El ambiente es amenizado por música hip-hop, mientras David plasma su obra de arte en la piel de un extranjero que está recostado sobre una camilla. En la esquina, su compañero trabaja en el brazo de un hombre donde marca una y otra vez la boca abierta de un tigre.
El dolor parece no existir en ese momento y se entiende como un instante de relajación. Una aguja pasa constantemente sobre ese brazo para marcar un animal y tardará unos días para que cicatrice porque es una herida, dice David, quien trabaja en el establecimiento Macho Machín, uno de los más buscados porque su calidad e higiene está garantizada desde hace ocho años, incluso en la pared cuelgan diplomas de cursos que certifican el trabajo de David y su compañero.
Para David, tatuar es una profesión porque requiere capacitación constante para emplear técnicas desde blanco y negro, a color y en 3D.
Desde pequeño dibujaba y descubrí este mundo; me fui metiendo en este mundo del tatuaje y ahora lo veo como una profesión divertida, aunque para muchos es un estilo de vida
Dice que no es lo mismo llevar un dibujo a la hoja que plasmarlo en la piel de una persona, debido a que el cuerpo tiene movimiento y el papel es estático. Se adentró a este mundo cuando apenas tenía nueve años porque su hermana mayor se tatuó y ahí empezó su gusto a los dibujos, y a la edad de 14 años se realizó su primer tatuaje, a la fecha suman más de 10 sobre su cuerpo.
A lo largo de los años ha visto la discriminación que sufren las personas con tatuajes, y son mal vistos por las autoridades, que dice, los ven y los juzgan sin antes conocerlos. En sus anteriores empleos no recibió rechazos por su estilo de vida, pero sí ha presenciado esos actos.
Para tener una pintura sobre el cuerpo es necesario emplear cuidados como evitar la exposición al sol, el rose directo con la piel y usar artículos desechables, así como lavar la zona varias veces al día y aplicar pomada para su cuidado y sanación.