/ miércoles 7 de agosto de 2024

Vamos adelante / El Golpe de Estado orquestado por EU fue derrotado en Venezuela

A principios de agosto, los presidentes de México, Andrés Manuel López Obrador; de Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva, y Gustavo Petro, de Colombia, publicaron un comunicado conjunto en respaldo de la paz en Venezuela, e hicieron un llamado a las fuerzas beligerantes a resolver la controversia poselectoral por medios legales.

También señalaron que se debe respetar “el principio de la soberanía popular, mediante la verificación imparcial de los resultados” de los comicios del 28 de julio, y pidieron a las autoridades que hagan los esfuerzos necesarios para que den a conocer en el corto plazo los datos desglosados de todo el proceso, tanto los digitales como los que aparecen en las actas de la elección. (En 2006, esto se llamó en México aclarar los resultados “voto por voto” y “casilla por casilla”). En su comunicado, los presidentes de los tres países demandaron a las fuerzas contendientes que tengan “cautela y contención”, para salvaguardar la paz y el clima de tranquilidad en Venezuela.

Con el fin de hacer frente a las dudas, el presidente Nicolás Maduro presentó un recurso legal ante la sala electoral del Tribunal Superior de Justicia de su país, donde le solicitó hacer el escrutinio de los resultados electorales, y trate de recuperar los documentos necesarios para confrontarlos con la documentación parcial que presentó la oposición de derecha. El órgano superior de justicia tiene como plazo un mes a partir de la fecha de la elección, o sea deberá presentar su informe definitivo antes del 28 de agosto del presente.

Las fuerzas de la derecha venezolana, por su lado, apoyadas por la maquinaria diplomática y mediática del imperio, se movilizaron después de la elección para implementar un golpe de estado contra el gobierno de Nicolás Maduro, con el fin de derrocar al gobierno bolivariano y generar las condiciones para entregar a EU el control de las riquezas naturales del país, en especial de sus gigantescas reservas de petróleo, las más abundantes del mundo.

La estrategia que está empleando la derecha para ejecutar el golpe tiene muchos antecedentes. Ya han aplicado esos métodos en más de una ocasión. Los procedimientos que usaron fueron previamente diseñados de manera orgánica. El ataque en gran escala contra el sistema electrónico de votación –procedente de múltiples países-- se realizó con el fin de impedir que el Consejo Nacional Electoral (CNE) organismo que regula el proceso en su conjunto, pudiera dar los resultados con el 100% de las actas, y así sembrar la duda sobre la honestidad del conteo. De manera simultánea, las calles de Caracas y otras ciudades fueron atacadas por centenares de grupos armados, para dar la impresión de que existía una insurrección popular contra un supuesto “fraude”.

La Organización de Estados Americanos (OEA) convocó en esa fecha una reunión continental que no logró reunir el quórum. Los países más importantes no asistieron, salvo la Argentina del extremista Javier Milei y algunos otros. Desde luego, condenaron al gobierno de Venezuela, y Luis Almagro, secretario general, reconoció sin pruebas el “triunfo” del candidato opositor, Edmundo González Urrutia, un exdiplomático y exagente de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) del gobierno de EU. Varios testimonios han implicado a González en las conjuras que culminaron con la muerte de rebeldes salvadoreños, e inclusive con la muerte de Monseñor Arnulfo Romero, durante la guerra civil de ese país.

El gobierno de AMLO no asistió al cónclave de la OEA, y lo condenó por ser “un organismo dependiente” de la gran potencia colonial. En total, asistieron solo 11 representantes de los países de la región. Al igual que en Bolivia, la OEA mostró su verdadero rostro golpista, obediente a las consignas del departamento de Estado. Un día después del “reconocimiento” de la OEA, siguiendo un guión preestablecido, el gobierno de EU reconoció ese “triunfo”.

Las violentas imágenes del brutal intento golpista se difundieron en todo mundo. La ultraderecha fascista de Venezuela realizó actos de terror, usando emigrados venezolanos entrenados en varios países. Emplearon las “guarimbas” sin importarles que sus acciones causaran la muerte de decenas de ciudadanos. Centenares de esos provocadores ya han sido detenidos por las fuerzas armadas bolivarianas. Las ciudades venezolanas ya han recuperado la normalidad.

El motivo principal de la potencia norteamericana para involucrarse en la presente situación es que Venezuela tiene las reservas probadas de petróleo más grandes del mundo. Tiene además enormes reservas de gas natural y diversos metales estratégicos para la industria moderna.

En un mundo convulsionado, donde EU alimenta dos grandes guerras regionales (Rusia-Ucrania en el este de Europa, e Israel enfrentado a varios países del Medio Oriente) es obvio que su interés central es asegurarse la más amplia reserva de petróleo para producir y manejar su maquinaria bélica: tanques, portaaviones, transporte de tropas, etc. La guerra moderna no se concibe sin reservas petroleras en gran escala. Lo cierto es que la gran potencia norteamericana tiene cada día un menor acceso a las diversas fuentes de petróleo.

Veamos el siguiente cuadro:

  • Venezuela tiene reservas probadas de 303 mil 220 millones de barriles de petróleo.
  • Arabia Saudita cuenta con 276 mil 190 millones de barriles de crudo.
  • Irán cuenta con 208 mil 600 millones de barriles del oro negro.
  • Canadá tiene en el subsuelo 170 mil 300 millones de barriles de petróleo.

De esas fuentes, EU solo tiene acceso directo al petróleo canadiense –socio de la OTAN-- y al de Arabia Saudita. Pero ese país árabe vende su petróleo al mejor postor, y en últimas fechas el gobierno de China le ha comprado millones de barriles de petróleo crudo para alimentar la voraz maquinaria industrial del gigante asiático.

El juego político de EU en Venezuela tiene objetivos muy precisos. Trata de apoderarse de su riqueza petrolera para ponerla al servicio de su propia maquinaria bélica, porque sus reservas de energéticos se están agotando. No le interesa comprar el petróleo de Venezuela y venderle mercancías, porque significaría romper el bloqueo. Varias compañías petroleras de EU han firmado contratos con el gobierno bolivariano para explotar el petróleo. Pero a EU no le interesa la equidad comercial, sino la sumisión.

Por cierto, el bloqueo no ha servido para nada: Según pronósticos de varias agencias internacionales, Venezuela tendrá un crecimiento de más del 6% del PIB en este año. Para decirlo con crudeza: EU quiere iniciar un conflicto, porque le interesa el control colonial de la riqueza energética del país de Bolívar.

A principios de agosto, los presidentes de México, Andrés Manuel López Obrador; de Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva, y Gustavo Petro, de Colombia, publicaron un comunicado conjunto en respaldo de la paz en Venezuela, e hicieron un llamado a las fuerzas beligerantes a resolver la controversia poselectoral por medios legales.

También señalaron que se debe respetar “el principio de la soberanía popular, mediante la verificación imparcial de los resultados” de los comicios del 28 de julio, y pidieron a las autoridades que hagan los esfuerzos necesarios para que den a conocer en el corto plazo los datos desglosados de todo el proceso, tanto los digitales como los que aparecen en las actas de la elección. (En 2006, esto se llamó en México aclarar los resultados “voto por voto” y “casilla por casilla”). En su comunicado, los presidentes de los tres países demandaron a las fuerzas contendientes que tengan “cautela y contención”, para salvaguardar la paz y el clima de tranquilidad en Venezuela.

Con el fin de hacer frente a las dudas, el presidente Nicolás Maduro presentó un recurso legal ante la sala electoral del Tribunal Superior de Justicia de su país, donde le solicitó hacer el escrutinio de los resultados electorales, y trate de recuperar los documentos necesarios para confrontarlos con la documentación parcial que presentó la oposición de derecha. El órgano superior de justicia tiene como plazo un mes a partir de la fecha de la elección, o sea deberá presentar su informe definitivo antes del 28 de agosto del presente.

Las fuerzas de la derecha venezolana, por su lado, apoyadas por la maquinaria diplomática y mediática del imperio, se movilizaron después de la elección para implementar un golpe de estado contra el gobierno de Nicolás Maduro, con el fin de derrocar al gobierno bolivariano y generar las condiciones para entregar a EU el control de las riquezas naturales del país, en especial de sus gigantescas reservas de petróleo, las más abundantes del mundo.

La estrategia que está empleando la derecha para ejecutar el golpe tiene muchos antecedentes. Ya han aplicado esos métodos en más de una ocasión. Los procedimientos que usaron fueron previamente diseñados de manera orgánica. El ataque en gran escala contra el sistema electrónico de votación –procedente de múltiples países-- se realizó con el fin de impedir que el Consejo Nacional Electoral (CNE) organismo que regula el proceso en su conjunto, pudiera dar los resultados con el 100% de las actas, y así sembrar la duda sobre la honestidad del conteo. De manera simultánea, las calles de Caracas y otras ciudades fueron atacadas por centenares de grupos armados, para dar la impresión de que existía una insurrección popular contra un supuesto “fraude”.

La Organización de Estados Americanos (OEA) convocó en esa fecha una reunión continental que no logró reunir el quórum. Los países más importantes no asistieron, salvo la Argentina del extremista Javier Milei y algunos otros. Desde luego, condenaron al gobierno de Venezuela, y Luis Almagro, secretario general, reconoció sin pruebas el “triunfo” del candidato opositor, Edmundo González Urrutia, un exdiplomático y exagente de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) del gobierno de EU. Varios testimonios han implicado a González en las conjuras que culminaron con la muerte de rebeldes salvadoreños, e inclusive con la muerte de Monseñor Arnulfo Romero, durante la guerra civil de ese país.

El gobierno de AMLO no asistió al cónclave de la OEA, y lo condenó por ser “un organismo dependiente” de la gran potencia colonial. En total, asistieron solo 11 representantes de los países de la región. Al igual que en Bolivia, la OEA mostró su verdadero rostro golpista, obediente a las consignas del departamento de Estado. Un día después del “reconocimiento” de la OEA, siguiendo un guión preestablecido, el gobierno de EU reconoció ese “triunfo”.

Las violentas imágenes del brutal intento golpista se difundieron en todo mundo. La ultraderecha fascista de Venezuela realizó actos de terror, usando emigrados venezolanos entrenados en varios países. Emplearon las “guarimbas” sin importarles que sus acciones causaran la muerte de decenas de ciudadanos. Centenares de esos provocadores ya han sido detenidos por las fuerzas armadas bolivarianas. Las ciudades venezolanas ya han recuperado la normalidad.

El motivo principal de la potencia norteamericana para involucrarse en la presente situación es que Venezuela tiene las reservas probadas de petróleo más grandes del mundo. Tiene además enormes reservas de gas natural y diversos metales estratégicos para la industria moderna.

En un mundo convulsionado, donde EU alimenta dos grandes guerras regionales (Rusia-Ucrania en el este de Europa, e Israel enfrentado a varios países del Medio Oriente) es obvio que su interés central es asegurarse la más amplia reserva de petróleo para producir y manejar su maquinaria bélica: tanques, portaaviones, transporte de tropas, etc. La guerra moderna no se concibe sin reservas petroleras en gran escala. Lo cierto es que la gran potencia norteamericana tiene cada día un menor acceso a las diversas fuentes de petróleo.

Veamos el siguiente cuadro:

  • Venezuela tiene reservas probadas de 303 mil 220 millones de barriles de petróleo.
  • Arabia Saudita cuenta con 276 mil 190 millones de barriles de crudo.
  • Irán cuenta con 208 mil 600 millones de barriles del oro negro.
  • Canadá tiene en el subsuelo 170 mil 300 millones de barriles de petróleo.

De esas fuentes, EU solo tiene acceso directo al petróleo canadiense –socio de la OTAN-- y al de Arabia Saudita. Pero ese país árabe vende su petróleo al mejor postor, y en últimas fechas el gobierno de China le ha comprado millones de barriles de petróleo crudo para alimentar la voraz maquinaria industrial del gigante asiático.

El juego político de EU en Venezuela tiene objetivos muy precisos. Trata de apoderarse de su riqueza petrolera para ponerla al servicio de su propia maquinaria bélica, porque sus reservas de energéticos se están agotando. No le interesa comprar el petróleo de Venezuela y venderle mercancías, porque significaría romper el bloqueo. Varias compañías petroleras de EU han firmado contratos con el gobierno bolivariano para explotar el petróleo. Pero a EU no le interesa la equidad comercial, sino la sumisión.

Por cierto, el bloqueo no ha servido para nada: Según pronósticos de varias agencias internacionales, Venezuela tendrá un crecimiento de más del 6% del PIB en este año. Para decirlo con crudeza: EU quiere iniciar un conflicto, porque le interesa el control colonial de la riqueza energética del país de Bolívar.