En 1978, la periodista estadunidense Joanne Harrison entrevistó en Cuernavaca a la extraordinaria pintora polaca (o rusa) Tamara de Lempicka, dos años antes de que muriera aquí. En 1925, Tamara había participado en la primera exposición art decó de París, donde inició su renombre artístico. Vivió alternadamente en Estados Unidos, Francia, Italia, Cuba y México. Pasaba largas temporadas en su casa de la capital morelense. Leamos a la periodista:
“La calurosa mañana en Cuernavaca estaba impregnada de perfumes de franchipán. Aves del paraíso se movían en filas ordenadas junto a la piscina, aún azul. La blanca blonda de las mariposas con alas tan grandes que parecen golondrinas aletean, nerviosas, sobre un fondo de pinos verdinegros. Junto a la esquina de la mansión donde vive la baronesa Lempicka, al lado del jardín de hierbas aromáticas, un viejo de piel oscura como el cuero, con una camisa blanca impoluta confeccionada con manta cruda muy lavada y un ajado sombrero de paja de ala ancha, barría rítmicamente. Retiraba las doce hojas que habían caído durante la noche para que no afearan la verde perfección del césped”.
“Ella se movía bellamente, flotaba en un torbellino de vivos colores que llegaba hasta el suelo, rosas abiertas estampadas en una tela casi diáfana, la pamela proyectando sombras sobre su rostro. Se paró en el sendero que conducía a la piscina, figura etérea reflejada en el agua”.
“Yo esperaba en el patio de la casa de invitados, a la sombra de un jacaranda de flores azules, contemplando la escena. Ella me había visto y me hizo un ademán, un gesto imperioso pero grácil, como de ballet. ‘Acérquese, niña, es hora de trabajar’. La seguí hasta la sombra de la veranda, donde se acomodó en una tumbona con la estudiada naturalidad de una odalisca de Ingres. Su voz es ronca, fascinante, lenta... Su acento es el de Mayfair con sobreañadidos de la Rusia zarista y el moderno encanto francés: las elegantes vocales parisinas contrarrestan las profundas consonantes eslavas. Modula cada palabra como si de un compás musical se tratara, es parte de algo más grande, pero al propio tiempo perfecto en sí”.
“Es probable que ya no hable ninguna lengua en su forma pura. Su habla se ha convertido, en cambio, en una jerga colorista de fabricación propia, cautivadora yuxtaposición de expresiones vivas sacadas de la mayoría de lenguas de Europa occidental”.
➡️ ¿Ya recibes las noticias en WhatsApp? ¡ES GRATIS!
“Me dejó estupefacta, tenía ochenta años, pero cada uno de sus gestos era toda una ciencia. Mientras hablábamos se aseguraba todo el tiempo de que la luz incidiera en ella de la forma que más podía favorecerla. Tamara fumaba con una boquilla larga que acentuaba los amplios movimientos de sus manos, así como sus uñas perfectamente pintadas. Estuvo muy amable conmigo y hasta me demostró un interés inmediato en lo que a mi aspecto se refería, insistiendo en que habría debido llevar pantalón blanco y blusa azul. Cuernavaca lo exigía”.
“Tamara se mueve, afianza apenas la tela en el caballete para que la luz incida desde arriba en la pintura y roce uno de sus lados. Aplica un toque de pintura y retrocede, el pincel todavía en suspenso y ella en la misma postura: es un retrato de la artista como su propia creación... figura elegante perfectamente enmarcada por la puerta iluminada que deja ver el fondo de una noche negra y dulce”.
Únete a nuestro canal de YouTube