros, aunque se requiere compromiso y colaboración para poner miles de ojos contra el delito.
Salvador Guerrero Chiprés
@guerrerochipres