Estamos todavía dentro de los 16 días en contra de la violencia de género. Las mujeres de todo el mundo han marchado y las activistas morelenses tampoco han dado tregua a este movimiento antipatriarcal, por primera vez universal. En Cuernavaca se han llevado a cabo estremecedores conversatorios, performáticas poéticas y, desde luego, el cacerolazo del pasado 1 de diciembre cuando las activistas gritaban “el estado opresor, es un macho violador, el violador eres tú” mientras el presidente López Obrador rendía su informe en el Zócalo capitalino y en la calle de Reforma la gran marcha opositora hacía su despliegue con banderines del PRD, principalmente.
En estos movimientos feministas siempre he encontrado a una gran activista llamada Denisse. Cuenta la leyenda que su nombre es una derivación de Dionisio, el dios griego y no es difícil imaginar los placeres de su vida. A Denisse le gustan los besos largos el café cargado y sin azúcar, dormir, acariciar a sus gatos, los buenos y bondadosos amantes, un buen poema, un buen mezcal, estar sola, (últimamente en uno de sus placeres favoritos) y una charla como esta, por ejemplo.
Fue en la FIL de Guadalajara 2017 cuando la vi por primera vez. Mis compañeras de taller de escritura y yo estábamos listas para presentar, en uno de los salones, nuestra primera antología emanada del taller de Ethel Krauze, mismo que llevábamos muy orgullosas bajo el brazo. Ahí estaba también Denisse por los pasillos, entre sus letras y sus diseños, sabiéndose dueña de su espacio y de sus palabras, con su figura menudita, su caminar orgulloso y una mirada tierna pero a la vez muy retadora. Otros días más la escuché leyendo sus poemas en esas magníficas tertulias que hay siempre en diferentes espacios aquí Cuernavaca, porque es verdad que aquí en Morelos, hay un enorme semillero de poetas que hacen languidecer a los más grandes poetas de todos los tiempos porque han ido construyendo una nueva forma de expresión desde la verdad desnuda de la cotidianidad femenina tomadas de la mano de Sor Juana, Rosario y muchas más.
Al preguntarle a Denisse quién es ella, me ha respondido que esa una pregunta muy compleja, que cada vez que le hacen esta pregunta a las mujeres, o nos la hacemos nosotras mismas, nos rasga más allá de la piel visible, pero, en línea recta, es una feminista, una poeta y su universo que le permite salir al mundo, o, simplemente salir de la cama, es cambiante, es orgánico, totalmente menstrual y visceral.
Denisse se asume como un verso de Alejandra Pizarnik, uno lleno de una “conspiración de invisibilidades”, uno que le cuestiona para que escribir, si “las palabras no hacen el amor, hacen la ausencia”. También se transforma en escenas de Marguerite Yourcenar. A veces es un verso de Sara A. Palicio “ y “llama patria a las heridas de su cuerpo”. Ella también es el verso de Delmira Agustini, de Alma Karla Sandoval, de Amatista Lía, de Dolores Castro, de Rosario Castellanos. Ella es todas esas mujeres que la han alimentado de palabra y de poesía.
Las mujeres cerquita de ella, las vivas, son: Ethel Krauze, Elena de Hoyos, Esther M. García. Otras no tan cerquita: Aleida Belem, Verónica Araceli. Son tantas las mujeres poetas que habitan a otras mujeres y Denisse da gracias por ello, porque todas han dado por herencia ese cuarto propio, universos fantásticos, memoria viva. Una memoria que se sitúa en su cuerpo en las coordenadas que la habitan. Ella se sabe de igual manera ser el eco de su abuela Lydia y los pasos de Carmen, su madre. Otras veces se siente que es solo ella, una mujer parada frente al mundo, uno patriarcal desde la raíz hasta los frutos que ha hecho de la crueldad, su palabra favorita.
Denisse llegó al feminismo así, como se llega a la vida. De golpe. Con la mirada borrosa, en un mundo estridente dictando todo lo que hay que hacer y de pronto,se encontró en un santuario de silencio en donde pudo escuchar la voz que resultó ser clara, fuerte y luminosa. Llegó de la mano de su abuela Lydia y su tía Elvia que la acercaron a Itziar Lozano y a Sylvia Marcos quienes trabajaban en CIDHAL A.C. al lado de la maravillosa Betsie Hollans, quien fuera la fundadora de esa institución en aquellos tiempos cuando Denisse tenía solo ocho años. Ellas fueron las primeras mujeres que le mostraron el camino del feminismo. Para Denisse, ese camino ha sido largo y muchas veces solitario como consecuencia, aunque el feminismo que la habita es de un tejido fino, lleno de colores que la han ayudado a ser la mujer que es hoy y con la cual se siente tranquila la mayoría de las veces. De la misma manera que llegó al feminismo, llegó a la poesía en una búsqueda, una gran urgencia de saber quién era, quién es, sin obtener todavía todas las respuestas, pero se ha acercado a las preguntas que realmente le interesan. En definitiva, feminismo es para ella una decisión política de vida, la poesía es un acto adivinatorio para sobrevivirse.
Una de sus grandes amigas es otra poeta y feminista, Xochiquetzal Salazar, a quien también entrevistamos recientemente. De Xochiquetzal aprendió el término “rizomático” (un término del filósofo Gilles Deleuze) y Denisse cree que la poesía es eso, las rizómaticas maneras que vienen desde lo más profundo a revelarnos lo que a simple vista parece invisible, pues con la poesía se puede ver todo y, no habla solo de su poesía, sino de la poesía en general como acto adivinatorio que permite verlo todo y entenderlo todo en una imagen, en un verso. Las premoniciones de lo que hemos sido, de lo que seremos, aunque no lo recordemos.
Su trabajo poético ha caminado por pocas líneas. Su primer poemario fue “Días Animales”, es una bitácora de anotaciones de los días que se arrastran, se revuelcan en su propio vacío. Son apuntes frágiles sobre el amor y sus derrumbes, sobre la memoria y sus escombros. Después, caminó por las mediaciones del silencio y del cuerpo en “El terror del hallazgo”. Volvió a publicar en 2016 “La física de la Orfandad” con la reseña de la poeta Jazmín Cacheux que dice así. <“Leer a Buendía es asomarse a las cosas, a los cofres, a los objetos, a las personas en cofres y como objetos, ausentes en vida; es adentrarse a la inexacta soledad, porque lo dice ella: “No es la muerte lo que asusta,/es el ruido que hace la vida cuando se detiene.” Y es ella misma prófuga y visionaria, quien asume que: “No es el amor lo que nos une;/ es la física de la orfandad.” Buendía, encuentra en la entretela de la vida un verso, una imagen que cae ante nosotros, con la misma fuerza que sus silencios y nos reclama: “Es lo que encarna la memoria lo que nos hiere; en la orfandad, caben todos los infiernos,/ así en la tierra como en el cielo;” … Y yo, como lectora con los ojos ya cristalizados por La física de la Orfandad”>. Dejo el link:
www.revistadiafanis.com.ar/2018/07/resena-el-ruido-de-la-fisica-de-la-orfandad/
Tanto Física de la Orfandad, como el poemario que pronto verá la luz “La infancia es la certeza de las cosas rotas, sucias y muertas” y el que aún no ha terminado: “Retrato de familia con animal doméstico” son parte de una trilogía sobre la infancia.Esa infancia oscurecida, arrebatada, la infancia de las y los desposeídos de la ternura, de las huérfanas, de las madres en llamas, de los padres como los monstruos que duermen encima de la cama de sus hijas, de las casas que parecían interminables cuando las luces se apagaban. De la infancia se va a otros temas, no más agradables; el tema de las y los desaparecidos y el feminicidio. La palabra le ha otorgado el favor de nombrar aquello que la asusta, aquello que la despierta de noche, con miedo. Aquello que le permite hacer un homenaje a las mujeres que ha conocido en las fosas buscando los cuerpos de sus hijos e hijas, de sus familias; de aquellas mujeres que han sobrevivido a las rabias misóginas y patriarcales que han mutilados sus cuerpos y así, hacer una especie de salmo para las que ya no volverán.
Recientemente Alma Karla Sandoval y Denisse Buendía han publicado dos libros únicos por su contenido en toda Latinoamérica: Feministario, un libro de ensayo sobre 30 feminismos y Vocabularia, el primer diccionario feminista en Latinoamérica con aproximadamente 160 términos como: brecha de sueños, capitalismo gore, affidamento, editopatriacado, diamantina púrpura, entre muchos otros y esto, le ha sido un rico y afortunado aprendizaje como autora. Denisse se reconoce también como una enorme entusiasta de los procesos colaborativos. De esta manera, en 2007 fundó el colectivo Lunámbulas con poesía acróbata y perfomance feminista, que, después de diez años de lecturas, performance, instalación, concierto e incluso tarot poético concluyó respetuosamente para buscar otros territorios. En marzo de este año junto a un grupo de mujeres talentosísimas, hermosas, creativas, guerreras y feministas, elaboraron el proyecto Ovarias publicación menstrual femininista en el cual sigue como coordinadora. Actualmente trabaja en el Instituto de Investigaciones de Humanidades y Ciencias sociales de la UAEM en el proyecto de Formación desde la crítica de género y, por supuesto, la Universidad es un espacio generoso para los procesos de aprendizaje continuos.
Para información acerca de los libros: denissebuendia@gmail.com
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