El historiador austriaco Konrad Ratz, en su libro Correspondencia inédita entre Maximiliano y Carlota, del año 2000, alude a la capital morelense (y, en principio, confunde al famoso minero José de la Borda con su hijo Manuel, sacerdote, quien construyó el jardín que lleva ese nombre junto a la iglesia de Guadalupe, donde fue párroco):
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"Numerosas leyendas surgieron en torno a Cuernavaca, donde Maximiliano había comprado la casa de Borda, el rey de la plata, y aparte de ella se había hecho construir un pabellón llamado Olindo, en Acapatzingo. La fuente principal de estos rumores era el camarista Antón Grill, cuya esposa Elisabeth formaba también parte del servicio de la Casa Borda. De él provinieron las insinuaciones que José Luis Blasio, secretario de Maximiliano, repite acerca de la supuesta infidelidad marital de Maximiliano que habría ofendido a Carlota de modo especial, aun cuando por orgullo prefiriera ignorarla. Grilla ctuó con prudencia y dio sólo vagas indicaciones, dejando que su interlocutor sacase sus propias conclusiones. Blasio escribe acerca de esto":
"Comuniqué a Grill la observación que repetidas veces había yo hecho, relativa a la separación de lechos, y entonces Grill, que desde Miramar había visto de cerca a los soberanos, me refirió que allí todavía se les veía enamorados y siempre juntos; pero que después, en un viaje a Viena, pasó algo que vino a echar para siempre por tierra aquella unión conyugal. Desde entonces, eran ante el mundo los mismos esposos amantes y cariñosos; pero en la intimidad no existía ya tal cariño ni tal confianza y, desde entonces, también Grill pudo observar su separación".
"De la historia de Grill surgió también el rumor de que Maximiliano se hubiera contagiado de sífilis con una prostituta vienesa y lo hubiera transmitido a la recién casada Carlota. Por lo que respecta a los médicos en los que confiaban Maximiliano y Carlota tanto en Austria como en México (los doctores Jilek, Semeleder, Basch y Bohuslavek) no existe confirmación alguna sobre esto, como tampoco sobre las leyendas posteriormente surgidas en México acerca de supuestas relaciones extramaritales atribuidas a Maximiliano durante sus estancias en Olindo, la casa de campo".
"En 1917, los franceses fusilaron como espía alemán a un tal Julio Sedano y Leguízamo, secretario de la embajada mexicana en París, quien aseguraba ser descendiente de Maximiliano; su madre, Concepción Sedano, esposa del jardinero de Olindo, habría sido amante del emperador durante los últimos meses de 1865, mientras Carlota estaba en Yucatán. Un coronel francés, Charles Blanchot, fue quien hizo correr este rumor en 1911 en una historia de la intervención francesa. También Blasio, el secretario de Maximiliano, hizo en 1905 sugerencias parecidas, si bien siempre sólo sobre la base de lo dicho por Grill. Otra leyenda le atribuye al Habsburgo una relación, durante su estancia en Cuernavaca, con cierta Guadalupe (Lupe) Martínez a la que habría conocido en un baile ofrecido a la pareja imperial por el coronel Paulino Lamadrid".
Vemos a Ratz muy reacio en aceptar los problemas que había entre la pareja de frustrados emperadores, pero las evidencias dejan muy claro que, con infidelidades o no, Carlota y Maximiliano estaban muy alejados. En México nunca durmieron juntos; tenían habitaciones separadas en el Castillo de Chapultepec.