/ viernes 23 de agosto de 2019

Bioculturalidad y defensa del territorio

El caso de los waorani en Ecuador

La sentencia a favor de los habitantes waorani (nacionalidad en contacto reciente, familiares directos de los pueblos no contactados que habitan en la Amazonía ecuatoriana), ubicados en Curaray de Pastaza en Ecuador, da cuenta de un ejercicio del pluralismo jurídico propio de un Estado Intercultural. Durante tres días en que se escucharon varios testimonios, se conoció y aprendió sobre los waorani, las autoridades judiciales dieron un veredicto a favor de la vida no solo vista desde la acción mecánica del respirar de una persona, sino desde la integralidad de la misma; la vida como un ejercicio pleno de aprendizajes constantes, relacionamiento y cuidado de la naturaleza, la cultura y la sociedad.

Esta sentencia no solo es el reflejo del respeto a la autonomía de los pueblos y garantía de los derechos consagrados en instrumentos jurídicos de corte nacional e internacional, es un claro ejemplo del esfuerzo de los jueces por realizar un ejercicio interdisciplinario para la toma de decisiones en donde se está protegiendo a los waoriani del exterminio físico y cultural.

Para los waorani de Pastaza, el patrimonio biocultural está relacionado con el entorno que incluye desde los recursos genéticos hasta el paisaje que construyen culturalmente en la selva, esa selva que guarda su memoria, sus sentidos de existencia, sus relacionamientos entre las familias y de éstas con otros clanes, que es su estructura social base. Esto, da cuenta de que el territorio waorani es un espacio de producción y reproducción cultural, de ahí la importancia y los sentidos trascendentales para su defensa.

Entender desde el sistema judicial que en la diversidad cultural del Ecuador existen poblaciones para quienes la ruptura humano – naturaleza no existe, es un primer paso para que la toma de decisiones frente a los territorios en donde éstas habitan puedan ser consensuadas de forma real, respetando la organización ancestral de los pueblos, las concepciones culturales respecto del territorio y al relacionamiento con el resto de la población, pues al contrario de lo que podría pensarse, la defensa del territorio no es una acción local de interés exclusivo de los waoriani, responde a una acción de corte global que protege además de su cultura y su entorno, la vida del planeta frente a problemas graves como el cambio climático al resguardar parte de la amazonía, el pulmón del planeta, hablar desde el desconocimiento técnico y desde intereses hegemónicos solo da cuenta de la visión corta que se tiene frente al desarrollo, el equilibrio ecosistémico y al bienestar.

A lo largo del proceso se demostró que la aplicación de la consulta previa no guardó los parámetros básicos de la misma, así como incumplió con la sentencia de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) en el caso Sarayacu, la consulta no fue previa porque se la hizo sobre el tiempo, ese tiempo concebido desde la cultura occidental de 24 horas pensado en la efectividad a través de resultados inmediatos, a diferencia de los cowore, término que define quién es ajeno a su cultura, los waorani tiene otra forma de concebir el tiempo, este tiempo waorani está dado por los ciclos de la naturaleza, por el tiempo de crecimiento y maduración de las plantas, por el paso de los animales, por la lectura de estos bioindicadores de los cuales los cowore no tenemos idea si no estamos y aprendemos en el territorio.

Figura 2. Selva Ecuatoriana (Curaray).

La consulta no fue libre porque el acceso a los derechos básicos estaba condicionado a la aceptación de la actividad petrolera en su territorio, violentado la igualdad de condiciones frente al resto de la población, el acceso a la salud, educación, a una vida digna dejó de ser inalienable y se convirtió en parte de una posible transacción a cambio de su espacio vital, su territorio.

La consulta no fue informada no se cuidó los principios básicos de relacionamiento intercultural, pues los patrones lingüísticos son un producto de la cultura y al informar superficialmente sobre las acciones respecto de su territorio, se lo hacía desde palabras que no son parte de su corpus de conocimiento, palabras que no tienen siquiera una traducción al waotededo, que es como denominan a su idioma; por tamto, es necesario aclarar que no es suficiente hablar desde un lenguaje “sencillo”, es importante tener un conocimiento pleno de la cultura y establecer efectivos diálogos interculturales que no se construyen en unas cuantas visitas, por lo que la participación de un traductor no da cuenta de dicho diálogo.

Cuando nos referimos al conocimiento pleno de la cultura no solo implica el conocimiento del idioma y sus posibles traducciones, es el respeto por su estructura socio organizativa, la identificación de interlocutores y de autoridades, la interlocución generalmente la hacen los más jóvenes quienes hablan y entienden el español como idioma de relacionamiento intercultural, sin embargo la autoridad es una característica de los pikenaki, la misma que es adquirida a lo largo del tiempo, experiencia y conocimiento de la selva, y son ellos quienes encabezan los diversos clanes.

Así mismo las decisiones que se toman en la comunidad son la respuesta a procesos largos de conversaciones, historias, sueños, por tanto, pensar en decisiones que pueden ser resueltas en una asamblea no es pertinente desde la cultura waorani ya que todos son parte de estos procesos.

La herencia colonial hizo que los cowore miren a la selva como el espacio de extracción de madera, minerales, recursos genéticos, sin embargo esta visión difiere de la forma en cómo los waorani conciben su territorio, para ellos es el espacio de vida donde la importancia que tiene el ser humano es la misma respecto a las plantas, animales, ríos, aire, elementos que tienen una carga de vitalidad, en ella está su soberanía alimentaria, el conocimiento cultural, los aprendizajes para la vida y lo cotidiano, el conocimiento de las plantas medicinales, el relacionamiento con los ancestros, la libertad y la autonomía, lo que constituye un todo.

Figura 3. Mujer pikenani.

Omitir estos elementos desde el Estado nación da cuenta de la matriz hegemónica que gobierna la formación profesional y la carrera de la gestión pública, es urgente que permee en las estructuras del Estado el enfoque intercultural como una vivencia real del relacionamiento entre los distintos, pues la interculturalidad, el diálogo intercultural va más allá de las imágenes para la promoción turística, las danzas y las comidas tradicionales, es un ejercicio pleno de alteridad en donde somos capaces de conocer, respetar y convivir entre todos nosotros, todos los distintos.


¿Por qué bailar danza folclórica mexicana?

(Yamina Nassu Vargas Rivera / Colaboradora Centro INAH Morelos)

Danza de Chiapas Archivo Vania Vargas.

La danza tradicional o folclórica.

La danza es y será una de las formas más bellas de representar con movimientos la cultura, los sentimientos, la historia ficticia o real, personal o de un pueblo, la danza te transporta, tanto como intérprete y como público, a lugares o emociones, la narrativa te muestra una realidad o una visión del mundo.

La danza folclórica, también conocida como regional o tradicional hace esto mismo, ésta hace referencia a una realidad histórica que permanece en el imaginario colectivo, en lo popular, ésta última entendida como aquella que pertenece a los pueblos, como una creación colectiva construida histórica y políticamente con valores materiales y espirituales (Gutiérrez Sánchez, 2019).

La palabra folclore proviene del inglés folk (pueblo) y lore (conocimiento), que por su significado etimológico significa saber o manifestación de un pueblo, las danzas tradicionales entonces, se encuentran inmiscuidas en la creación de un pueblo en base a sus valores simbólicos (Gutiérrez Sánchez, 2019).

De acuerdo a Raúl Parra Gaitán (en Gutiérrez Sánchez, 2019) hay tres formas en que las danzas tradicionales se representan, la primera según lo que los investigadores refieren, la segunda es la escénica y por último la danza de proyección. La primera es resultado de diversas investigaciones antropológicas y etnohistóricas, las cuales han terminado en interpretaciones que hacen referencia a generaciones pasadas “la recuperación del momento fugaz”, ejemplo de esto son las danzas prehispánicas. La segunda, la escénica es la que corresponde a lo que las compañias de danza folklórica producen, incluyen un basto repertorio de danzas regionales, es necesaria la técnica corporal, movimiento propio a cada danza, vestuario colorido, música tradicional, así como una escuela o entrenamiento previo.

Por último, la danza de proyección que busca estilizar o incorporar otras disciplinas dancísticas clásicas (ballet, contemporáneo, entre otras) a lo folclórico, y es necesaria una educación de los bailarines desde la danza académica.

Algunos estudiosos del tema consideran que la danza tradicional es diferente a la folclórica argumentando que danza tradicional es aquella “propia de un lugar, la que no necesita salir del entorno en el que se gestó, que fue creada de manera anónima, mediante la tradición oral, bajo un contexto ceremonial y sagrado” y se folcloriza cuando es expuesta en un lugar que no corresponde al contexto, de esta forma la danza tradicional pasa a ser parte de la danza folklórica, cuando es llevada a otro lugar, o bien es estudiada y academizada (Gutiérrez Sánchez, 2019).

¿Por qué bailar danza tradicional o folclórica mexicana?

Considero importante e interesante conocer el por qué las nuevas generaciones están interesadas en bailar danzas tradicionales, siendo yo parte de un grupo de danza folclórica, por lo tanto, realicé una breve encuesta a bailarines y profesores de danza folclórica mexicana quienes respondieron a dos preguntas muy específicas: ¿Por qué bailas danza folclórica mexicana? Y ¿cómo te hace sentir?

Danza de Veracruz Archivo Vania Vargas.

¿Por qué bailas danza folclórica mexicana?

“Lo hago por qué fue mi primer contacto con la danza, por qué con ella te puedes transportar a lugares, sucesos y momentos. Por qué es muy extensa y difícil de entender, pero fácil de querer. Por qué tiene su esencia y puedes ser parte de ella” Oswaldo, 24 años bailarín del grupo folclórico Tierra y Fuego

“Bailo Folklor por es la mejor manera de sentirme mexicano, me encanta la música, los colores, los trajes y una perfecta ejecución de cada región. ¡Bailo porque pienso que es la mejor manera de ejercitar y liberar mi cuerpo, bailo porque busco inspirar a otros a atreverse a hacer algo diferente, algo bello, algo chingón, algo que es de todos, pero no para todos! Bailo porque busco trasladar en la imaginación de quién me ve bailar al lugar de dónde pertenece el vestuario y la música”. Jonathan, 26 años, bailarín del grupo folclórico Sol Naciente

“Bailaba folklor porque me encanta y me apasiona y me siento inmensamente feliz, los bailes me hacen sentir viva”. Yaneth, ex bailarina y profesora de danza folclórica.

“De niño, me recuerdo en alguno momento entre chinelos y mojigangas, brincando y bailando. También, cuando vivía en Hidalgo, recuerdo escuchar a lo lejos violines y guitarras tocando huapangos. Sentía como se me enchinaba la piel y mi curiosidad sobre esa música se inquietaba. Tiempo después, cuando regresó a vivir a Cuernavaca y me integró a mi primer grupo de danza folklórica, mi madre me hizo la misma pregunta, a lo que respondo con un simple; pues porque me gusta.

A lo que ella contesto: ¿sabías que tienes un tío, que también bailaba? Eso me sorprendió muchísimo. Supe que mi tío (abuelo) era danzante de danza prehispánica mexica, que el y sus amigos asistían a las ferias patronales a danzar y a realizar ofrendas a los ancestros, que vestía con plumas y ayoyotes, huaraches y penachos. Escuchar eso movió algo demostró de mi y al mismo tiempo hizo sentirme orgulloso de seguro los pasos de mi familia. Desde ese entonces, me propuse bailar para honrar a mi familia, para honrar la mencion de quienes bailaron antes que yo y mantener vivo la hermosa herencia que me han obsequiado que es bailar”. Joel, 28 años, bailarín del grupo folclórico Sol Naciente

“Bailo danza folclórica mexicana porque en ella encontré la herramienta perfecta para poder representar mi identidad mexicana. La danza es motivo de alegría, de orgullo, de expresión, es un arte en el cual podemos conversar con la música, con las historias donde se pueden reflejar las creencias, los ideales, la alegría, la tristeza de su gente”. Edivaldo Kaled, 29 años, bailarín del grupo folclórico Tierra Mestiza y Sol Naciente.

“Bailo danza folclórica mexicana porque me gusta, en general es muy alegre e interpretativa, tiene de todo, drama, romance, coqueteo, peleas, tristeza, felicidad, etc., además de que representa mi

hermoso país y su cultura e historia. También me gusta por sus vestuarios y música, son muy variados dependiendo de la región de origen de una danza, me gusta su diversidad. Me hace feliz”. Vania, 29 años, bailarina del grupo folclórico Sol Naciente

“Bailo folklore porque es parte de nuestra cultura, parte de mi México, es una forma de promover nuestra cultura dar a conocer un poco de nuestras raíces con cada danza o con cada son, bailo porque es una forma en que puedo expresar mi sentir, una forma de desahogarse y a la vez transmitir felicidad a quien me ve bailar, tratar de inspirarlo, a pesar del cansancio llena de mucha felicidad al ponerme un traje típico de cualquier estado, por ejemplo ponerme el traje de charro y escuchar el son de la negra o el jarabe tapatío, ponerme el traje jarocho y escuchar un zapateado Veracruzano, ponerme una cuera y bailar una polka, todo eso me llena de felicidad antes de empezar a bailar y todavía después de bailar continua esa felicidad que me dejó subirme a un escenario. La danza para mí es parte de mi vida, se volvió por completo un estilo de vida tras conocer más de mi cultura, la danza es pasión en movimiento, felicidad pura, no importa que tan cansado esté, siempre bailar con alegría, bailar con el corazón puro. Simplemente la danza folklórica es felicidad en todos los aspectos”. Eduardo, 28 años, bailarín del grupo folclórico Sol Naciente.

¿Cómo te hace sentir?

“El cómo me hace sentir siempre es una interrogante para mi, pero sin duda es un mar de emociones dentro de mi pecho. En los ensayos, por ejemplo, me hace sentir confiado, relajado, contento y cobijado. En una presentación, me hace sentir nervioso, presionado, ansioso, comprometido, excitado, y dependiendo de las reacciones del espectador satisfecho y empoderado o enojado y decepcionado”. Jonathan, 26 años, bailarín del grupo folclórico Sol Naciente

La danza me hace sentir vivo, pleno, llena mi alimenta mi ser de energía es... algo que me es difícil explicar con palabras. En ocasiones siento como si yo solo fuera un pasajero en mi cuerpo, que piensa y sabe por si solo. Joel, 28 años, bailarín del grupo folclórico Sol Naciente

“Me hace sentir muy orgulloso y también responsable de seguir transmitiendo lo que es esta expresión ya que en la actualidad muchos de los jóvenes no se ven interesados, pero en mi despierta aflicidad, despierta orgullo y despierta un sentir verdaderamente mexicano, porque de hecho también pienso en la interculturalidad y diferentes formas de trabajo. Es importante en los bailarines el enriquecer nuestra formación cultural. A mi me gusta mas lo tradicional pero no descartó el experimentar, pues el arte transforma el tiempo y se hace cultura, es para transgredir de una forma intelectual. Pero siempre es bueno rescatar los orígenes, por que sin ellos no tendríamos las bases de lo que queremos transformar en nuestra temporalidad”. Edivaldo Kaled, 29 años, bailarín del grupo folclórico Tierra Mestiza y Sol Naciente.

“Me hace sentir feliz, pero no siempre puedes estarlo ya que todo influye, desde el proceso de aprendizaje, técnico, escénico, interpretativo y personal. Todas las danzas por muy sencillas que parezcan son hermosas, Son mis maestros y compañeros. Realmente he encontrado personas que me transmiten su pasión por ella y te contagia. Te falta preguntar ¿por qué no me gusta la danza folklórica? Por qué es misógina en su mayoría, machista y radical. Aparte de que la mayoría de los maestros no te dejas ser tu mismo, Y algunos pierden su esencia en el proceso y se hacen grises, o muy mecánicos, y nunca fue eso. Oswaldo, 24 años bailarín del grupo folclórico Tierra y Fuego

Las respuestas nos muestran dos cosas, como mencioanaba al principio, una proyección de la sociedad mexicana y el sentimiento de nacionalismo, memoria e identidad mexicana que comparten los entrevistados, la memoria es algo complejo, Eljuri, (2009) nos dice: “recuperar la historia es recuperar el presente, sólo así se puede asumir la identidad como un proceso vivo, dinámico y actual”, también es posible decir que las sociedades al igual que los individuos poseen una memoria, en este caso una memoria colectiva o una memoria social (Toledo y Barrera–Bassols, 2008 en Vargas Rivera, 2018) que expresan a través de la danza.

Las danzas con el movimiento afirman la vida, así también el encuentro con la otredad (Gutiérrez Sánchez, 2019), reafirmando una identidad.

Gira por Japón del grupo Folclórico Sol Naciente Fotografías Kaneko San.

Referencias bibliográficas:

  • Eljuri J., G. 2009. Patrimonio Inmaterial: Herencia, memoria e identidad. Mirada antropológica. 178-197.
  • Gutiérrez Sánchez, G. D. C. (2019). La danza de las plumas tradición Ch'ol en tila, una aproximación hermenéutica desde la perspectiva patrimonial (Doctoral dissertation, Facultad de Artes-Licenciatura en Gestión y Promoción de las Artes-UNICACH).
  • Vargas Rivera, Y. N. 2018. La memoria biocultural entre los jóvenes de la comunidad rural de Coajomulco, Morelos. Red Temática de Patrimonio Biocultural CONACYT, Centro INAH Morelos. ISBN: 978-607-97456-1-5

El caso de los waorani en Ecuador

La sentencia a favor de los habitantes waorani (nacionalidad en contacto reciente, familiares directos de los pueblos no contactados que habitan en la Amazonía ecuatoriana), ubicados en Curaray de Pastaza en Ecuador, da cuenta de un ejercicio del pluralismo jurídico propio de un Estado Intercultural. Durante tres días en que se escucharon varios testimonios, se conoció y aprendió sobre los waorani, las autoridades judiciales dieron un veredicto a favor de la vida no solo vista desde la acción mecánica del respirar de una persona, sino desde la integralidad de la misma; la vida como un ejercicio pleno de aprendizajes constantes, relacionamiento y cuidado de la naturaleza, la cultura y la sociedad.

Esta sentencia no solo es el reflejo del respeto a la autonomía de los pueblos y garantía de los derechos consagrados en instrumentos jurídicos de corte nacional e internacional, es un claro ejemplo del esfuerzo de los jueces por realizar un ejercicio interdisciplinario para la toma de decisiones en donde se está protegiendo a los waoriani del exterminio físico y cultural.

Para los waorani de Pastaza, el patrimonio biocultural está relacionado con el entorno que incluye desde los recursos genéticos hasta el paisaje que construyen culturalmente en la selva, esa selva que guarda su memoria, sus sentidos de existencia, sus relacionamientos entre las familias y de éstas con otros clanes, que es su estructura social base. Esto, da cuenta de que el territorio waorani es un espacio de producción y reproducción cultural, de ahí la importancia y los sentidos trascendentales para su defensa.

Entender desde el sistema judicial que en la diversidad cultural del Ecuador existen poblaciones para quienes la ruptura humano – naturaleza no existe, es un primer paso para que la toma de decisiones frente a los territorios en donde éstas habitan puedan ser consensuadas de forma real, respetando la organización ancestral de los pueblos, las concepciones culturales respecto del territorio y al relacionamiento con el resto de la población, pues al contrario de lo que podría pensarse, la defensa del territorio no es una acción local de interés exclusivo de los waoriani, responde a una acción de corte global que protege además de su cultura y su entorno, la vida del planeta frente a problemas graves como el cambio climático al resguardar parte de la amazonía, el pulmón del planeta, hablar desde el desconocimiento técnico y desde intereses hegemónicos solo da cuenta de la visión corta que se tiene frente al desarrollo, el equilibrio ecosistémico y al bienestar.

A lo largo del proceso se demostró que la aplicación de la consulta previa no guardó los parámetros básicos de la misma, así como incumplió con la sentencia de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) en el caso Sarayacu, la consulta no fue previa porque se la hizo sobre el tiempo, ese tiempo concebido desde la cultura occidental de 24 horas pensado en la efectividad a través de resultados inmediatos, a diferencia de los cowore, término que define quién es ajeno a su cultura, los waorani tiene otra forma de concebir el tiempo, este tiempo waorani está dado por los ciclos de la naturaleza, por el tiempo de crecimiento y maduración de las plantas, por el paso de los animales, por la lectura de estos bioindicadores de los cuales los cowore no tenemos idea si no estamos y aprendemos en el territorio.

Figura 2. Selva Ecuatoriana (Curaray).

La consulta no fue libre porque el acceso a los derechos básicos estaba condicionado a la aceptación de la actividad petrolera en su territorio, violentado la igualdad de condiciones frente al resto de la población, el acceso a la salud, educación, a una vida digna dejó de ser inalienable y se convirtió en parte de una posible transacción a cambio de su espacio vital, su territorio.

La consulta no fue informada no se cuidó los principios básicos de relacionamiento intercultural, pues los patrones lingüísticos son un producto de la cultura y al informar superficialmente sobre las acciones respecto de su territorio, se lo hacía desde palabras que no son parte de su corpus de conocimiento, palabras que no tienen siquiera una traducción al waotededo, que es como denominan a su idioma; por tamto, es necesario aclarar que no es suficiente hablar desde un lenguaje “sencillo”, es importante tener un conocimiento pleno de la cultura y establecer efectivos diálogos interculturales que no se construyen en unas cuantas visitas, por lo que la participación de un traductor no da cuenta de dicho diálogo.

Cuando nos referimos al conocimiento pleno de la cultura no solo implica el conocimiento del idioma y sus posibles traducciones, es el respeto por su estructura socio organizativa, la identificación de interlocutores y de autoridades, la interlocución generalmente la hacen los más jóvenes quienes hablan y entienden el español como idioma de relacionamiento intercultural, sin embargo la autoridad es una característica de los pikenaki, la misma que es adquirida a lo largo del tiempo, experiencia y conocimiento de la selva, y son ellos quienes encabezan los diversos clanes.

Así mismo las decisiones que se toman en la comunidad son la respuesta a procesos largos de conversaciones, historias, sueños, por tanto, pensar en decisiones que pueden ser resueltas en una asamblea no es pertinente desde la cultura waorani ya que todos son parte de estos procesos.

La herencia colonial hizo que los cowore miren a la selva como el espacio de extracción de madera, minerales, recursos genéticos, sin embargo esta visión difiere de la forma en cómo los waorani conciben su territorio, para ellos es el espacio de vida donde la importancia que tiene el ser humano es la misma respecto a las plantas, animales, ríos, aire, elementos que tienen una carga de vitalidad, en ella está su soberanía alimentaria, el conocimiento cultural, los aprendizajes para la vida y lo cotidiano, el conocimiento de las plantas medicinales, el relacionamiento con los ancestros, la libertad y la autonomía, lo que constituye un todo.

Figura 3. Mujer pikenani.

Omitir estos elementos desde el Estado nación da cuenta de la matriz hegemónica que gobierna la formación profesional y la carrera de la gestión pública, es urgente que permee en las estructuras del Estado el enfoque intercultural como una vivencia real del relacionamiento entre los distintos, pues la interculturalidad, el diálogo intercultural va más allá de las imágenes para la promoción turística, las danzas y las comidas tradicionales, es un ejercicio pleno de alteridad en donde somos capaces de conocer, respetar y convivir entre todos nosotros, todos los distintos.


¿Por qué bailar danza folclórica mexicana?

(Yamina Nassu Vargas Rivera / Colaboradora Centro INAH Morelos)

Danza de Chiapas Archivo Vania Vargas.

La danza tradicional o folclórica.

La danza es y será una de las formas más bellas de representar con movimientos la cultura, los sentimientos, la historia ficticia o real, personal o de un pueblo, la danza te transporta, tanto como intérprete y como público, a lugares o emociones, la narrativa te muestra una realidad o una visión del mundo.

La danza folclórica, también conocida como regional o tradicional hace esto mismo, ésta hace referencia a una realidad histórica que permanece en el imaginario colectivo, en lo popular, ésta última entendida como aquella que pertenece a los pueblos, como una creación colectiva construida histórica y políticamente con valores materiales y espirituales (Gutiérrez Sánchez, 2019).

La palabra folclore proviene del inglés folk (pueblo) y lore (conocimiento), que por su significado etimológico significa saber o manifestación de un pueblo, las danzas tradicionales entonces, se encuentran inmiscuidas en la creación de un pueblo en base a sus valores simbólicos (Gutiérrez Sánchez, 2019).

De acuerdo a Raúl Parra Gaitán (en Gutiérrez Sánchez, 2019) hay tres formas en que las danzas tradicionales se representan, la primera según lo que los investigadores refieren, la segunda es la escénica y por último la danza de proyección. La primera es resultado de diversas investigaciones antropológicas y etnohistóricas, las cuales han terminado en interpretaciones que hacen referencia a generaciones pasadas “la recuperación del momento fugaz”, ejemplo de esto son las danzas prehispánicas. La segunda, la escénica es la que corresponde a lo que las compañias de danza folklórica producen, incluyen un basto repertorio de danzas regionales, es necesaria la técnica corporal, movimiento propio a cada danza, vestuario colorido, música tradicional, así como una escuela o entrenamiento previo.

Por último, la danza de proyección que busca estilizar o incorporar otras disciplinas dancísticas clásicas (ballet, contemporáneo, entre otras) a lo folclórico, y es necesaria una educación de los bailarines desde la danza académica.

Algunos estudiosos del tema consideran que la danza tradicional es diferente a la folclórica argumentando que danza tradicional es aquella “propia de un lugar, la que no necesita salir del entorno en el que se gestó, que fue creada de manera anónima, mediante la tradición oral, bajo un contexto ceremonial y sagrado” y se folcloriza cuando es expuesta en un lugar que no corresponde al contexto, de esta forma la danza tradicional pasa a ser parte de la danza folklórica, cuando es llevada a otro lugar, o bien es estudiada y academizada (Gutiérrez Sánchez, 2019).

¿Por qué bailar danza tradicional o folclórica mexicana?

Considero importante e interesante conocer el por qué las nuevas generaciones están interesadas en bailar danzas tradicionales, siendo yo parte de un grupo de danza folclórica, por lo tanto, realicé una breve encuesta a bailarines y profesores de danza folclórica mexicana quienes respondieron a dos preguntas muy específicas: ¿Por qué bailas danza folclórica mexicana? Y ¿cómo te hace sentir?

Danza de Veracruz Archivo Vania Vargas.

¿Por qué bailas danza folclórica mexicana?

“Lo hago por qué fue mi primer contacto con la danza, por qué con ella te puedes transportar a lugares, sucesos y momentos. Por qué es muy extensa y difícil de entender, pero fácil de querer. Por qué tiene su esencia y puedes ser parte de ella” Oswaldo, 24 años bailarín del grupo folclórico Tierra y Fuego

“Bailo Folklor por es la mejor manera de sentirme mexicano, me encanta la música, los colores, los trajes y una perfecta ejecución de cada región. ¡Bailo porque pienso que es la mejor manera de ejercitar y liberar mi cuerpo, bailo porque busco inspirar a otros a atreverse a hacer algo diferente, algo bello, algo chingón, algo que es de todos, pero no para todos! Bailo porque busco trasladar en la imaginación de quién me ve bailar al lugar de dónde pertenece el vestuario y la música”. Jonathan, 26 años, bailarín del grupo folclórico Sol Naciente

“Bailaba folklor porque me encanta y me apasiona y me siento inmensamente feliz, los bailes me hacen sentir viva”. Yaneth, ex bailarina y profesora de danza folclórica.

“De niño, me recuerdo en alguno momento entre chinelos y mojigangas, brincando y bailando. También, cuando vivía en Hidalgo, recuerdo escuchar a lo lejos violines y guitarras tocando huapangos. Sentía como se me enchinaba la piel y mi curiosidad sobre esa música se inquietaba. Tiempo después, cuando regresó a vivir a Cuernavaca y me integró a mi primer grupo de danza folklórica, mi madre me hizo la misma pregunta, a lo que respondo con un simple; pues porque me gusta.

A lo que ella contesto: ¿sabías que tienes un tío, que también bailaba? Eso me sorprendió muchísimo. Supe que mi tío (abuelo) era danzante de danza prehispánica mexica, que el y sus amigos asistían a las ferias patronales a danzar y a realizar ofrendas a los ancestros, que vestía con plumas y ayoyotes, huaraches y penachos. Escuchar eso movió algo demostró de mi y al mismo tiempo hizo sentirme orgulloso de seguro los pasos de mi familia. Desde ese entonces, me propuse bailar para honrar a mi familia, para honrar la mencion de quienes bailaron antes que yo y mantener vivo la hermosa herencia que me han obsequiado que es bailar”. Joel, 28 años, bailarín del grupo folclórico Sol Naciente

“Bailo danza folclórica mexicana porque en ella encontré la herramienta perfecta para poder representar mi identidad mexicana. La danza es motivo de alegría, de orgullo, de expresión, es un arte en el cual podemos conversar con la música, con las historias donde se pueden reflejar las creencias, los ideales, la alegría, la tristeza de su gente”. Edivaldo Kaled, 29 años, bailarín del grupo folclórico Tierra Mestiza y Sol Naciente.

“Bailo danza folclórica mexicana porque me gusta, en general es muy alegre e interpretativa, tiene de todo, drama, romance, coqueteo, peleas, tristeza, felicidad, etc., además de que representa mi

hermoso país y su cultura e historia. También me gusta por sus vestuarios y música, son muy variados dependiendo de la región de origen de una danza, me gusta su diversidad. Me hace feliz”. Vania, 29 años, bailarina del grupo folclórico Sol Naciente

“Bailo folklore porque es parte de nuestra cultura, parte de mi México, es una forma de promover nuestra cultura dar a conocer un poco de nuestras raíces con cada danza o con cada son, bailo porque es una forma en que puedo expresar mi sentir, una forma de desahogarse y a la vez transmitir felicidad a quien me ve bailar, tratar de inspirarlo, a pesar del cansancio llena de mucha felicidad al ponerme un traje típico de cualquier estado, por ejemplo ponerme el traje de charro y escuchar el son de la negra o el jarabe tapatío, ponerme el traje jarocho y escuchar un zapateado Veracruzano, ponerme una cuera y bailar una polka, todo eso me llena de felicidad antes de empezar a bailar y todavía después de bailar continua esa felicidad que me dejó subirme a un escenario. La danza para mí es parte de mi vida, se volvió por completo un estilo de vida tras conocer más de mi cultura, la danza es pasión en movimiento, felicidad pura, no importa que tan cansado esté, siempre bailar con alegría, bailar con el corazón puro. Simplemente la danza folklórica es felicidad en todos los aspectos”. Eduardo, 28 años, bailarín del grupo folclórico Sol Naciente.

¿Cómo te hace sentir?

“El cómo me hace sentir siempre es una interrogante para mi, pero sin duda es un mar de emociones dentro de mi pecho. En los ensayos, por ejemplo, me hace sentir confiado, relajado, contento y cobijado. En una presentación, me hace sentir nervioso, presionado, ansioso, comprometido, excitado, y dependiendo de las reacciones del espectador satisfecho y empoderado o enojado y decepcionado”. Jonathan, 26 años, bailarín del grupo folclórico Sol Naciente

La danza me hace sentir vivo, pleno, llena mi alimenta mi ser de energía es... algo que me es difícil explicar con palabras. En ocasiones siento como si yo solo fuera un pasajero en mi cuerpo, que piensa y sabe por si solo. Joel, 28 años, bailarín del grupo folclórico Sol Naciente

“Me hace sentir muy orgulloso y también responsable de seguir transmitiendo lo que es esta expresión ya que en la actualidad muchos de los jóvenes no se ven interesados, pero en mi despierta aflicidad, despierta orgullo y despierta un sentir verdaderamente mexicano, porque de hecho también pienso en la interculturalidad y diferentes formas de trabajo. Es importante en los bailarines el enriquecer nuestra formación cultural. A mi me gusta mas lo tradicional pero no descartó el experimentar, pues el arte transforma el tiempo y se hace cultura, es para transgredir de una forma intelectual. Pero siempre es bueno rescatar los orígenes, por que sin ellos no tendríamos las bases de lo que queremos transformar en nuestra temporalidad”. Edivaldo Kaled, 29 años, bailarín del grupo folclórico Tierra Mestiza y Sol Naciente.

“Me hace sentir feliz, pero no siempre puedes estarlo ya que todo influye, desde el proceso de aprendizaje, técnico, escénico, interpretativo y personal. Todas las danzas por muy sencillas que parezcan son hermosas, Son mis maestros y compañeros. Realmente he encontrado personas que me transmiten su pasión por ella y te contagia. Te falta preguntar ¿por qué no me gusta la danza folklórica? Por qué es misógina en su mayoría, machista y radical. Aparte de que la mayoría de los maestros no te dejas ser tu mismo, Y algunos pierden su esencia en el proceso y se hacen grises, o muy mecánicos, y nunca fue eso. Oswaldo, 24 años bailarín del grupo folclórico Tierra y Fuego

Las respuestas nos muestran dos cosas, como mencioanaba al principio, una proyección de la sociedad mexicana y el sentimiento de nacionalismo, memoria e identidad mexicana que comparten los entrevistados, la memoria es algo complejo, Eljuri, (2009) nos dice: “recuperar la historia es recuperar el presente, sólo así se puede asumir la identidad como un proceso vivo, dinámico y actual”, también es posible decir que las sociedades al igual que los individuos poseen una memoria, en este caso una memoria colectiva o una memoria social (Toledo y Barrera–Bassols, 2008 en Vargas Rivera, 2018) que expresan a través de la danza.

Las danzas con el movimiento afirman la vida, así también el encuentro con la otredad (Gutiérrez Sánchez, 2019), reafirmando una identidad.

Gira por Japón del grupo Folclórico Sol Naciente Fotografías Kaneko San.

Referencias bibliográficas:

  • Eljuri J., G. 2009. Patrimonio Inmaterial: Herencia, memoria e identidad. Mirada antropológica. 178-197.
  • Gutiérrez Sánchez, G. D. C. (2019). La danza de las plumas tradición Ch'ol en tila, una aproximación hermenéutica desde la perspectiva patrimonial (Doctoral dissertation, Facultad de Artes-Licenciatura en Gestión y Promoción de las Artes-UNICACH).
  • Vargas Rivera, Y. N. 2018. La memoria biocultural entre los jóvenes de la comunidad rural de Coajomulco, Morelos. Red Temática de Patrimonio Biocultural CONACYT, Centro INAH Morelos. ISBN: 978-607-97456-1-5

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