“Cuernavaca, me imagino, tiene cinco mil habitantes; posee muchas y muy buenas casonas que pertenecen a las familias más ricas y respetables, que vienen aquí a pasar los meses de invierno; pude ser testigo de varias tertulias llevadas a cabo en las terrazas. No puedo aprobar del todo la excesiva liberalidad que es cosa común aquí”.
“Los indios son flojos, consecuencia natural de un suelo fértil y de un clima caluroso; la región, en consecuencia, está muy atrasada y no produce ni la décima parte de lo que podría producir si estuviese propiamente atendida".
"Esto constituye entre los blancos la causa principal de sus quejas”.
“Más allá de Yautepec la comarca es todavía más abrupta. Desde la cima de un monte descubrimos el valle de Cuautla. La caña de azúcar cubre el valle y se extiende hasta las faldas de las montañas y no existe ni siquiera una pértica de tierra sin cultivar. "No nos detuvimos, sino que continuamos hasta la hacienda de Santa Inés, donde llegamos a las tres de la tarde. Teníamos una carta de recomendación del dueño, don Ángel de Michaus, para el administrador, familiar suyo, que, claro está, nos dio una magnífica acogida”.
“Se nos sirvió café, lo cual no deja de ser una innovación dentro de la tradición española. El grupo se hallaba en la galería abierta cuando nos sumamos a él; entre sus componentes reconocimos a algunos de nuestros amigos mexicanos: el marqués de Salvatierra con su señora y familia; el marqués de Santiago con su hermana y, por supuesto, curas, mineros, militares y abogados. Esta es la hospitalidad a la española. El vino, aunque dos veces más caro que en Londres, se consume sin limitaciones, como agua”.
“Pasamos la tarde a la sombra del terrado, fumando puros y platicando con las damas, cuya cultura y educación me resultaron superiores a lo que yo había visto y sopesado en la capital. Luego de la merienda, todo el grupo se desplazó a Cuautla, doce damas en un gran carruaje y los señores a caballo, todo lo cual constituyó una cabalgata magnífica. El objetivo fue, imprimis, dar un paseo por las sombreadas calles de Cuautla, bajo los platanares; y secundis, jugar billar, tomar el chocolate, descansar en una casa que el dueño tiene en ese lugar y finalmente ir al teatro. El lugar se hallaba repleto de trabajadores, los cuales se divertían enormemente; en los palcos no ocupados por nosotros se acomodaron los aspirantes pueblerinos a la distinción.”
“Cuautla es un pueblo de unos cinco mil habitantes; es el centro del distrito azucarero y en unas cuantas leguas a la redonda incluye las más hermosas haciendas azucareras del país. La mayor de todas es la de Casasano; le sigue en importancia Cuahuistla, perteneciente a los frailes dominicos”.
“Me pasé todo un día visitando la interesante hacienda de Cocoyoc, en donde presencié el cultivo y la manufactura del café. En Cocoyoc hay cerca de trescientos mil árboles cargados de frutos. En la misma hacienda vi preparar el índigo".
"La mayor parte de las haciendas azucareras está provista de lo necesario para la producción de índigo, en previsión de que el precio del azúcar baje; también se cultivan muchas otras plantas como la vainilla y la zarzaparrilla”.
“El señor Velazco y su señora nos recibieron con muchas atenciones; comimos con ellos a eso de las dos de la tarde acompañados por el cura del pueblo y otras tres personas que aparecieron de repente, poco antes de la comida. Después se echaron una manita de tresillo, para el que resultó mañoso el clérigo, lo que le permitió llenar sus bolsillos. Los dejamos enfrascadísimos en su juego y nosotros regresamos a Santa Inés”.
La mayor parte de las haciendas está provista de lo necesario para la producción de índigo, en previsión de que el precio del azúcar baje; también se cultivan muchas plantas
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