Nosotros como adultos, nos hemos adaptado a vivir en condiciones de violencia producto de la delincuencia. Podría estar pensando, “ya lo sabíamos” o “¿qué hay de nuevo en ello?”, pero ¿en realidad hemos analizado el impacto que tiene una afirmación como esa?
Los hechos de violencia que ocurren día con día, en el ámbito local, nacional e internacional son ampliamente difundidos por cualquier persona a través de las redes sociales y rápidamente llegan a cualquiera que tenga acceso a un dispositivo electrónico.
Situación que es grave y debe preocupar a toda la sociedad, porque cada vez se aprecia como algo normal, irremediable, predestinado e incluso de moda, y que hasta puede ser explotable comercialmente y redituable al ser exhibida.
Todo esto, por un lado, está asociado al derecho de todos a saber, a la libertad de expresión y a la publicidad de cualquier tipo de información o pensamiento, y resulta válido desde todos los puntos de vista.
Sin embargo, los efectos de la difusión de información y su acceso indiscriminado contribuyen a la normalización de la violencia, sobre todo en las niñas, niños y adolescentes, pero ¿a qué nos referimos con esto?
Partamos desde que la reiterada divulgación de este tipo de contenidos afecta el bienestar y la seguridad social, ¿por qué? porque van construyendo una sociedad indiferente a lo que les pase a otros, pero que vive con la sensación permanente sobre un futuro desalentador e inseguro.
Ahora, analicemos qué dicen las cifras. Para medir esa percepción de inseguridad, el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) lleva a cabo trimestralmente la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), en 75 ciudades de interés, entre ellas, la zona metropolitana de Cuernavaca, Morelos, para generar información en torno a la percepción social sobre la seguridad pública en cada región del país.
Los resultados de la encuesta correspondiente al tercer trimestre de 2023, que comprende los meses de julio-septiembre para personas de 18 años y más, arrojó entre los datos más significativos que:
•61.4 % de los encuestados considera que, en términos de delincuencia, vivir en su ciudad es inseguro. En la zona metropolitana de Cuernavaca la tasa de percepción de inseguridad es de 76.8%, esto es, 15.4% más que la media nacional.
•En septiembre de 2023, 70.8 % de la población manifestó sentirse insegura en los cajeros automáticos localizados en la vía pública; 64.2 % en el transporte público; 55.4 %, en el banco; 54.1% en las calles que habitualmente transita; 51.6% en carreteras; y 45.4% en el mercado.
•33.9 % consideró que en los próximos 12 meses, la situación de la delincuencia e inseguridad en su ciudad seguirá igual de mal. Por otra parte, 24% de la población refirió que la situación empeorará en los próximos 12 meses.
•El porcentaje de la población que mencionó haber visto o escuchado conductas delictivas o antisociales en los alrededores de su vivienda, 60.4 % se relacionó con consumo de alcohol en las calles; 51.1 %, con robos o asaltos; 39.7 %, con vandalismo en las viviendas o negocios; 39.5 %, con venta o consumo de drogas; 36.0 %, con disparos frecuentes con armas; 24.4 %, con bandas violentas o pandillerismo; 15.2 %, con tomas irregulares de luz (diablitos) y 3.1 %, con robo o venta ilegal de gasolina o diésel (huachicol).
•Para mantenerse al tanto sobre la seguridad pública, el narcotráfico y la violencia, 60.6 % más dijo informarse con los noticieros en televisión, en tanto que, en la zona de Cuernavaca, el porcentajes es 64.4%.
•Por su parte, 56.3 % de los encuestados respondieron que mantiene comunicación personal en el entorno de la vivienda, pero a nivel local la cifra incrementa a 63%; asimismo, 55.9 % refirió que se informa por medio de Facebook, pero en la zona de Cuernavaca es porcentaje es menor, dado que la cifra es del 46.2%, mientras que el 23.5 % dijo enterarse mediante internet, cifra mayor a la registrada en la zona metropolitana de Cuernavaca, que es de 17.1%.
•La encuesta incluye datos relevantes como el cambio de hábitos por temor a ser víctima de la delincuencia, como que el 48.1% dijo que ha dejado de llevar cosas de valor, el 41.9% dejó de caminar de noche por los alrededores de su vivienda, además de modificaciones conductuales que desde luego pueden ser considerados como efectos de la violencia.
Estos factores generan el cambio de hábitos para evitar ser víctima de la delincuencia y representa una modificación significativa en el comportamiento de las personas, especialmente en las infancias y adolescencias, porque al estar en un proceso de desarrollo, este ambiente inseguro les impide realizar actividades a las que normalmente tendrían derecho, como asistir a un parque o caminar solos en la calle.
Pero hay otros efectos que también son visibles, como el comportamiento violento para resolver conflictos, como el bullying, la discriminación por razones de imagen, culturales y hasta estratificación social, que nos deja ver, que la violencia no solo está en las calles, sino que también se manifiesta en las escuelas y en los hogares.
Es necesario reflexionar que la responsabilidad de los adultos es educar y acompañar en el ejercicio de sus derechos a las niñas, niños y adolescentes, en cumplimiento al mandato constitucional de velar por su interés superior, que conlleva el deber de evaluar cada decisión en función de la repercusión que tendrá en la formación de los infantes y adolescentes de nuestro entorno.
De lo contrario no estaremos garantizando su derecho a la vida, a la paz, a la supervivencia y al desarrollo, tal como lo establece el artículo 13 de la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.
Si tiene interés en consultar la encuesta del INEGI completa, está disponible en la dirección: chrome-extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://www.inegi.org.mx/contenidos/programas/ensu/doc/ensu2023_septiembre_presentacion_ejecutiva.pdf
Los leo en los comentarios.