Islandia es una isla localizada al norte de Europa, prácticamente ya en el Polo Norte. Inmortalizada por Julio Verne en su novela Viaje al Centro de la Tierra, esta isla fue testigo de un movimiento inédito en la historia. Corría el año de 1974. En esos tiempos la población de Islandia era pequeña, la mitad de la de Cuernavaca hoy en día. Con una industrialización incipiente, su nivel de vida era menor que el del resto de Europa aunque relativamente próspero. Sin embargo, una parte de la sociedad islandesa se sentía profundamente agraviada y eso tuvo consecuencias.
Este grupo estaba prácticamente impedido de acceder al trabajo remunerado viéndose obligado al subempleo o al trabajo voluntario. En los pocos casos en que podían emplearse formalmente, su remuneración era la mitad por el mismo trabajo. Y no era menor el problema ya que se trataba de la mitad de la población del país. Las mujeres.
En vísperas del lanzamiento del Año de las Mujeres declarado por la Organización de las Naciones Unidas. un grupo de activista por los derechos de las mujeres llamadas “Medias rojas”, decidió enfrentar el problema mediante una acción civil, pacífica y ordenada, que llamara la atención de la prensa y forzara al gobierno a tomar medidas al respecto. Se estableció la fecha para el jueves 24 de octubre en lo que llamaron Kvennafrídagurinn, un día libre para las mujeres.
Ese día, una de cada cuatro mujeres en el país y prácticamente la totalidad de las mujeres en la capital, Reykjavik, abandonaron sus hogares y sus lugares de trabajo a las 2 de la tarde con cinco minutos. A esa hora dejaron de funcionar los teléfonos. Tampoco se imprimieron los periódicos de la tarde. Los hospitales se quedaron sin enfermeras y las escuelas sin maestras.
Los hombres tuvieron que tomar el control de la situación familiar por primera vez en su vida y muchos establecimientos y empresas hicieron adecuaciones para recibir a los miles de niños que fueron llevados por sus papás para pasar la tarde con ellos. Compras de pánico vaciaron las tiendas de comida rápida, golosinas y juguetes. La reserva completa de salchichas del país se agotó en pocas horas. Cerca de 25 mil mujeres se concentraron en el centro de la ciudad y permanecieron allí cantando y escuchando discursos hasta la media noche. Para cuando regresaron a casa habían logrado su objetivo, un cambio de conciencia.
Gracias a esta acción el siguiente año se emitió la Ley de Igualdad de Género que prohibió la discriminación escolar y laboral hacia las mujeres. Actualmente el 80% de las mujeres en Islandia tiene trabajo formal. Esta tasa es tan alta porque el estado asegura un excelente servicio de guarderías así como generosas políticas para el cuidado de los recién nacidos o en casos de adopción: tres meses de licencia con sueldo completo para la madre, tres meses para el padre y otros tres para cualquiera de los dos o divididos. Desde que se estableció esta medida, más del 90% de los padres la ha aprovechado.
Actualmente no solo Islandia es el país con menor discriminación laboral en Europa por razones de género sino que su sistema político es el más femenino del mundo a partir de 1980 cuando Vigdis Finnbogadóttir fue electa como la primera mujer en Europa en ser jefe de estado logrando mantener el cargo por 16 años consecutivos. Las mujeres Islandesas han repetido la acción en varias ocasiones para que la causa no caiga en el olvido: 1975, 2005, 2010 y 2016.
Las situación en México, en pleno siglo XXI, no es mejor. No solamente existe discriminación laboral hacia las mujeres por razones de género sino que nos aflige un flagelo profundamente más doloroso: la violencia. Atizada por una cultura machista la impunidad imperante ha llevado la situación a un punto de no retorno. El inenarrable asesinato de la pequeña Fátima fue la gota que colmo un vaso que lleva más de 133 feminicidios en lo que va del año. La demanda está allí, clara y nítida: una vida libre de violencia para las mujeres. El medio es una acción civil, pacífica y ordenada, como la realizada por las islandesas en 1974. La fecha es el 9 de marzo. Los resultados dependerán de la sensibilidad de la sociedad pero más aún, de la de las autoridades estatales y federales que son las que tienen la obligación de proteger a los ciudadanos. Y no lo olviden, la mitad de los ciudadanos de este país somos mujeres y votamos.
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