Del feminismo no se nace, se hace

Sororidad

Reicelda Oxilia

  · miércoles 11 de marzo de 2020

Ancho y largo mar color jacaranda de orgullosas pañoletas verdes, exigiendo en el recorrido su petición más básica y universal de los Derechos Humanos, tan oculta e impune en el mundo entero, ante el insoportable incremento de feminicidios, violencia y la inequidad que hemos normalizado y perpetrado a través de los siglos. Esa fue la razón de las marchas violetas en diferentes ciudades de nuestro país dentro del marco de la conmemoración (no celebración) del Día de la Mujer este domingo 8 de marzo de 2020.

El lunes 9 se vivió la ausencia de miles de mujeres en diferentes ámbitos, en un acto de solidaridad y demostración de cómo sería un día sin nosotras, en respuesta al llamamiento del colectivo de las feministas veracruzanas, las Brujas del Mar: ¡El nueve ninguna se mueve!: Ni una mujer en las calles, ni una mujer en los trabajos, ni una niña en las escuelas, ni una joven en las universidades, ni una mujer comprando. Este es un momento mundialmente histórico, jamás antes visto que, gracias a todo ese pintadero furioso de monumentos, debido a la enorme indiferencia de nuestras instituciones, la prensa internacional apoyó al movimiento cubriendo la nota y, después, la prensa nacional hizo lo propio, ya no criticando pero uniéndose al movimiento como lo fueron haciendo muchas otras instituciones.

En estos momentos resurge el feminismo como filosofía de vida, con la intención de erradicar los paradigmas patriarcales que tanto daño le han hecho a la humanidad, sin darnos cuenta. Salir de esa zona que pensábamos la verdadera zona del bienestar. Esa zona en la cual creímos que todo lo aprendido, era lo verdadero, olvidando por completo, a través de los siglos, que fue afirmado, establecido e impuesto, de una manera muy cruenta y conveniente, desde una visión política-religosa-patriarcal-eurocéntrica y que de ahí se derivaron muchos de los problemas que ahora enfrentamos por el machismo, la corrupción y la misoginia a partir de esta forma occidental de ver la vida que ha soslayando, desde siempre, todo lo que no fuera varón, blanco, religioso y héterosexual, condicionando siempre a las mujeres a una subordinación física y a sus derechos fundamentales, apropiándose de sus cuerpas, decidiendo sobre ellas, en todos los sentidos, al punto de crear un falso valor de pudor sexual en el que las mujeres no debían tener ningún placer, aunque su órgano sexual haya sido creado para este único propósito.

Las mujeres teólogas feministas católicas se sumaron al paro nacional de mujeres para denunciar al patriarcado jerárquico kyriocéntrico (Kyrie) que se ha adueñado de lo sagrado, de la espiritualidad y del liderazgo con el pretexto de una corporalidad más crística y que ha negado a las mujeres el reconocimiento a los ministerios ordenados. La iglesia no ha sido tampoco un lugar seguro porque han sido víctimas de la depredación sexual, de abusos, amenazas y acoso por parte de jerarcas, sacerdotes, teólogos y laicos que han participado en estas violencias. Denuncian a la iglesia machista que apoya a una sociedad de hombres abortistas y que nunca los responsabiliza, pero que sí violenta a las mujeres en sus discursos teológicos pero que, irónicamente, las utiliza para fines laborales.

El filosofía del feminismo promueve la educación con perspectiva de género como lo anunció últimamente y de manera muy asertiva el rector de la UNAM, impartiendo cursos y la divulgación de materiales didácticos para explicar los procesos que fortalezcan la cultura del respeto,

La filosofía del feminismo promueve la igualdad de oportunidades, igualdad de responsabilidades e igualdad de reconocimientos apropiándose también del lenguaje para darle cabida a su existencia. Promueve la literatura femenina, que nos lean, que nos descubran.

La filosofía del feminismo apuesta porque las mujeres decidan sobre sus propios cuerpos, por una maternidad deseada y libre para que otorgue los cuidados necesarios a sus hijos y, en lo posible, convertirlos en seres humanos que no lastimen a la sociedad. Que no existan miles de niñas y niños desprotegidos deambulando por las calles, en condiciones infrahumanas que las y los llevan a drogarse y a delinquir a cambio de un par de monedas, porque no conocen otro camino.

La filosofía del feminismo apuesta por la educación, por el respeto de la sociedad, de la familia, de la persona con la que se convive diariamente, dejando de replicar la violencia y la microviolencia familiar normalizada, como resultado de ese paradigma machista y misógino que desde luego existe también entre las mujeres quienes, muchas de ellas, han desarrollando un cizañero mundo paralelo desgarradoramente desleal e imprudente en la eterna competencia como resultado del derecho de su propia subsistencia en un mundo en el que se les había negado todo.

La filosofía del feminismo está íntegramente comprometida con el cuidado del la Tierra y todo lo que de ella emane y abraza el movimiento zapatista de la Insurgencia del Caracol . "Los Caracoles serán como puertas para entrarse a las comunidades y para que las comunidades salgan; como ventanas para vernos dentro y para que veamos fuera; como bocinas para sacar lejos nuestra palabra y escuchar la del que está lejos. Pero, sobre todo, para recordarnos que debemos velar y estar pendientes de la cabalidad de los mundos que pueblan el mundo".

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