Historia y arqueología de Hueyapan, Morelos

Como muchas otras comunidades morelenses, el municipio tiene elementos arqueológicos tan antiguos como aquellos procedentes del Preclásico Temprano

Raúl Francisco González Quezada

  · viernes 26 de julio de 2019

Panorámica de la sección central de la comunidad de Hueyapan, donde destaca el conjunto conventual de Santo Domingo / Fotografías: Raúl Francisco González Quezada

La comunidad de Hueyapan se convirtió recientemente, a finales del año 2017, en uno más de los 36 municipios del estado de Morelos, separándose del municipio de Tetela del Volcán, y vive ahora un reto para consolidarse política, territorial y presupuestalmente de manera independiente. Esta nueva etapa que vive la localidad morelense nos obliga a reflexionar un poco sobre su historia antigua, la cual ha sido poco investigada.

Como muchas otras comunidades morelenses, el municipio tiene elementos arqueológicos tan antiguos como aquellos procedentes del Preclásico Temprano (1500-900 a.n.e.), así lo atestiguan, según hemos podido observar, algunas figurillas cerámicas que atesoran algunos de sus habitantes. Sin embargo, no contamos a la fecha con ningún proyecto arqueológico sistemático que haya realizado recorridos de superficie y excavaciones extensivas en esta localidad, con lo cual se permita dilucidar algunos procesos sociales diacrónicos locales y su imbricación en el contexto histórico regional.

Los registros etnohistóricos que tenemos nos permiten esclarecer parcialmente la historia de Hueyapan hacia los últimos tres siglos antes de la invasión española. A comienzos del siglo XIII, entre los años 1200 y 1220 n.e., en el marco de la mítica migración nahua desde Aztlán-Chicomoztoc, grupos tlahuicas y xochimilcas alcanzarían territorios al sur de la Sierra Chichinauhtzin, coincidentes aproximadamente con los límites del actual estado de Morelos. Los pueblos que recibieron comunidades nahuas, con identidad tlahuica, fueron las colectividades de Cuauhnáhuac, Yautepec, Huaxtepec, Yecapixtla y Tlaquiltenango, mientras que los que recibieron nahuas con identidad xochimilca, fueron Tochimilco, Tlalmimilulpan, Xumiltepec, Tlacotepec, Zacualpan, Temoac, Tlayacapan, Totolapan y Tepoztlán (Maldonado 1990). Hueyapan, según Fray Diego Durán, era uno más de los pueblos que recibieron comunidades xochimilcas en ese momento (Durán 2002 I:62). Está claro que en Hueyapan ya había habitantes desde al menos dos milenios antes de que esto sucediera y que la llegada de los xochimilca y su posterior sometimiento al centro de Xochimilco no los hizo xochimilcas por completo. Al igual que todas las comunidades morelenses al momento de la invasión española habían desarrollado identidades propias vinculadas con el territorio, deidades propias y un sistema de valores que, si bien podían compartir en lo esencial como muchas otras sociedades del centro de México, mantenían desarrollos identitarios propios.

Dos siglos más tarde de la llegada de xochimilcas y tlahuicas a tierras morelenses, en la Cuenca de México se consolidaría un gran poder político y económico liderado por una alianza entre Mexico-Tenochtitlan, Tlacopan y Texcoco, fundándose de esta manera la llamada Excan Tlahtoloyan o Triple Alianza. Con este aparato imperial se logró el sometimiento definitivo de los pueblos que habitaban el actual territorio morelense. El orden tributario conformado por esta formación imperial impuso dos cabeceras para la recolección de cuantiosas cargas de productos, una en Cuauhnáhuac y otra en Huaxtepec, así también, se asignarían gravámenes en servicios, fundamentalmente en materia castrense y constructiva.

El nuevo orden impuesto no coincidiría completamente con la configuración jerárquica regional previa a la imposición imperial, y los esfuerzos por reordenar el espacio social morelense se centraron fundamentalmente en torno la obtención de cierto tipo de tributos, pero también, sobre la colonización directa en algunos puntos, como es el caso de Huaxtepec, donde Moctezuma Ilhuicamina mandó construir un famoso jardín vinculado con plantas medicinales, lugar para la caza y rituales, y una buena muestra de la ostentación del poder imperial.

Perspectiva del volcán Popocatépetl desde el paraje tlachialoyan o mirador, en el camino hacia el sitio Laja, donde existen pinturas rupestres.

Cuauhnahuac coordinaba para el pago de tributo en especie a dieciséis pueblos sujetos y Huaxtepec a veintiséis, en ellos se concentraban los efectos elaborados por miles de mujeres y hombres de las comunidades morelenses que tenían la obligación de entregar periódicamente cuantiosas cargas de papel, maíz, frijol, chía, amaranto, mantas, jícaras y trajes para guerreros.

Dos documentos del siglo XVI que han sobrevivido hasta nuestros días dan cuenta, de manera ligeramente distinta uno de otro, del orden tributario imperial por entonces existente, el Códice Mendoza y la Matrícula de Tributos. Sin embargo, el altépetl de Hueyapan no aparece en ninguno de estos registros. Hueyapan se encontraba sujeto a Ocuituco según se puede deducir de diversas fuentes etnohistóricas virreinales del siglo XVI (Maldonado 1990:109). No obstante, tampoco Ocuituco, ni cualquier otro de sus sujetos políticos aparecen en las listas tributarias antes señaladas. Esta circunstancia ha permitido considerar que junto con Ocuituco, los pueblos de Tlacotepec, Zacualpan, Temoac y Cuahzolco hubieran conformado provincias estratégicas que al estar bajo el control desde el siglo XIII o XIV a Xochimilco, habrían tributado a través de éste y, además, habrían sido sometidos a participar en incursiones militares en apoyo a los intereses imperiales por ser pueblos fronterizos (cfr. Maldonado 1990:53-117).

El poder político xochimilca abarcaría amplias extensiones territoriales, alcanzando tierras del oeste de la Sierra Nevada, la Sierra del Ajusco, Sierra de Yecapixtla y Jumiltepec, así como las tierras de aluvión de Tlacotepec, logrando penetrar hasta el valle de Atlixco.

El altépetl de Ocuituco se componía de cuatro unidades políticas, definidas por el designio de un tlatoani, que convirtió a sus cuatro hijos en los “señores” de Ocuituco, Jumiltepec, Ecatzingo y Tetela respectivamente (Gerhard 1970:103). Al encontrarse en un espacio con clima templado y un vínculo directo a la zona fría de la Sierra Nevada, particularmente al sur del Popocatépetl, su tributo en especie estaba vinculado con flores, madera, pulque, papel, legumbres, maíz, frijol, chía, huahutli, frutas y calabazas (Maldonado 1990:141 y ss., 249 y ss.).

Existen registros de que, además, Tetela, Hueyapan y Nepopoalco tuvieron que colaborar con trabajo vivo para obras constructivas, así como en servicio militar cuando Xochimilco lo decidía (Carrasco 1996:157). Tetela y Hueyapan son descritos como sitios rayanos (Acuña 1986:267), que junto con Ocopetlayuca, el actual Tochimilco, combatían a Cholula, Calpa, Atlixco, Huexotzingo y Tlaxcala (Acuña 1986a:85; Carrasco 1996:157). Se conserva el registro de que Ocuituco tributaba a Cuauhquechollan, el actual Huaquechula, hacía 1487 (O'Mack 2003:31). El altépetl de Cuauhquechulla, era un puesto de guarnición militar de la Triple Alianza, y para fines bélicos mantenía sujetos a Atzitzihuacan, que también era guarnición militar, a Yaotehuacan y a Acapetlahuacan, en Puebla, junto con Hueyapan, Tetela y Tlamimilulpan en Morelos (Carrasco 1996:573, 575; Anzures 2008:83 y ss.).

Imagen de vasijas pertenecientes al período Clásico (200-600 n.e.), localizadas durante la excavación para la construcción de una casa en la cabecera de Hueyapan.

Al consolidarse la derrota de la Triple Alianza frente al contingente militar hispano indígena liderado por Cortés en 1521, Ocuituco se rindió sin oponer resistencia, lo cual contrasta con la postura de Tetela y Hueyapan que sí se enfrentaron militarmente (Durán 2002 I:648-649; Anzures 2008:90).

La invasión española abrió el Océano Atlántico y se instauró el primer Sistema-Mundo con centro en los reinos de Castilla y León, donde Hueyapan era un sitio más en esa nueva y extensísima periferia. Tardaría alrededor de un siglo la transformación de esta sociedad novohispana desde una formación social clasista, hasta un feudalismo conseguido sobre millones de víctimas.

Ya en pleno período virreinal sabemos con cierta precisión las magnitudes y algunas calidades de los tributos impuestos en estas localidades, por ejemplo, entre Tetela, Hueyapan, Nepopoalco y Xochicalco 1557 se entregaban cada año, una cantidad de 1800 pesos de oro común; cada seis meses medio peso de oro común por tributario completo; al encomendero y al clérigo se le entregaban cántaros de miel, 1 gallina diariamente, 2 cargas de leña, 50 tortillas, 2 cargas de hierba, 1 gallina y 1 guajolote diariamente; 2 célines de maíz, 2 cargas de leña y 2 de hierba. En 1560 se extraía dinero y miel hasta por un monto de 1820 pesos. En 1565 se había impuesto la cantidad anual de 1944 pesos con 5 tomines para la Corona, 6 gramos de oro y 839 fanegas de maíz, 9 y medio reales y media fanega de maíz tributarios completos, y solo la mitad los medios tributarios (Anzures 2008:117-118).

Hueyapan recibió primeramente el proceso de conversión religiosa a manos del clero secular, y sería hasta la sexta década del siglo XVI cuando arribaron al lugar los dominicos que construyeron un conjunto conventual en esta comunidad (Ledesma 2013:65). El proceso de transformación del sistema de valores religiosos sería una palestra constante donde las contradicciones se resolvían regularmente a favor de un catolicismo impuesto, ante una serie consistente de estrategias de resistencia que daban forma a las múltiples configuraciones culturales mestizas de una religión que nunca llegó a ser canónicamente un catolicismo español, pero que tampoco pudo mantener demasiados signos y funciones del sistema religioso precedente. Sería hasta el año 1570 por ejemplo, el momento en que los pobladores de Hueyapan se decidieran a quemar un códice que aparentemente Quetzalcóatl había dejado en Ocuituco (Gerhard 1970:1013).

La región entera formó parte del llamado Marquesado del Valle de Hernán Cortés, pero la disputa entre éste y la Corona, así como las cambiantes fuerzas políticas virreinales en pugna por la propiedad efectiva de la fuerza de trabajo de pobladores y sus territorios asociados, llevó al Marquesado a ver disminuido su poder frente a la constitución de la Alcaldía Mayor de Cuautla de Amilpas compuesta por Ocuituco, Xumiltepec, Tetela, Hueyapan, Tzompango, Xochimicaltzingo, Ahuehuepan, Cuatlixco, Amilltzingo, Cuauhtlan, Anenecuilco, Olintepec y Mineral de Huautla entre 1594 y 1595. Incluso hacia 1582, tanto Ocuituco como los pueblos del Valle de Amilpas y los del Tlalnahuac llegaron a ser considerados como realengos, es decir, como propios de la Corona, es decir, del Rey (Anzures 2008:107, 133 y ss.).

Escultura de Chicomecoatl descubierta en 2007 en el embaldosado del atrio del Convento de Santo Domingo en Hueyapan.

Arqueológicamente sabemos poco sobre Hueyapan, más allá de las colecciones de figurillas cerámicas que hemos podido observar en las manos de diversos vecinos de la localidad, que nos hablan de asentamientos muy antiguos. Las recolecciones cerámicas de superficie que pudimos efectuar en la localidad en el año 2007 nos permiten considerar que se encuentra presente gran parte de las etapas de ocupación previas a la invasión española. Hace pocos meses tuvimos noticias de una serie de vasijas que fueron localizadas durante los procesos constructivos de una casa moderna en la cabecera de Hueyapan, todas ellas pertenecían al período Clásico (200-600 n.e.). Estas vasijas coinciden con las formas presentes en otras colecciones que hemos podido investigar en la región, algunas procedentes del paraje Tlalamayocan-Chichimecatlalpan en Tetela del Volcán, y algunas más procedentes del barrio de Tecamachalco en Ocuituco, que nos permiten considerar que en la cabecera de Hueyapan había un asentamiento humano al menos desde la época teotihuacana.

En el año 2007, al reparar el embaldosado del atrio del convento de Santo Domingo, a no más de un par de metros del desplante de las escaleras del templo, se detectó que una de ellas era en realidad una escultura que representaba a la diosa Chicomecóatl. Esta pieza es altamente probable que haya sido colocada entre los materiales constructivos como una estrategia de resistencia ante la destrucción de las representaciones de deidades previas a la invasión española al proscribirse la religión indígena, sin embargo, en ausencia del ritual sistemático, la escultura escondida perdió su valor sígnico y se desvaneció de la memoria local. La solución plástica y algunos atributos aún visibles nos permiten considerar que tal escultura es efecto del período Preclásico Tardío (1438-1521 n.e.).

Arqueológicamente también deberíamos considerar a todos los templos virreinales de la localidad, pues la sociedad feudal virreinal que los produjo ha dejado de existir orgánicamente. La cabecera de Hueyapan, el área donde se erigió el convento de Santo Domingo podría corresponder con el antiguo asentamiento del altépetl de Hueyapan, el pueblo del Posclásico Tardío (1438-1521 n.e.), así como los barrios de San Felipe, San Bartolo, San Jacinto y San Andrés.

El sitio arqueológico más relevante de la localidad que ha sido reconocido desde hace más de 70 años es sin lugar a dudas, el sitio de elementos arqueológicos rupestres de Texcalpintado. Este sitio se localiza en la pared oriental de la barranca del río Amatzinac, en la sección meridional del poblado de Alpanocan. El sitio fue identificado par la academia por Antonieta Espejo (1944-45), al ser reportado por habitantes de Hueyapan en septiembre de 1943. Los investigadores M. Antonieta Espejo y Robert H. Barlow registraron las pinturas.

Paraje Laja en el norte de Hueyapan, en la falda sur del volcán Popocatépetl, donde se localiza otro conjunto de pintura rupestre.

El sitio elegido aparte de ser propicio para mantener los signos a salvo de la lluvia, debió estar relacionado con elementos de la cosmovisión local que lo hicieron idóneo. El total de los signos fueron realizados a partir de dos soluciones técnicas, la tinta plana blanca aplicada con pincel o con los dedos, y el petrograbado desarrollado a través de la abrasión de la pared a partir del uso de buriles que dejaron improntas puntuales de carácter circular. Es altamente probable que, por la técnica y los signos presentes, se trate de un espacio útil durante el período Posclásico Tardío (1438-1521 n.e.). El espacio sígnico fue logrado en diferentes momentos, es posible advertir distintas “manos” en la elaboración de los elementos. El panel mide aproximadamente 23 m. de largo y comienza a una altura variable de 1.50 m. desde el balcón y un ancho máximo de 4.5 m.

El espacio ha sido sujeto de distintos momentos de análisis e interpretación (Espejo 1944-45; Mateos 2011; Méndez y González 2012), entre las decenas de signos ahí colocados se puede identificar elementos vinculados con el ciclo de festividades del ciclo agrícola, donde están presentes deidades o especialistas del ritual con los signos de deidades vinculadas con Tláloc, Chicomecóatl, Xólotl, Ehécatl, así como representaciones de banderas con escudos y flechas, tlacuaches, sapos, una serpiente, un búho, elementos de la bóveda celeste como el sol y la luna y muchos otros aún sin identificar.

En territorio que probablemente quede finalmente reconocido como parte del territorio del nuevo municipio de Hueyapan, en el camino hacia el Popocatépetl, más al norte del paraje denominado como tlachialoyan (mirador en náhuatl), se encuentra el paraje denominado Laja, donde actualmente se tiene un culto vivo a la Virgen de Guadalupe, la cual se enflora cada año y se le entregan ofrendas. Coincidentemente en este punto existe en un asombroso palimpsesto, un conjunto complejo de elementos arqueológicos rupestres pictóricos elaborados en tinta roja, que incluyen signos antropomorfos y zoomorfos elaborados con diseños lineales rectos y figuras geométricas, así como la inclusión de múltiples improntas de manos en positivo. La cronología de los signos es difícil de establecer, aunque es muy probable que algunas hayan sido realizadas en momentos previos a la invasión española.

Algunos proyectos arqueológicos de recorrido sistemático han sido intentados en la región, pero lo accidentado del terreno ha presentado altas complejidades y los registros han resultado exiguos (Nalda et. al. 1980).

En 2005 se realizó un proyecto de investigación arqueológica que implicó las cimas de algunos cerros de la región, incluyendo algunos pertenecientes a Hueyapan, donde existen elementos cuyos orígenes aparentemente son de la época previa a la invasión española como el Coatépetl, La Mina, La Cruz y El Encinal (Rodríguez 2006)

Aspecto parcial del panel de elementos arqueológicos rupestres pictóricos de Texcalpintado.

Se han realizado también exploraciones arqueológicas-arquitectónicas en el convento de Santo Domingo de Hueyapan, donde se han reconocido tanto los elementos del antiguo claustro del convento, como una porción del sistema hidráulico del mismo (Ledesma 2013).

Desde 2006 hasta el 2010 se desarrolló el Proyecto Arqueológico Ocuituco, Morelos, y se pudieron registrar unos pocos sitios arqueológicos en Hueyapan con ayuda de informantes locales. Se identificó un sitio arqueológico en la cima del cerro Chiconquiahuitl, que se trata de un montículo aparentemente de origen previo a la invasión española, así como un cuadrángulo arquitectónico rodeado de cruces que sirve para los rituales hídricos que aún se realizan en la región; a escasos 15 metros hacia el poniente de esta estructura se encuentra una piedra sobre la que se practicó una horadación, denominada “piedra timbre” (cfr. Rodríguez 2006), el sitio muestra materiales cerámicos en superficie relacionados con los períodos Posclásico Tardío y Virreinal (1438-1603 n.e.).

Otros pequeños sitios fueron identificados durante el año 2007 y sus materiales arqueológicos recuperados de superficie analizados, los cuales corresponden fundamentalmente al Posclásico Tardío (1438-1521 n.e.). Estos sitios fueron localizados en las inmediaciones de la cabecera de Hueyapan y también al norte del barrio de San Andrés. Empero, en realidad lo que sabemos de la ancestral historia local de Hueyapan a través de la arqueología es muy poco. La comunidad es parcialmente consciente de esta condición, tal como lo son la mayoría de las comunidades morelenses, pues la estrategia para resolver la relación entre las instituciones dedicadas a la investigación de la historia a través de la arqueología y sus herederos históricos directos está en proceso de maduración y aún no desarrolla cobertura homogénea en el territorio morelense.

La arqueología crítica tiene un compromiso aún por cumplir con miles de comunidades como Hueyapan, que han participado de la historia y que por no resultar centralidad en la lógica institucional de un quehacer histórico ocupado en temas de grupos centrales hegemónicos pretéritos usados en la construcción sígnica del estado nacional mexicano actual, son poco atendidas.

Mural presente hasta hace unos años en un muro de la barda perimetral del convento de Santo Domingo, ejecutado por niños en Hueyapan, donde se nombraban algunos elementos relevantes de la comunidad en náhuatl. En la sección alta se puede observar el volcán Popocatépetl y la frase Hueyapan no altépetl que en español indica: Hueyapan, mi pueblo.

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