Para conmemorar la vida y obra del pintor Francisco Maza, quien falleció en diciembre pasado, se realizó la exposición artística Ausencias y presencias que reúne algunas obras pictóricas de su autoría, la cual se exhibe en la antesala de la Sala Manuel M. Ponce del Centro Cultural Jardín Borda y que fue inaugurada recientemente.
La muestra surge por inquietud de la Secretaría de Turismo y Cultura del Estado de Morelos, para dar a conocer la obra del artista que a pesar de ser originario de Tamaulipas, tuvo su formación artística en Morelos y su obra ha sido muy importante en el estado.
María Helena González, directora general de Museos y Exposiciones, fue la encargada de inaugurar esta muestra en compañía de Marie Claude Cotanceau y María Isabel Maza, esposa e hija del artista, durante un homenaje en honor al gran Francisco Maza.
La pequeña muestra, está integrada por varias pinturas del artista y un retrato de Maza capturado por la lente del talentoso fotógrafo Fernando Soto, gran amigo del artista. Además de la simulación del estudio del artista ubicado en su casa, rodeado por Baby Mona Lisa, óleo sobre tela pintado entre 1990 y 1995 que es considerada una de las obras más representativas de su trabajo.
María Helena González señaló que “la iconósfera en la que vivimos incluye miles de imágenes procedentes de la historia del arte. Este hecho no pasa desapercibido por los artistas de la posmodernidad, quienes ven en este cúmulo de fascinantes configuraciones, motivo de inspiración. En este sentido, Baby Mona Lisa deja ver la influencia de dos importantes artistas. Por un lado la de Andy Warhol, representante del Arte Pop, quien como él adoptó la estrategia de repetir de manera serial un retrato, en este caso el de Mona Lisa (Lisa Gerardini esposa de Francesco del Giocondo), pintado por Leonardo da Vinci entre 1503 y 1519”.
La pieza original italiana da Vinci es icónica por varias razones, entre ellas el enigma que existe sobre la identidad de la modelo, pero también está implícito un culto a la personalidad que se hará cada vez más evidente en la comisión de retratos para el consumo burgués. Además, la obra representa la historia misma de la pintura, ya que ha sido parafraseada y citada cientos de veces por otros autores.
“Claramente, la intención de Maza de que a la famosa mujer se le identifique como niña, mediante la adecuación de sus facciones al patrón fisonómico de los rostros infantiles. Tal lectura nos hace pensar en que ella nunca se habría imaginado llegar a ser tan famosa. La exuberante vegetación del fondo recuerda asimismo a la pintura naif del Aduanero Rousseau, famoso pintor francés y a las propuestas nacionalistas de la Escuela Mexicana de Pintura que veían el paisaje mexicano como motivo de orgullo e identidad, intención que el pintor refuerza mediante el tratamiento indigenista del personaje central”, detalló Helena.
Tomando como referencia aquellos elementos culturales, Francisco Maza pintó Baby Mona Lisa con idea de que comprendiéramos la “falta de inocencia” de las obras de arte y la mantuvo en su casa ubicada en el Barrio de San Antón, al lado de las 32 reproducciones fotográficas de varios personajes que llegaron a ser indistintamente iconos, musas y vidas, entre ellas, su esposa y su hija.
Tales conceptos vienen a articularse como detonadores del pensamiento crítico de quienes sabemos ‘leer imágenes’ porque conocemos la historia del arte, pero también son objeto de la reflexión de quienes no estando tan al tanto de la misma, gustan de contemplar la fama y la serialidad con la que se repiten hoy en día, hasta la saciedad, las imágenes más publicitadas de la cultura, señaló.
Además de esta obra, en la exposición pueden apreciarse otras más que dan muestra de su gran talento y variedad temática, llena de colorido, que siempre caracterizó su trabajo.