Desde Acapulco para Cuernavaca, las Catrinas

María Cornejo, viene cada año desde el puerto a vender las tradicionales figuras de papel y alambre reciclado

Katy Cárdenas | El Sol de Cuernavaca

  · domingo 24 de octubre de 2021

Froylán Trujillo | El Sol de Cuernavaca

María Cornejo sale cada octubre del puerto de Acapulco rumbo a la ciudad de Cuernavaca para vender sus catrinas hechas por sus propias manos con material que recicla a lo largo del año.

Entre libros de la escuela, periódicos, revistas y otros confecciona elegantes catrinas que vende bajo el puente de Tabachines, en Cuernavaca, donde casi pasa todo el día para después volver a un pequeño cuarto que renta temporalmente junto a su hijo.

Por segundo año consecutivo y después de haber vivido los estragos de la pandemia por Covid-19, María hizo caso del consejo de su hermana que vive en Yautepec y decidió dejar su hogar por algún tiempo para vender sus productos que elabora desde hace ya 30 años en la capital morelense, y aunque acepta que no es nada fácil no tiene muchas opciones.


“Empiezo a elaborarlas desde enero. Voy por partes y ya después que las termino de armar me pongo a vestirlas, a decorarlas y traerlas a vender en este tiempo del Día de Muertos. Como hago varias no calculo cuánto tiempo me llevo haciendo cada una, pero al mes elaboro hasta unas 20, a veces menos”.

Todas están hechas con papel reciclado, las pinta con pincel, en los ojos coloca diamantina “para que brille”, “son libros de las escuelas”, además de que les coloca “bisutería” para darles la elegancia que les caracteriza, la faldas son de tela, fomi o papel crepé que les da colorido, las manos son de alambre que también recolecta.

“Me trae mi hijo. Aquí llego, rento un cuartito y me pongo a vender. Estoy todos los días desde las 9 de la mañana hasta las 6 de la tarde, a veces hasta las 6 y media”.

Las catrinas que miden 30 centímetros las ofrece en 500 pesos; las de 60 centímetros, en 70 pesos; las más grandes con una altura de 1.7 metros tienen un costo de 2 mil 300 pesos. En el puesto improvisado también vende calaveras pintadas a mano y catrines.

“Ya tengo más de 30 años haciendo piñatas y de las piñatas me dediqué mejor a hacer la catrina. Dejé de hacer piñatas porque aparte de que es laboriosa vale menos que la catrina. Hace un año que estuvo la pandemia que no vendía nada allá, me vine para acá, tengo una hermana y me dijo que me viniera para acá, después la gente me comenzó a buscar y ya estoy otra vez acá”.

Pasado el Día de Muertos su ciclo vuelve a comenzar. A sus 54 años de edad, María Cornejo invita a la ciudadanía a comprar “mis artesanías que hago todo el año, es lo único que hago”.





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