Casitas de pochote, herencia de Arturo Carrillo Campos

El artesano dejó un importante legado en Tepoztlán y en Morelos, sus piezas eran adquiridas hasta por coleccionistas

Maritza Cuevas | El Sol de Cuernavaca

  · martes 19 de enero de 2021

Siempre trataba de innovar en cada tallado / Fotos Cortesía | Jesús Sedano

El 21 de noviembre de 2020, se dio a conocer el sensible fallecimiento del maestro artesano Arturo Carrillo Campos, originario de Tepoztlán, Morelos, quien dejó un importante legado en el municipio y el estado con sus tradicionales casitas de pochote.

Hoy recordamos la vida y legado de este gran artista que dejó en cada pieza su pasión por el arte y el amor a su tierra morelense.

Arturo Carrillo Campos, un hombre talentoso que siempre tenía entusiasmo de platicar sobre su artesanía y su labor artística, con la idea de impulsar el arte de Tepoztlán y compartir con los demás sus propias experiencias.

Este trabajo artesanal provenía de familia, pues don Arturo Carrillo lo heredó de su abuelo y lo aprendió de su madre, siendo él la tercera generación en elaborar casitas de pochote.

Fue en la década de los treinta cuando empezaron a elaborar estas piezas artesanales, con la espina del pochote. Carrillo Campos, siempre se mostró muy interesado en aprender el arte y orgulloso de ser heredero de esa tradición, siguió por ese camino; y con el paso del tiempo transmitió sus conocimientos a su esposa e hijas, con el objetivo de preservar esta bellísima tradición familiar.

Su taller se ubicaba en el barrio de Santo Domingo en Tepoztlán, donde pasaba horas trabajando, asimismo, solía estar en el zócalo de este pueblo mágico, donde vendía sus piezas, mientras elaboraba más y compartía con los turistas y curiosos, su proceso y técnica.

Siempre decía que las espinas de pochote vienen ya con su figura o forma, que los artesanos sólo requerían tallar para darle un toque de alegría, fiesta, tradición y costumbre a sus piezas.

Con la idea de innovar, solía tallar casitas más modernas en su arquitectura e incluso le daba forma a castillos, figuras que resultaban muy atractivas para los turistas nacionales e internacionales, por lo tanto el maestro siempre participaba en ferias artesanales.

El maestro artesano nació y creció en Tepoztlán, su niñez fue humilde, pero su abuelito le enseñó a formar sueños y a luchar siempre por sus metas y objetivos, y no darse por vencido nunca. Fue así que creció con la ilusión de seguir haciendo lo que veía de niño.

Las casitas de pochote llevan la arquitectura de aquellos años, un Tepoztlán con gran vegetación y naturaleza. Algunas talladas en forma de adobe, techo con teja y su corredor; aquellas casitas de antes donde la fresca brisa del clima regalaban lindas tardes de descanso y convivencia a las familias tepoztecas.

Estas bellas piezas, han sido muy apreciadas, incluso tenía clientes que le compraban especialmente para coleccionar. Asimismo, muchas personas las adquirían para recuerdo de bodas o XV años.

El maestro artesano, comentaba que sus casitas de pochote eran simples o sencillas, pero su técnica artesanal era lo más importante, aquella que le dejaba cicatrices en sus manos, pero con el tiempo, a él le permitió dejar cicatrices, testimonio y amor en cada una de sus piezas.

En una de las últimas charlas que tuvo con el promotor cultural Jesús Sedano, el maestro Carrillo Campos, le dijo con alegría,"Artesano de nacimiento, así me considero y así voy a morir. Algún día tengo que morir, pero me iré contento, mis enseñanza y aprendizaje, ya he transmitido. Mis piezas, han llegado hasta donde me han permitido estar".

Siempre se sintió contento de ser un artesano que con sus propios medios se abrió camino y llegó a lugares que no imaginó como ferias y exposiciones artesanales a nivel nacional e internacional, asimismo agradecía los apoyos brindados para impulsar y valorar el trabajo de los artesanos.

Sin duda, el maestro Arturo Carrillo Campos y su legado artístico siempre será recordado, por su bondad, talento y herencia artesanal que brindó a su pueblo, a Morelos y a México en general.

Aseguraba que las espinas de pochote vienen ya con su figura o forma, que los artesanos sólo requerían tallar para darle un toque de alegría, fiesta, tradición.