El poblado de Huautla, enclavado en el sur del estado, en el municipio más grande: Tlaquiltenango, hoy luce en el olvido y es uno de los tantos pueblos que hoy recurre a las autodefensas, ante la amenaza de la delincuencia organizada. Pasó de ser un poblado con potencial turístico y científico, a convertirse en un pueblo en el olvido.
A casi dos horas de distancia de la capital del Estado, el poblado de Huautla había encontrado una forma de convertirse en un pueblo autosustentable con la puesta en marcha del Centro de Educación Ambiental e Investigación de la Sierra de Huautla (CEAMISH) operado por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM).
Su impulsor y principal promotor fue el investigador Oscar Dorado Ramírez, varias veces postulado a la rectoría de la Máxima Casa de Estudios de nuestra entidad. Su trabajo arduo logró convertir por varios años al CEAMISH en un centro no solamente de turismo ecológico, sino un verdadero centro de investigación y de desarrollo sustentable para los pobladores del lugar.
Sin embargo hoy las instalaciones que albergaba a dicho centro lucen desoladas, cuentan los pobladores que todo se derivó por la falta de pago de la luz, lo que llevó a cerrar sus puertas. Y con ello abandonar el turismo ecológico, la investigación y asesoramiento para los pobladores, quienes lo veían como una fuente de ingresos económicos.
En cambio hoy se puede observar a un poblado dañado, no solo por el sismo del 19 de septiembre de 2017, sino también por una inundación el año pasado de la que poco se dijo en los medios de comunicación, pero que dejó muchos destrozos para sus pobladores.
Pero esos no son las únicas adversidades que afrontan hoy sus pobladores, sino que también tienen que hacer frente, de manera personal, a la delincuencia y contar, en los hechos, con una autodefensa comunitaria.
Se puede leer en la entrada del pueblo un alto para evitar que delincuentes ingresen, se les hace la advertencia que de ser sorprendidos serán linchados. Por manzanas, los pobladores, están organizados y cuentan con un comandante que vía radio se comunican si alguna o algunas habitantes –que no sean de la población- ingresan a sus comunidades para darles seguimiento en el tránsito por el pueblo.
Esto les ha permitido bajar las incidencias delictivas así como evitar que sus jóvenes, que ya se adentraban en las drogas, se aferren a ellas. Pero seguramente el mayor golpe que recibieron es el cierre del CEAMISH, que ya los dejó en el abandono, a pesar de la basta riqueza de la sierra de Huautla, que alberga una de las más importantes selvas baja caducifolias de la región.
Y ello le valió la declaratoria de la Reserva de la Biósfera, luego de que “la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca otorgara el manifiesto de decreto por el cual se declara área natural protegida, con carácter de Reserva de la Biosfera, la región denominada Sierra de Huautla, ubicada en los municipios de Amacuzac, Puente de Ixtla, Jojutla, Tlaquiltenango y Tepalcingo, en el Estado de Morelos, el día miércoles 8 de septiembre de 1999 en el Diario Oficial de la Federación”, así lo relata el investigador Oscar Dorado Ramírez, en su reporte final de “Sierra de Huautla-Cerro Frío, Morelos: Proyecto de Reserva de la Biósfera”.
En ese mismo reporte hacía referencia a manera de introducción que “El fin principal es contribuir a la conservación de los recursos naturales a través de programas enfocados a la utilización racional de los recursos naturales, por medio de la búsqueda de actividades económicas acordes a la realidad local y de forma sostenibles. La Zona Sujeta a Conservación Ecológica de la Sierra de Huautla (ZSCESH), tiene una superficie de 31,314 hectáreas y protege uno de los últimos reductos de Selva Baja Caducifolia (SBC); el decreto se publicó con fecha 31 de Marzo de 1993 en el Periódico Oficial "Tierra y Libertad", No. 3633, órgano del Gobierno del Estado Libre y Soberano de Morelos”.
Hoy, en ese poblado no hay investigación, no hay educación ni turismo ecológico, pero lo que sí hay son las llamadas autodefensas comunitarias, que no solamente ponen retenes a la entrada y salida del pueblo, sino también en la propia sierra, para evitar que por cualquier reducto los delincuentes continúen haciendo daño, ante el abandono de todas las autoridades.